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Payne, Clooney y la sutileza en las relaciones humanas

  • Llega 'Los descendientes', una de las favoritas al Oscar tras los Globos de Oro

Frente a la fiebre consumista del actual Hollywood, donde hemos visto cómo películas suecas que no tienen dos años son versionadas, un personaje como Alexander Payne es un respiro. Obviando las cuentas de resultados y los balances comerciales, sin tener necesidad de estar en el candelero constantemente, Payne es una rara avis, un sujeto que en 16 años sólo ha rodado cinco películas, pero que le han convertido en un cineasta extraordinariamente respetado. De hecho, es una excelente noticia que siete años después de su magnífica Entre copas haya vuelto con Los descendientes, que se ha convertido en una de las sorpresas de la temporada. Tras su victoria el pasado fin de semana en los Globos de Oro (Mejor Película Dramática y Mejor Actor para George Clooney), camina fuerte hacía los Oscar. Pausado como todo lo que hace, Payne sólo rueda cuando tiene una buena historia entre manos, y ha colocado en las grandes producciones los modos de hacer del mejor cine independiente: historias de gente poco glamurosa, basadas en unos prodigiosos guiones y buscando la sutileza en las relaciones humanas, con grandes dosis de un humor muy personal.

Alexander Payne, que por cierto habla un estupendo castellano -lo estudió en la universidad americana y luego vivió unos años en Salamanca-, adapta en Los descendientes la ópera prima de la escritora hawaiana Kaui Hart Hemmings, que le fascinó, descubriendo en él el proyecto que necesitaba, sobre todo tras haber estado años intentando poner en pie un fallido filme en Irlanda. Ha tenido la suerte de que el inquieto George Clooney, en una nueva muestra de la inteligencia con la que está llevando su carrera, haya aceptado ser el protagonista, lo que ha facilitado su trayectoria comercial. Shailene Wooley, de la serie Vida secreta de una adolescente, es otra de las actrices presentes en el reparto, que también cuenta con el veterano Robert Forster.

La historia nos presenta a George Clooney como un rico terrateniente hawaiano que es el último de su saga. Su familia, irónicamente llamada los King, ha dominado las islas durante años, y ahora él tiene que tomar una grave decisión. Es dueño de las últimas zonas vírgenes de las playas de Hawai, y está pensando seriamente en venderlas. En esto su esposa sufre un grave accidente acuático y queda en coma, lo que lo obliga a acercarse a sus dos hijas, de las que está muy alejado. Una de ellas le comunica que la mujer estaba acompañada de su amante cuando ocurrió el siniestro, sin que se tenga noticia de donde está, ni de quién es en realidad. Durante una crucial semana, el señor King deberá decidir sobre el trascendental asunto de liquidar sus propiedades y extinguir así su largo linaje de gran propietario hawaiano, sobre su matrimonio y sobre sus hijos, al mismo tiempo que busca incansablemente al fugitivo amante de su esposa. Será un viaje de descubrimiento.

Ahora, a ver si Los descendientes conmueven el corazón de los académicos de Hollywood de cara a las candidaturas de los Oscars que salen la próxima semana, en una edición que se prevé bastante abierta.

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