Fotografía

Mario Muchnick, el editor que fijó los instantes

  • El Real Alcázar acoge una selección de fotografías y retratos que el polifacético editor argentino realizó a las principales figuras del pensamiento y la literatura universal del siglo XX

Vista de la sala del Real Alcázar de Sevilla que acoge la exposición fotográfica de Mario Muchnik.

Vista de la sala del Real Alcázar de Sevilla que acoge la exposición fotográfica de Mario Muchnik. / Juan Carlos Vázquez

"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca". La cita nos lleva a Borges delante de anaqueles repletos de libros en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires en algún momento de 1971. Esa imagen en blanco y negro del autor de El Aleph es una de las cumbres del archivo de más de 50.000 negativos que ha atesorado a lo largo de su vida ese hombre del Renacimiento que es Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931). Físico en Italia, editor de audiovisuales en Londres, fundador en 1973 de una editorial con su apellido –siguiendo la estela de su padre, fundador de la mítica Fabril Editora– y director general de sellos literarios decisivos en España como Seix Barral y Anaya, en todas estas etapas de su vida Mucknik compaginó su tarea con una gran pasión, o una obsesión: la de fijar "el instante decisivo", como decía Cartier Bresson.

Tras ver publicada gran parte de su obra fotográfica en distintos volúmenes y exposiciones, en 2017 cedió un conjunto de 133 imágenes al Instituto Cervantes artífice, junto a la Asociación Cultural Iberoamericana, de la exposición Mario Muchnik, el fotógrafo, la muestra que selecciona un total de 60 fotografías que hasta el próximo 27 de octubre se podrán ver en el Salón Alto del Apeadero del Real Alcázar de Sevilla dentro de la programación del Otoño Cultural Iberoamericano. Después, la exposición, que se inauguró en la sede del Instituto Cervantes de París en febrero de 2018, viajará al Museo de Huelva para continuar su vida itinerante por distintos espacios y ciudades.

La de Borges es una imagen icónica en un archivo donde todo son iconos; no es hipérbole sino constatación: premios Cervantes, Nobel, pensadores que participaron en la construcción de la Europa que conocemos hoy, creadores iconoclastas y mitos. El paseo por la exposición y el paso de las páginas del catálogo de esta muestra recorre la historia misma de la literatura y del pensamiento desde mediados del siglo pasado hasta nuestros días: de Bioy Casares a García Márquez, de María Teresa León a Simone de Beavoir, pasando por Italo Calvino, Dario Fo, Umberto Eco o Cortázar, pero también André Malraux, Sartre, Kapuscinski...

Mario-Ricardo Barnatán, comisario de la exposición. Mario-Ricardo Barnatán, comisario de la exposición.

Mario-Ricardo Barnatán, comisario de la exposición. / Juan Carlos Vázquez

Mario-Ricardo Barnatán, porteño de cuna y madrileño de adopción, como Muchnick, es el comisario de este proyecto que lo ha ligado aún más a un amigo que conoce desde hace más de 40 años. "Con la editorial de su padre, Jacobo Muchnik, nos hemos formado varias generaciones de argentinos, fue el sello que dio acogida a muchos de los autores del exilio", razón por la que desde niño en las tertulias del salón de su infancia se cruzaban aquellos autores cuyos nombres veía tiempo más tarde impresos en los lomos de la biblioteca familiar.

Fue el caso de Ernesto Sabato, físico de formación y muy amigo de la familia –Fabril editó en 1961 su primera novela, la celebrada Sobre héroes y tumbas– y que Mario conoció en 1945, con apenas 14 años y que retrataría 22 años después en Frankfurt sin mirar a cámara, desprevenido. Una fotografía inesperada como la gran parte de su obra. Muchnik apenas trabaja con posados, ni con fotos premeditadas, abunda "el instante", explica el comisario. "Son muchas veces retratos robados, sin ninguna iluminación especial ni decorado", cuenta el fotógrafo en el catálogo.

El más antiguo de ellos está fechado en Roma, en 1963, al poeta salmantino Marcos Ana, el preso político que más tiempo pasó en las cárceles del franquismo, de 1939 a 1961. Se conocieron, recuerda Barnatán, "en el primer apartamento que tuvieron, en su exilio en Roma, María Teresa León y Rafael Alberti", a los que también retrató años más tarde. Y entre las más recientes, los de Francisco Ayala, en 2004, con 99 años, comiendo en un restaurante de Madrid, con la servilleta prendida al cuello, y de una exultante Ana María Matute, en 2005, cinco años antes de que recibiera el Premio Cervantes.

Una espectadora contempla una de las imágenes tomadas por el editor. Una espectadora contempla una de las imágenes tomadas por el editor.

Una espectadora contempla una de las imágenes tomadas por el editor. / Juan Carlos Vázquez

Junto a los retratos, en la exposición hay una pequeña selección de estampas que dan testimonio de una existencia atravesada por los grandes acontecimientos más importantes del siglo pasado y los primeros compases del XXI que el fotógrafo llama Crónicas viajeras, en las que capta el fragor de una manifestación en París en 1967 contra la guerra de Vietnam o un mitín de André Malraux en la capital gala en 1968, así como el trajín diario del café lisboeta A Brasileira, lugar de encuentro de Pessoa y su grupo de intelectuales, o a un grupo de niños sentados en un bordillo leyendo cómics en el Salón del Libro de Niza en 1972.

Y siempre, tanto en sus retratos como en las estampas, una mirada curiosa, despierta como la de un niño ilusionado con lo que tiene ante sus ojos. En un hermoso perfil de Muchnik que firma para esta exposición, el bibliotecario y articulista José Carlos Llop recuerda lo que el editor y fotógrafo depositó en la caja fuerte del Banco Español del Río de la Plata, que ahora es la sede del Instituto Cervantes, "una flauta que tocaba de niño allá en Buenos Aires, una vieja caja de música que hizo sonar mil veces, y un retrato dedicado de Shirley Temple niña que su padre le trajo de Nueva York".

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