"Cenizas enamoradas"

Dos mil béticos tributan un emotivo homenaje al fallecido Miki Roqué con sus padres y su hermana presentes en Heliópolis. El Betis retira el dorsal 26 en un acto en el que el Sevilla estuvo representado.

Foto: JC Munoz
Foto: JC Munoz
Javier Mérida

02 de julio 2012 - 21:54

Sencillo, entrañable, emocionante, bello... Al nuevo estilo Betis. Así despidió ayer el Betis a uno de los suyos, a un chaval que el próximo domingo hubiese cumplido 24 años de no haberse cruzado un tumor fatal e ineludible en su camino. Miguel Roqué Farrero, Miki Roqué, 26 eterno en los corazones verdiblancos, recibió ayer el sentido homenaje de la parroquia verdiblanca, después de que la pasada semana tiñese de luto y llanto su Tremp natal.

Los cuerpos técnicos y médicos al completo, el consejo de administración, empleados y muchos futbolistas, entre ellos Nacho, Ezequiel, Jorge Molina, Juanma, Amaya, Nono, Carlos García, el recién llegado Rubén Pérez, otros que lo fueron como Juanito, Juande y Razak y, sobre el césped, los capitanes Casto y Goitia y sus amigos de verdad, Cañas y Beñat... Nadie quiso faltarle a Miki y sólo las vacaciones impidieron un pleno completo en Heliópolis.

No faltó el Sevilla, con Monchi, la consejera Piedad Parejo, el vicesecretario José María del Nido Carrasco, Víctor Orta y el futbolista lebrijano Cala. Tampoco el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido faltó a la cita, ni el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Se vio también por allí al presidente de la Federación Andaluza de Fútbol, Eduardo Herrera, y a numerosos representantes del fútbol modesto en las gradas... Pocos faltaron a este último adiós a Miki Roqué, con las gargantas de casi dos mil béticos recordándolo con sus cánticos, vítores y aplausos desde el comienzo de una ceremonia que duró poco más de una hora.

La primera parte del acto, denominada por el presentador Nacho Vento (Canal Sur) como parte litúrgica, estuvo coordinada por el capellán del Betis, el padre Ángel Martín Sarmiento, quien ofreció una puesta en escena sencillamente conmovedora y con varios episodios emotivos en el que también intervinieron, entre otros, el presidente del club, Miguel Guillén; el entrenador, Pepe Mel, y el doctor Tomás Calero.

"Existen cenizas enamoradas y las de Miki lo son", comenzó Sarmiento evocando las palabras de Quevedo en un acto religioso que terminó con el responso final unos 50 minutos después con la lectura del salmo 26 y un extenso aplauso a Miki Roqué como el que inauguró el acto dedicado a sus padres, Miguel y Olga. Mel también tuvo unas preciosas palabras para el que fue su futbolista y amigo. "¿Te acuerdas cuando me llamaste para darme ánimos cuando la mala racha del equipo? Tú, que librabas una batalla vital, me dabas ánimos a mí. Gracias por hacerme mejor persona", fue la frase más emotiva del técnico.

La parte no religiosa, como la denominó el capellán y que se prolongó por espacio de un cuarto de hora, se inició con la lectura por parte de la hermana de Miki Roqué, Olga, de una carta que ya leyese a la memoria del futbolista en el funeral llevado a cabo la semana pasada en Tremp. Si, entonces, en catalán, logró emocionar a la parroquia, ayer logró arrancar las últimas lágrimas de la concurrencia antes de que la ceremonia tomase un cariz más laico y, por qué no decirlo, incluso futbolístico, al tomar parte los componentes del club y la plantilla.

El consejo de administración del Betis, tal y como comunicó el presentador, ha decidido retirar el dorsal 26, es decir, ningún futbolista de la entidad volverá a lucirlo en el futuro. Una camiseta del futbolista le fue entregada a su madre, en ese instante, quien, en un acto que no estaba previsto, se levantó y envolvió con la prenda la urna con las cenizas del jugador. La grada, como ya había hecho en diversas ocasiones durante la ceremonia, estalló de nuevo con el famoso cántico que desde que cayese enfermo el jugador entona en el minuto 26 de los partidos del Betis, ese "Miki Roqué, oeoeoé..." atronador.

Unas cenizas, las de Miki, que a la par de enamoradas son béticas para siempre y que abandonaron Heliópolis a los sones del himno del centenario a piano como brillante y sencillo colofón.

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