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Formas de embarullarse

  • El Sevilla cayó en la maraña dos veces, primero atrás y luego arriba

Ni que Simeone se hubiera encarnado en Eusebio Sacristán. Colosal la muestra de compromiso e intensidad de la Real, con once y con diez. De hecho, la justa expulsión de Bergara sobrevino por esa sobreexcitación. Primero, los realistas plantaron una maraña cerca de Sergio Rico para encauzar el partido y el resultado; luego, tras quedarse con diez en el minuto 68, la plantaron en su corona del área. En ambas se enredó el Sevilla.

Defensa

La primera defensa de una acción a balón parado trajo pésimas noticias. Krychowiak se dejó ganar la acción ante Bergara. Ese gol inyectó de nervios a los sevillistas cada vez que Illarramendi o Carlos Vela sacaba una falta al corazón del área. Y fueron numerosas. Tan descolocados y desquiciados anduvieron los de blanco ante la valiente y eficaz presión de los realistas que se sucedieron las faltas en zona de riesgo. Hasta doce cometieron los sevillistas en la primera mitad. Y en otra, esos nervios estallaron en una indecisión entre Krychowiak y Sergio Rico que lo complicó todo muchísimo más para los locales.

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Caían en cascada los robos de la Real en zonas avanzadas, con el Sevilla saliendo y tanto Krychowiak como Cristóforo enredados, sin espacios y sin líneas de pase. Banega y Reyes, unos metros más arriba, también eran arrastrados por el brío de los vascos, al mando de Bergara e Illarramendi. Si el utrerano y el argentino se retrasaban para recibir de espaldas, allá que acudía uno de granate como un poseso. Y en la fricción, en esas medias faltas que terminaban con el de blanco en el suelo, Clos Gómez decía "sigan" y los conatos de fuego cerca de Sergio Rico eran inevitables. No jugó la Real con delanteros. Ni le hizo falta: empezó el partido con 0-1. Y a partir de ahí, Zurutuza, Carlos Vela y Oyarzabal plantaron esa maraña junto al trío algo más retrasado, Illarramendi, Bergara y Xabi Prieto. Un extraño 4-3-3-0. Y eficaz.

Ataque

La primera parte transcurrió bajo la impotencia de Banega y Reyes para recibir con el mínimo espacio ni tiempo para hacer saltar la chispa. En una que tuvo el argentino, asistió a Gameiro pero desvió Rulli con el pie. Emery esperó al descanso para prescindir de uno de los pivotes defensivos, una pareja bloqueada por la presión. Fuera Cristóforo, dentro Iborra. La pretendida pieza ofensiva fue de nuevo Iborra en lugar de Llorente, cuando el valenciano tuvo que actuar siempre de ariete, sobre todo cuando la Real Sociedad se quedó con diez. En ese juego de barullo y posibles rebotes o rechaces, la intuición y experiencia de un delantero puro, como es el riojano, pudo ser un valor añadido. Ya nunca se sabrá. El método fue rústico: balones a Mariano y que éste los colgara. Por dentro había un bosque de piernas, pero Banega, Konoplyanka o Vitolo cobran para superar estos retos. No lo hicieron.

Virtudes

Voluntad hasta el pitido final.

Talón de aquiles

Enmarañado dos veces.

UNO POR UNO

Sergio Rico Falta de determinación en las salidas.

Mariano Parecía que tenía un imán para atraer los ataques. También parecía que lo tenía el que le tapaba el centro: casi siempre los estrelló en él.

Rami Ayer, aprendiz de mucho y maestro de nada. Un central tiene que ser, primero, central.

Kolodziejczak Rápido de reacción y suelto con el balón.

Tremoulinas Contadas sus subidas con visos de peligro.   

Krychowiak Carácter para barrer tras sus dos errores. 

Cristóforo Atropellado.

Reyes Superado por el ritmo del juego.

Banega Actuó sin la frescura habitual. De cabeza, incluso más que de piernas.

Vitolo Empezó obligado a correr hacia atrás. Arriba, apareció en el tramo final y ante la muralla fue el único que pisó área desde atrás.

Gameiro Un partido a contraestilo. En el regalo de Rulli, debió cruzarse en la carrera con Íñigo Martínez.

Iborra Una alargada sombra.

N'Zonzi No varió el decorado.

Konoplyanka Sólo un tiro.

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