El holandés Arjen Robben viajó ayer a Alemania para fichar por el Bayern Múnich después de que el Real Madrid aceptara la oferta de 25 millones de euros, para disgusto de un jugador que llegó hace dos temporadas de la mano de Calderón por 36 millones de euros.

Robben declaró en el aeropuerto de Barajas que no quería irse: "Ha habido muchas mentiras, pero al final yo también tengo que decidir lo mejor para mí porque quiero jugar", afirmó seguro.

El extremo holandés pasará hoy el reconocimiento médico, paso previo a su presentación, en el que se espera no haya complicaciones a pesar de sus continuas lesiones, que confirmaron su fama de ser un jugador de cristal.

La salida de Robben servirá también para normalizar las relaciones entre Real Madrid y Bayern Múnich, muy tensas desde el frustrado fichaje del francés Franck Ribery por el conjunto blanco. De hecho, se especula con la posibilidad de que este traspaso esconda algún tipo de preacuerdo para que Ribery acabe en el Real Madrid la próxima temporada o, incluso, esta misma.

La extinción del club de los holandeses está más cerca que nunca y tan sólo Royston Drenthe y Ruud van Nistelrooy parecen salvarse.