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Justo lo que tenía que hacer, ganar

  • Premio honorífico: El Sevilla logra un cómodo triunfo en Valencia y duerme por primera vez en puestos de Liga de Campeones con Jiménez al frente· Seguro: Los nervionenses consiguieron pronto su ventaja y supieron administrarla sin riesgos

Importante paso al frente de ese Sevilla imparable que durmió en la víspera del día grande de la ciudad en un puesto que le daría derecho a disputar la próxima Liga de Campeones. Los sevillistas sestearon más de la cuenta en Mestalla, cierto, pero nadie les podrá negar que se hicieron acreedores al triunfo en su visita al otrora poderoso Valencia. ¿Fácil? Pues sí, para qué se va a mentir, pero el conjunto de Manolo Jiménez se limitó a hacer nada más y nada menos que lo que tenía que hacer, que era ganar. Así que a los fieles de la religión futbolística nervionense les toca vivir una Semana Santa de lo más venturosa a la espera de ese sábado tan señalado en el que les tocará enfrentarse al Atlético de Madrid con muchísimo en juego.

Pero en el fútbol conviene subir los escalones de uno en uno y no tratar de hacerlo de manera atropellada, pues lo contrario conduce a tropezones. Y eso, justamente, fue lo que hizo el equipo de Jiménez en su visita al polvorín, nunca mejor dicho, de Mestalla. Los sevillistas conocían las debilidades del rival, pero, a priori, cualquier analista estipula que el feudo del Valencia no es un lugar fácil. Sin embargo, esta vez eran muchas las circunstancias que jugaban a favor de los intereses del Sevilla y lo mejor de todo es que los futbolistas que defendían el escudo del club del Sánchez-Pizjuán salieron con la lección aprendida para aprovecharlas. Nada de especular en el arranque, la cuestión era liquidar al rival para invitarlo a pensar en otra guerra bien diferente, que es la que tiene que ver con la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey.

Dicho y hecho. El Sevilla se plantó sobre el césped con el motor a tope de revoluciones y ya contabilizaba dos ocasiones de gol a los seis minutos de juego. Kanoute, primero, lo tuvo de cabeza y Luis Fabiano se encontró con su primera oportunidad clara cuando Jesús Navas le sirvió un pase de gol al hueco que lo dejó completamente en solitario delante de Hildebrand. El remate del máximo goleador del fútbol español, muy parecido a uno de los que protagonizara hace escasas semanas contra el Zaragoza, se fue esta vez desviado.

Pero los dos avisos del Sevilla permitían presagiar que el conjunto de Manolo Jiménez se acercaría al nivel de las grandes noches. No le hizo falta, la verdad, porque en poco más de veinte minutos ya tenía más que resuelta la contienda. Luis Fabiano aprovechó una falta de Marchena sobre Keita en la frontal para transformar el golpe franco con maestría y casi ridiculizar a un Hildebrand que se metía en la red como si ésta se tratara de una tela de araña en su afán por sacar la pelota. Primer golpe de los visitantes.

No tardó mucho tiempo en darse una concatenación de circunstancias de las habituales en el mundo del fútbol. Quien está en racha delante del gol dicen que los meten hasta con el culo mientras que los equipos que se despeñan sufren todas las desgracias al mismo tiempo. Ambas cosas sucedieron en la jugada que dejó aquello prácticamente finiquitado. Disparo de Keita desviado, balón que da en Luis Fabiano en un rebote más que otra cosa y el destino no podía ser otro que las redes para desesperación de un Valencia que pensaría con certeza qué había hecho para merecer semejante castigo.

Son las cosas de este juego que responde por fútbol. El Sevilla se había topado con la situación soñada en todos los planteamientos previos y sólo tenía que mantener la calma para llevarse los tres puntos de un campo que rara vez se le ha dado bien. Ahí, sin embargo, comenzaron los problemas para los hombres de Jiménez. Esta vez no se le podrá achacar al entrenador nacido en Arahal ningún paso atrás ni ninguna memez de esa índole, sino que fue el propio equipo el que lo vio tan fácil que se dedicó a la floritura más que al noble arte, siempre en el argot balompédico, de rematar a un rival que ya estaba moribundo.

El Sevilla se sentía cómodo y trató de tener siempre el balón, pero se olvidó de Hildebrand y eso puede resucitar a cualquier equipo. Hasta el Valencia estuvo a punto de hacerlo gracias a un Joaquín que le dio profundidad por su banda. Pero fue más el temor que otra cosa, ya que los visitantes, con una defensa mucho más firme que en los partidos anteriores, siempre tuvieron la situación controlada. Incluso Jiménez hizo un cambio de tremendo valor al sacar a Fazio por el goleador Luis Fabiano por mucho que éste se enojase. El Sevilla fue más sólido desde ahí y, muchos meses después, duerme en puestos de Liga de Campeones. Sin sacar pecho alguno, con Manuel Jiménez en su banquillo.

Ficha técnica:

1-Valencia: Hildebrand, Miguel, Albiol, Marchena, Moretti, Maduro (Edu,m.73), Baraja, Silva, Arizmendi (Joaquín,m.46), Villa y Mata (Morientes, m.58).

2-Sevilla: Palop, Dani Alves, Escudé, Mosquera, Adriano, Jesús Navas (Alfaro,m.90+), Keita, Poulsen, Diego Capel (Koné,m.84), Luis Fabiano (Fazio,m.69) y Kanouté.

Goles: 0-1,m,10: Luis Fabiano. 0-2,m.21: Luis Fabiano. 1-2,m.89: Albiol.

Arbitro: Undiano Mallenco (colegio navarro). Amonestó por el Valencia a Miguel y a Joaquín y por el Sevilla Poulsen, Adriano y Navas.

Incidencias: partido disputado en el campo de Mestalla ante 35.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.

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