El sevillismo no cabe en el pellejo. Está que se sale. El histórico triunfo sobre el Liverpool ha henchido de orgullo a una afición que hace apenas once años ni podría imaginarse lo que le quedaba por vivir en esta década prodigiosa. Los viejos cánticos blanquirrojos vuelven a vibrar por primavera. Y da igual que sea en Basilea o en Madrid. La mejor prueba de esta realidad es la emocionante llegada del Sevilla a la estación de Atocha. Desde los andenes, mientras desembarcaba el equipo, ya se escuchaban los ecos que retumbaron en Saint Jakob Park hace cuatro días.

El recibimiento fue espectacular. Cientos de aficionados sevillistas, desplazados para la final o residentes en Madrid, se dieron cita en la estación de AVE para recibir a los héroes de Basilea, a los pentacampeones de la Liga Europa, a esa escuálida falange que, pese a las múltiples bajas y el sinfín de batallas acumuladas, llegó a Madrid con gana de más. Soñar es gratis y la ilusión puede con todo. ¿No era así?

En Madrid hay hasta sevillistas sin entradas. Uno de ellos es Alfonso Martínez Valle. Llegó a la capital de España en la mañana de ayer, en coche, junto con varios amigos sevillistas de la Alameda de Hércules. "Yo ahora no tengo carné, mi padre, Miguel Martínez, sí es socio. Yo hace cuatro años que no vivo esto y ya no puedo más. Me he venido sin entrada... Hemos empezado ganando, hemos metido el primero ya. Ya vamos ganando 1-0", dice refiriéndose a la tremenda explosión de sevillismo vivida en Atocha. Banderas, bufandas, camisetas, palmas por sevillanas, el Himno del Centenario...

"Échaleeee huevos, Sevilla échaleee huevos". El eco de Nervión resuena fuerte en la capital de España, y sólo era la vanguardia adelantada del grueso de la tropa. Hoy arribarán a Madrid 20.000 más, con la ilusión de ver al pentacampeón tutear a un gigante. Es la infantería sevillista.