CON ACENTO XL | CRÍTICA
Flamenco expansivo
Bienal de Flamenco
Nuestro compañero de este Diario, el crítico flamenco Juan Vergillos, lo ha definido quizás mejor que nadie: “Israel Galván es un clásico y un tópico sevillano”. Pero no siempre fue así. Después de años sufriendo la incomprensión del público de su ciudad, ajusticiado por la traición que sus creaciones suponían al legado tradicionalista de sus padres -los bailaores José Galván y Eugenia de los Reyes- acabó por alcanzar la categoría de genio a la que ahora se ve condenado, pues, como buen vanguardista, parecería que su mayor ambición es sacudirse ese estatus, regresar al punto culminante en que su visión del flamenco suponía una ruptura con los cánones establecidos. “Cada cosa nueva que hago no sé cómo va a ser hasta que estoy bailando, porque el público es el que te desdobla”, ha explicado en la mañana del miércoles en un encuentro con medios de comunicación durante la presentación de Carmen, su peculiar visión de la ópera de Bizet que estrena en la gala de clausura de la Bienal.
A lo largo de los últimos 25 años, Galván ha ido aportando nuevas pautas, que ahora son moneda corriente para sus contemporáneos. Desde el repertorio de movimientos, la puesta en escena, la música que sustenta sus espectáculos -ninguna en aquel Solo- y una omnipresente dosis de parodia, el sevillano ha ido ampliando aquello que es flamenco. “Por lo menos aquí la música es buena”, ha bromeado durante la presentación.
Así mismo, ha querido subrayar su vinculación con la Bienal, en donde ha estrenado espectáculos que han supuesto siempre un salto al vacío: “Me acuerdo de cuando gané el concurso de jóvenes intérpretes en el año 88 y todo el mundo me decía que bailaba muy bien. Luego presenté Los Zapatos Rojos y parece que entonces ya no bailaba tan bien, pero yo sí siento que cada vez he ido bailando mejor”. No obstante se confiesa tenso ante el inminente estreno: “No se me quita el nervio Bienal, es parte de mi vida”.
Los días 5 y 6 de octubre llega al Teatro de la Maestranza para clausurar una Bienal que inició su programación el día 12 de septiembre con Caudal, un homenaje a Paco de Lucía. Ahora, 61 espectáculos después, el festival flamenco más grande del mundo recurre a su hijo pródigo con la única coproducción internacional de esta XXIII edición, para seguir recreándose en sí misma. Porque Sevilla es objeto de la mirada irónica de Galván, que trajo a la edición de 2022 algo tan hispalense como Seises, su particular visión de los danzantes de la Catedral: “Como soy de aquí tengo que bailar aquí, sino no estaría siendo fiel a mí mismo”.
Y qué tópico más firmemente establecido en el imaginario popular que Carmen, la heroína romántica, sensual y trágica surgida de la pluma del francés Prosper Merimée, el personaje que nutriría la ópera homónima de Bizet, que es desde entonces patrimonio universal y ha contribuido decisivamente a la imagen tópica que de nuestra ciudad se tiene en el mundo, cuando se cumplen 150 años de su estreno. Continúa así Galván una serie de visitas a clásicos de la música orquestal, añadiendo esta colaboración con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla a su incursión en La Consagración de la Primavera de Stravinsky o el Amor Brujo de Falla, ambas en 2019. “Veo la ROSS como una guitarra gigante, me hacen bailar con mucho pellizco”.
La gala supone así mismo la inauguración de la temporada del Teatro Maestranza, siendo la primera vez que una coproducción entre Bienal y este teatro sirve de bisagra entre las dos programaciones. Ante la mezcolanza de públicos que eso puede generar, el coreógrafo muestra su resignación con buen humor: “Unos dirán que esto no es flamenco y los otros que esto no es ópera”.
A la cita con periodistas han acudido además todos los intérpretes solistas de Carmen. La mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera interpretará a Carmen, el tenor José Bros será Don José y el barítono Ángel Ódena, Escamillo. No obstante, Galván se reserva el derecho a ser los tres personajes: “quiero hacer un trío conmigo mismo, ser todos ellos”, comentaba con su habitual inclinación por lo metamórfico. El sevillano se reconoce muy interpelado por las voces de los tres líricos: “cantan con la barriga, es muy jondo, y eso hace que yo tenga la necesidad de rematarles”. Los tres han mostrado su ilusión por participar en un proyecto de estas características, tal y como explicaba José Bros: “Cada artista tiene su creación dentro, y me parece que aquí todo está por crear. Es la primera vez que abordamos Carmen desde esta perspectiva y es maravilloso”. Por su parte, Herrera se muestra entusiasmada, “he hecho Carmen muy locas, pero estoy deseando hacer esta”. Ángel Ódena ha destacado lo divertido que le resulta este montaje: “creo que bailar con una orquesta debe ser la hostia. Esta es una oportunidad de llevar la cultura de Sevilla por el mundo”.
El elenco se completa con la cantaora y tocaora María Marín, que aportará el acento popular con un recopilatorio de copla, algo que le hace sentir “muy pequeña, muy grande, muy andaluza”. Como representantes institucionales, a la rueda de prensa han acudido el director de la Bienal, Luis Ybarra, el director general de Cultura del Ayuntamiento, Fernando Mañes, y Javier Menéndez, director del Teatro Maestranza, quien ha adelantado que el espectáculo viajará a Lyon y París. Además, el canal cultural Mezzo grabará la sesión del día 6 de octubre, garantizando la difusión internacional de la producción.
Finalmente, Galván ha explicado que además de los músicos de la ROSS dirigidos por María Itkonen y los cantantes de ópera, se acompañará de un coro de gritones finlandeses como elemento catártico. “Como sabéis me cuesta hablar -tartamudea- y cuando los ví dije, yo quiero gritar así, aunque yo grito con mi cuerpo”. El director del coro, Petri Sirviö, ha aclarado que sus “24 chicos no cantan una sola nota, solo gritan, pero con pasión, amor y energía”. Galván justifica además su presencia como parte “de un viaje de voces muy bonito, que me hacen bailar diferente. Lo lírico, lo flamenco, los gritos, todo junto lo siento como un monstruo”. Habrá que verlos en ese fin de fiesta que no está en el libreto original, pero con el que su creador promete emociones fuertes.
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