Los nuestros | Rubén Salcedo, monitor y psicólogo en la Escuela Integra Fútbol

Integra Fútbol: un bonito regate a la exclusión

Rubén, junto a algunos de los chicos de la escuela Integra Fútbol.

Rubén, junto a algunos de los chicos de la escuela Integra Fútbol. / M.G.

Pese a no contar con más que 25 años, Rubén Salcedo (La Puebla del Río, 1993) parece muy convencido de a qué quiere dedicar sus días. Graduado en psicología, trabaja desde hace un tiempo con la Escuela Integra Fútbol. La que él entiende como “un espacio de integración y adaptación para niños y niñas que tienen otras capacidades”.

Jóvenes con síndrome de Down, síndrome de Asperger, TDH o disfasia acuden semanalmente a esta asociación que utiliza el fútbol y sus entrenamientos para potenciar todo tipo de factores en estos chicos. La psicomotricidad, el compañerismo o la confianza en uno mismo. Aunque él ya había tenido experiencias previas con estas edades en un centro de acogida, Rubén confiesa que la escuela ha cambiado su manera de mirar la discapacidad. “Creo que por tabú o prejuicio social, llegué con una actitud condescendiente hacia estos niños. Como si su etiqueta estuviese por encima de ellos como personas. Esa fue la principal resistencia que encontré”, comenta. “Una vez que rompes con eso y trasciendes a su diagnóstico, empiezas a verlos igual que tú. Con sus peculiaridades, igual que tú. El saltito que necesitaba era obviar su diagnóstico”.

Rubén cumple su segundo curso en Integra Fútbol. Y al igual que hace uno de los fundadores de la escuela, Rafa Velasco, resalta la importancia que tiene reforzar la autoestima de estos muchachos. “Desde que entré, es uno de los aspectos en los que más evolución he notado. Hay que pensar que ellos, en contextos informales, académicos o cotidianos, son niños que no tienen la facilidad de integración o adaptación que tienen los demás. Y ellos también procesan esto, se dan cuenta. Y eso supone una barrera emocional importante, porque es un querer y no poder. Ellos querrían y podrían jugar con otros niños y hacer cosas con ellos. Entonces eso se les va a acumulando y es una mochilita para ellos”, explica.

Cree que generar un clima propicio para hacer crecer ese autoestima es clave. Y asegura que la escuela “es un espacio con cero hostilidades, con total apertura a que los niños disfruten, a que se les refuerce lo que hacen bien y a que construyan una identidad fuerte sobre ellos mismos”. Si el chico o chica lo necesita especialmente, se le intenta dar roles o consignas para hacerles sentir importantes. “Les hacemos más partícipes o más líderes en algunos días y les decimos: ‘Lleva hoy el calentamiento’, ‘Hoy tienes que intentar que el equipo esté bien posicionado’ u ‘Hoy tienes que ayudar a este compañero a que entienda la actividad’”, detalla.

Para Rubén, uno de los motivos por los que Integra funciona tan bien es por su carácter “multidisciplinar”. Pues monitores y psicólogos trabajan codo a codo. Y se refiere a la labor de éstos últimos –Juanfran, Gabi, Irene o Abigaíl– como determinante.

Él es un hombre de fútbol. Jugó durante muchos años en la cantera del Betis –desde alevines al División de Honor–. Allí coincidió con jugadores como Nono, que llegó al primer equipo, o Isaac Carcelén, hoy en el Rayo Majadahonda. Y aunque después de esa etapa, él siguió jugando en otros equipos, le dio prioridad a la psicología. “A mí la etapa evolutiva de los niños y la adolescencia siempre me ha interesado mucho;creo que es un momento crucial en su desarrollo como personas”, expresa.

Curiosamente, Rubén hizo las prácticas de su carrera en el Sevilla, con Mercedes Valiente. “Fue una experiencia brutal”, dice. A modo de anécdota, cuenta que trabajó con un grupo de chicos entre los que estaba Bryan Gil, el juvenil al que Pablo Machín ya ha hecho debutar en Primera División.

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