Ni Heliópolis es antídoto

La cuarta derrota consecutiva y segunda como local enciende todas las alarmas dentro del vestuario · La grada acabó desfilando antes hastiada por la impotencia

1. El centrocampista David Sánchez golpea a Iriney, después de que Bernabé García señalase penalti sobre Jonathan Pereira, y que acabaría con la expulsión del sevillano del Elche. 2. Iñaki Goitia abandona cabizbajo el terreno de juego después de recibir los silbidos de la afición tras su desafortunada actuación de ayer. 3. Jonathan Pereira se echa las manos a la cabeza en un momento del partido, tras una decisión arbital.
1. El centrocampista David Sánchez golpea a Iriney, después de que Bernabé García señalase penalti sobre Jonathan Pereira, y que acabaría con la expulsión del sevillano del Elche. 2. Iñaki Goitia abandona cabizbajo el terreno de juego después de recibir los silbidos de la afición tras su desafortunada actuación de ayer. 3. Jonathan Pereira se echa las manos a la cabeza en un momento del partido, tras una decisión arbital.
Samuel Silva / Sevilla

13 de febrero 2011 - 05:02

Cuando el Betis acumuló su cuarta derrota de la temporada y segunda consecutiva en Granada, nadie quiso apuntar a los malos síntomas que empezaban a asomarse en el juego bético. La fatiga acumulada por la Copa del Rey, un gol encajado nada más empezar en Villarreal o el acierto del equipo nazarí servían como argumentos para justificar el descenso en el rendimiento. Incluso se apuntaba a los dos encuentros que el Betis debía disputar en Heliópolis al calor de su gente como los indicados para regresar a la senda del triunfo. 180 minutos después y tras dos nuevas derrotas, que no se recordaban desde el Betis del descenso, todas las alarmas se han encendido y ya no sólo en el entorno sino también dentro del vestuario.

Primero fue un Recreativo que no había ganado como visitante en todo el campeonato el que se llevó los puntos de Heliópolis con un fútbol sencillo, basado en la solidez defensiva. Ayer fue un Elche que acumulaba siete partidos seguidos sin conocer la derrota quien acabó por desnudar todas las carencias que este Betis ya no puede esconder. Ni una salida en tromba de las que acostumbraba en el inicio; ni una presión asfixiante sobre la salida de pelota del rival, algo que ahora parece incapaz de conseguirse ante el desorden de las líneas; ni fútbol combinativo; ni acierto; ni... El Betis que antes sólo recibió elogios por las virtudes que vistieron su fútbol, ahora pasea sus carencias sin que el cuerpo técnico sea capaz de ponerle remedio.

Si durante la semana, los estamentos del club solicitaron el apoyo de los aficionados, éstos respondieron como suelen hacerlo. El equipo sintió el calor de los suyos desde que comenzó el calentamiento, siguió tras recibir el primer gol del Elche y aumentó como si fuera una noche de las grandes tras el gol de Jorge Molina y la expulsión de David Sánchez. Pero la impotencia que el equipo exhibió en esos minutos donde se esperaba su reacción acabó provocando que los aficionados empezaran a desfilar minutos antes de que finalizase el encuentro. La grada sí había creído que el milagro de, al menos, igualar el 0-3 era posible tras conseguir ese primer gol, pero la fe era mayor en los asientos del Benito Villamarín que en el césped, donde los jugadores carecieron de un fútbol capaz siquiera de encerrar en el área a su rival.

Antes de todo esto, la grada ya había señalado a su responsable, cuando Goitia comenzó a recibir sus silbidos cada vez que intervenía en el juego. Sin otros habituales blancos de la afición sobre el terreno de juego, el meta vasco pagó las iras de los hinchas. "Respeto lo que haga el público", señaló el propio Goitia tras el encuentro, tras reconocer sus errores y como dando a entender que si alguien tenía que pagar por la goleada encajada, su figura había comprado numerosas papeletas.

En el Betis de Mel urge una reacción. El equipo necesita recuperar la confianza en el trabajo que se venía realizando hasta el momento y que se cimentó en Heliópolis. Muchos confiaban en el respaldo de la afición para enderezar el rumbo perdido, pero el antídoto de este Betis ya no se encuentra ni entre los suyos. Un Elche que sólo había logrado cinco goles en los once encuentros que disputó como visitante hasta la fecha, se empachó ayer en Heliópolis con cuatro más. Las alarmas ya suenan en Heliópolis y no sólo entre los aficionados sino también dentro del vestuario. Si antes el ascenso parecía cuestión de tiempo ante el juego que desplegó el equipo, ahora el viento ha virado de manera peligrosa. Ni Emana, ni la grada, ni los cambios... Este Betis debe recuperar cuanto antes la brújula del ascenso.

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