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Revancha blanca a medianoche

  • Cristiano Ronaldo y Mourinho consiguen anular el brillante fútbol-espectáculo del Barcelona para llevar la Copa a Madrid 18 años después

Si fuera necesario enlatar diez clásicos entre el Real Madrid y el Barcelona y enviarlos al espacio exterior para la posteridad, el 1-0 blanco en la final de la Copa del rey tendría un lugar asegurado.

La historia incluye todo tipo de ingredientes, desde la revancha a medianoche para Cristiano Ronaldo y José Mourinho, hasta la rodilla hincada del deslumbrante Barcelona ante un Real Madrid que venía sufriendo y golpeado. También el recuerdo de otro hito en Valencia, la caída de la "Quinta del Buitre" ante el Barcelona de Johan Cruyff un 5 de abril de 1990. Allí comenzó a crecer el Dream Team, allí se acabó un gran ciclo blanco.

Imposible saber si lo de esta noche en Mestalla llevará a un proceso similar, pero lo cierto es que la final la ganó el Real Madrid, y si el Barcelona de Guardiola perdió por primera vez en siete partidos con los blancos, fue en buena parte por Mourinho.

El portugués habla mucho, y en más de una ocasión lo hace para confundir. Y si no habla, confunde también. Hoy jugó una final que en realidad había empezado a preparar el sábado, con el 1-1 en el Bernabéu que prácticamente liquidó cualquier posibilidad de soñar con la Liga.

La Liga, claro, le importaba poco y nada al portugués. Aquel partido fue un banco de pruebas para lo que de verdad quería: ganarle una final al Barcelona. Así, ya es el hombre de las cuatro Copas en cuatro países diferentes: Portugal con el Oporto, Inglaterra con el Chelsea, Italia con el Inter y España con el Real Madrid. Guardiola, en cambio, perdió su primera final desde que dirige al Barcelona.

¿Por qué fue la final un éxito de Mourinho? Porque sobre la base del experimento del sábado criticado por figuras como Cruyff, Alfredo Di Stefano y César Luis Menotti, logró perfeccionar el esquema hasta desestabilizar al habitualmente imperturbable Barcelona.

El gigante Pepe ya no fue el eje destructor en el mediocampo, fue ariete y pasador por momentos. Y Özil jugó desde el inicio. En un partido de muchas faltas y tensión, los blancos se pararon mucho más arriba que cinco días antes. Tanto, que Messi llegó a bajar al medio para compensar. Un Messi seguido de cerca siempre por uno, dos y hasta tres rivales. No jugó nada mal el argentino, pero no tuvo la electricidad de otras veces.

Como toda historia apasionante y dramática, tuvo varias fases: tensión equilibrada en el primer tiempo, dominio del Barça avanzando el segundo y cambio de aire -físico y psíquico- del Real Madrid en la prórroga.

Ambos equipos abrazados en círculo en el centro del campo de juego con casi cinco minutos de arenga emotiva y táctica dieron paso a la prórroga. Y ahí surgió Cristiano, primero como amenaza clara con un tiro potente y raso tras contraataque en el 97'.

Aquel misil rozó el palo derecho de Pinto, pero a la siguiente, el portugués no perdonó. Centro del argentino Ángel Di María y el portugués que salta más que nadie para poner el 1-0.

Siete goles de Cristiano en la Copa del rey, siete de Messi. Y el miércoles en Madrid, el inicio de la doble semifinal por la Liga de Campeones, ahora más incierta, apasionante y psicológica que nunca. Quizás sean dos DVD más para incluir en el envío sideral.

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