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El Betis vota por el Racing

  • Ricardo, último eslabón en la concatenación de errores con la que se flageló un equipo con el depósito siempre lleno · Los verdiblancos no se rindieron ni con diez pese a que el banquillo tardó en moverse

¿Es posible imaginarse a un candidato depositando en la urna electoral una papeleta con el nombre del contrario? Pues algo así es lo que hizo el Betis en El Sardinero. El equipo de Paco Chaparro, en un revival de ese Betis que fue precisamente hasta que él lo tomó, se derrotó a sí mismo. Todo sucedió con los verdiblancos dando muestras de que el partido lo tenían muy sujeto y, lo peor, ofreciendo síntomas tras el desaguisado de que en su depósito había gasolina de sobra para haber roto la suerte del choque a su favor... Fue Arzu quien regaló un balón a Tchite, Melli quien se precipitó en una falta que le costó la expulsión y el árbitro quien vio el naranja más rojo que amarillo. Pero sobre ellos erró un guardameta que regaló un gol acto seguido y otro antes de que el equipo se recompusiese para buscar con diez el empate.

Defensa

Habían rozado Melli y Juanito la perfección en la anticipación hasta empequeñecer el juego pronto y versátil de Munitis y trabajado con acierto los extremos para obturar la mínima acometida racinguista por las bandas, pero nada fue igual tras los goles montañeses. Con diez, el Betis se vio obligado a desnudarse, incluso a dar un paso al frente, y en una contra postrera se vio ya con la mochila incomprensiblemente llena.

Ataque

Con las líneas muy juntas, la idea era robar cerca de los medios y lanzar a Mark González o encontrar a Edu en largo. Ambas premisas las cumplió el equipo con cuentagotas pero nunca rifó el balón. Y tras el 2-0, la garra lo llevó arriba sin esa pizca de fortuna necesaria para marcar.

Virtudes

Si el fútbol puede reducirse a sensaciones, las que el Betis arrojó eran las de haber ganado si no se hubiera fustigado con el cilicio.

Talón de aquiles

Ricardo, los fallos a balón parado y la tardanza en los cambios.

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