Economía

"Hay que perderle el miedo a la frontera porque al empresario español se le respeta"

  • ¿Quién dijo que la fruta no era un negocio? Ramos provee a la ONU, la OTAN y el Ejército americano sin olvidar el origen de su empresa familiar: ciento y pico metros cuadrados en Mercasevilla

La velocidad de la secuencia es estratosférica: de un puesto de ciento y pico metros cuadrados en Mercasevilla, dedicado a las frutas y hortalizas frescas, a una telaraña internacional que abarca mercados tan dispares -y a la vez conectados- como EEUU y Dubai. Evaristo Ramos, sevillano y sevillista empedernido, recuerda a aquellos yanquis pioneros sin rastro de pesimismo en su espíritu, acuñadores de una frase que define a los campeones: el concepto de lo imposible no existe.

La primera veta de expansión del negocio fue la gran distribución -empresas como El Corte Inglés vieron claramente dónde estaba el socio estratégico-, pero "con el paso del tiempo, algunos se fueron directamente a origen. Entonces sentí la necesidad de diversificar", rememora. A partir de ahí, Sucesores de Evaristo Ramos invirtió, sin perder su individualidad, en otras ocho compañías. La relación de aliados y clientes de esta firma incluye siglas verdaderamente ilustres: la EMS (empresa de suministro de mercantes para la marina americana), la ONU -a cuyas misiones proveen desde 1999- o los barcos de la OTAN.

Evaristo se declara un hombre sencillo. Como mínimo, lo parece. Habla de su vida como un todo, sin restarle un gramo de importancia a su proyecto. "Al trabajo hay que venir silbando todos los días. O, por decirlo de otra forma, de casa hay que salir llorado". Para realzar la esencia de su mensaje posibilista, recurre a un ejemplo de juventud: "Cuando era un chaval de 14 años, intenté entrar en la tuna por todos los medios, pero ni estudiaba Derecho ni era universitario, así que poco menos que se rieron de mí". A los meses, el muchacho Ramos se manejaba como pez en el agua en el mundillo, hasta lograr incluso colocar como universal una canción de composición propia.

Dice que otra clave para gestionar el negocio es "saber manejar la presión". Su móvil suena continuamente, y él no baja la guardia: sus decisiones se fraguan en veinte, treinta segundos, y sobrevuelan Egipto, Marruecos o la Península, indistintamente. En cierta forma, Ramos parece un broker curtido en mil batallas. Suya fue la idea de suministrar material a barcos y cruceros a través de Sunny & Fresh. Suya, también, la de convertirse en pieza clave para hosteleros y restauradores con Infrígore. "Si miro atrás, a veces no me creo lo que hemos conseguido. Siempre hay que confiar en lo que se hace, aunque más de uno te diga apresuradamente que te olvides", concluye. Su currículum es inagotable: frutero en la génesis -vocación heredada y a mucha honra- y un puñado de cosas más en el despliegue de su radiografía profesional: por ejemplo, perito de la OTAN para revisar determinadas partidas de alimentos. O consultor de Naciones Unidas en asuntos tan trascendentales como "el desplazamiento de personas en países como Sudán, donde había que trasladar a 11.000 en menos de dos semanas". "Es muy grande y muy estimulante abrir paso a una misión humanitaria", afirma.

Ahondemos en la nómina de clientes: todas las bases del Ejército norteamericano en el sur de Europa y el norte de África, una filial marroquí que provee a todos los palacios del Mohamed VI, los nuevos cuarteles de la ONU en Liberia, Costa de Marfil, Sierra Leona, Sudán y Afganistán... Los prismáticos del mercado internacional frente a la lupa, a menudo insuficiente, del ajetreo local y regional. "Yo no he pedido una subvención en la vida", confiesa.

Al empresario español, dice, le falla la mentalidad. "No son conscientes de que los respetan en el extranjero. Tenemos que salir a competir a otros países porque la gente quiere hacer negocios con nosotros. Hay que perderle el miedo a la frontera". Quizás le pueda también, al patriota empresarial, una cultura demasiado facilona de los recursos humanos basada en ese paralelismo de la comida rápida: contratar y despedir, sin formar, como método preferente. "Somos una empresa familiar que ha sabido profesionalizarse. Esa combinación es perfecta. Y, además, nos gusta promocionar a los nuestros, transmitir el mensaje de que puedes ser mujer y madre trabajando para nosotros y añadir que además ganarás lo mismo o más que un hombre en función de tu valía", explica Ramos. "Yo no miro las indemnizaciones por despido", añade tras una pausa en una referencia clara a la reciente reforma laboral.

Aunque sus tentáculos crematísticos sean hoy cientos, Evaristo no olvida el comienzo. "Los intermediarios no son tan malos como la gente piensa ni influyen tanto en el precio". Aunque tampoco hable de cifras -"me parecería presuntuoso"-, las cosas carburan en sus dominios. Aunque viaje casi todas las semanas -próximo destino, Senegal-, procura "cuadrar la agenda con el calendario del Sevilla". Y, aunque sus amigos sean muchos e importantes -Del Nido le manda un sms en mitad de la charla... y es sólo un ejemplo-, se aferra al discurso en el que dice creer: "Ante todo, humildad y esfuerzo".

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