MUERTE EN EL NILO | CRÍTICA

Branagh no es Poirot

Kenneth Branagh regresa a las novelas de Agatha Christie con 'Muerte en el Nilo'.

Kenneth Branagh regresa a las novelas de Agatha Christie con 'Muerte en el Nilo'.

Adaptada al cine o a la televisión casi en 200 ocasiones, Agatha Christie, la irreductible y victoriosa campeona de la novela femenina detectivesca -género dentro del género: las llamadas Damas del Crimen- por muchos desprecios y ninguneos que le hayan hecho, no ha tenido tanta suerte al ser llevada a la pantalla grande. Algo del encanto de sus novelas se pierde casi siempre. No es Gran Literatura -con G y L mayúsculas- por supuesto, pero sus obras tienen algo que las hace únicas: una rara mezcla de amable placidez y crueldad, cortesía y cinismo -eso sí, educadísimo-, cotidianidad y excepcionalidad, regusto en lo abrigado, local y pequeño y a la vez emoción exótica. Quizás, de todos sus personajes, sea Miss Marple y su encantador St. Mary Mead quienes mejor lo representen: la muerte irrumpiendo en la más plácida Inglaterra.

El cine ha captado en pocas ocasiones el encanto de Christie. Destacaría Diez negritos de Clair (1938), Testigo de cargo de Wilder (1957) y Asesinato en el Orient Express de Lumet (1974), con el añadido de las Marple interpretadas por Margaret Rutherford y -sólo porque fue una de las últimas composiciones de Nino Rota- Muerte en el Nilo (Guillermin, 1978).

A este último precedente y a este título ahora se acoge Branagh al meterle mano a las novelas de Christie: títulos famosos (ha escogido dos de los más populares en la vertiente exótica) con un reparto de estrellas como se hizo en los años 70 con los Poirot interpretados en cine y televisión entre 1978 y 1986 por Peter Ustinov en películas olvidables. Hay ciertamente otro precedente de Agatha all star, el del ya citado Asesinato en el Orient Express de Lumet, origen de la serie de Ustinov. Pero como corresponde a dos talentos cinematográficos superiores -el de Lumet dirigiendo y el de Albert Finney interpretando el mejor Poirot, además del más fiel al personaje, a lo que podría sumar el vals del tren de Richard Rodney Bennet- nada tiene que ver con las de Ustinov y menos con las dos de Branagh.

Aún con el buen sabor de boca de Belfast, este regreso de Branagh al universo Agatha Christie, aún mejorando su fallida (no en taquilla: fue un exitazo que justificó que esta se rodara) Asesinato en el Orient Express, no aporta nada interesante, resta encanto a la novela y hace tragarse los mostachos de su enfática interpretación del detective, logrando en su caracterización parecer una mala caricatura del gran C. Aubrey Smith en quien quizás se inspire. Desde el innecesario prólogo -la obsesión por el bigote lleva incluso a explicar su origen- a la conclusión del misterio no ofrece nada que no se haya visto ya. El reparto all star es escuálido si se compara con la versión del 78: enfrentar estos Gal Gadot, Letitia Wright, Armie Hammer (a punto de ser cancelado tras varios escándalos que darían para una película de terror), Annette Bening, Ali Fazal, Sophie Okonedo o Emma MacKey a aquellos -atención- Bette Davis, Angela Lansbury, Maggie Smith, David Niven, Mia Farrow, George Kennedy, Jack Warden o Harry Andrews deja KO a esta versión. Tampoco el Poirot enfático (algo humanizado, eso sí, frente al muñeco que Branagh interpretó en su anterior Christie) resiste frente a los ojillos maliciosos de Peter Ustinov.

¿Demasiadas comparaciones? Bueno, es lógico cuando se adapta una novela tan popular que tiene una versión anterior que, sin ser gran cosa, es mejor que esta. Los precedentes medianos dejan peor que los grandes si se queda por debajo de ellos. No le favorecen el mal uso de recursos digitales ni el exceso old fashion del diseño de producción. De todas formas, hay que agradecer que no se oxide a Poirot para modernizarlo como hizo Ritchie con Holmes (suscitando grandes aplausos, por cierto), se dé vidilla en la pantalla a la gran Agatha (siempre habrá alguien que se anime a leerla si no lo ha hecho antes), se haya tomado algo más en serio el juego de la trama y no aburra. Pero poco más se le puede agradecer frente a lo que se le puede reprochar.

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