Betis - Llagostera · la crónica

Ni Rubén puede con la revelación (2-2)

  • El Betis desperdicia su remontada con dos goles del canario ante un Llagostera que nunca se amilanó en el Benito Villamarín. Dos acciones a balón parado castigan la escasa fiabilidad de la defensa verdiblanca.

El Betis todavía pertenece a la Segunda División, un dato que quizá ya se le olvidaba a más de uno. Los jugadores que ayer vestían de verdiblanco, sobre todo los que se ubican de mediocampo hacia atrás, no andan sobrados en esta categoría y ayer, ante el modesto Llagostera, el equipo revelación de la segunda vuelta, se volvió a evidenciar. Ni esa marcha más con la que compareció el equipo tras el descanso, cuando acumuló media docena de ocasiones de gol; ni contar con la mejor versión de Rubén Castro, que recuperó todo su instinto goleador, le sirvieron a los de Mel para doblegar a un rival del que nadie se fiaba en Heliópolis. El ascenso se encuentra un punto más cerca, el botín obtenido al desperdiciar la remontada lograda, pero las constantes vitales de este Betis, como su fiabilidad, todavía corresponden a la categoría de plata. 

La alta temperatura que se registraba ayer sobre el césped de Heliópolis, por encima de los 35º, hacía prever un encuentro de dos velocidades, con la necesidad de reservar energías para el desarrollo del partido. Quizá influido por ese aspecto, la salida del Llagostera fue mejor que la verdiblanca. Los catalanes se desplegaban con alegría en ataque, sin descuidar la parcela defensiva, y Ríos y Pitu amenazaron la portería de Adán. Poco a poco, y con Portillo al mando de las operaciones, el Betis ganó metros y pisó el área de René, pero, unas veces Kadir y otras Rubén Castro, nunca eligió la opción correcta. 

Tampoco ayudó la labor arbitral a desatascar el partido. Areces Franco, ese colegiado asturiano designado para el partido, obvió una clara zamorana de Alcalá tras un remate de Rubén Castro, que además hubiera supuesto la segunda cartulina para el defensa. Como tampoco fue ayudado correctamente por la asistente, que dio validez al remate con el que Juanjo puso por delante a los visitantes. Eso sí, en el origen de la jugada, la enésima falta de entendimiento entre Jordi y Casado, que acabó con una falta del lateral, para que el Llagostera aprovechase su excelente juego de estrategia. Y, claro está, los pitos del Benito Villamarín se cebaron con los dos béticos. 

El plan de Mel, ese de tocar el balón de un lado a otro hasta encontrar el hueco para intentar romper la telaraña visitante, no surtía efecto. Pero todo cambió tras la salida de vestuarios y seguro que con charla subida de tono de por medio. Ése Betis sí era el que gobierna con autoridad la categoría. También ayudó la tempranera igualada de Rubén Castro, tras un protestado robo de balón de Jorge Molina. El balón pasó por Kadir antes de llegar a Molinero y el pase atrás de éste lo remachó a gol sin piedad el delantero canario. 

El arreón bético encontró fuerza en ese gol y las llegadas se sucedieron. Dani Ceballos, Jorge Molina, Xavi Torres, de nuevo el delantero de Alcoy... Los protagonistas se sucedían, pero todos encontraban respuesta en René, que agigantó su figura para que el Betis no tomase ventaja. 

Pero Mel cuenta con un delantero de otro nivel, que responde al nombre de Rubén Castro. Un mal despeje de Alcalá, atribulado ante la presión del canario, acabó en los pies de éste, que recortó al defensa y lanzó un disparo raso al primer palo que sorprendió al meta visitante. 2-1 y remontada consumada, con fútbol e intensidad, el mejor cóctel posible. 

Lo que ante cualquier equipo de la categoría hubiera supuesto un golpe definitivo no fue así con este conjunto catalán, que se ha quitado los complejos y que utiliza sus argumentos con mucho criterio. No es casualidad que acumule 13 jornadas sin perder y que incluso aspire a colarse entre los seis primeros, y el Betis lo comprobó de primera mano. 

Con atrevimiento y de manera ordenada, el Llagostera ganó metros, algo en lo que también ayudó la escasa aportación de Vadillo y N'Diaye, los dos hombres que Mel movió del banquillo. Precisamente, al francés le señalaron una dudosa falta que acabaría originando el empate, al cazar Tito con una tremenda volea el despeje de la defensa bética a una nueva acción de estrategia. Heliópolis asistía perpleja a la rebeldía de un modesto al que no le pesó comparecer en el Benito Villamarín. Ni tampoco encontrarse con la mejor versión de Rubén Castro. El Betis sí acusó el golpe del 2-2, aunque incluso así dispuso de alguna ocasión para llevarse el partido, sobre todo en una falta lanzada por Xavi Torres y que Eloy Gila desvió hacia su portería con la suerte de encontrarse con el larguero. Ahí, a falta de un minuto, sí murió el encuentro, en el que el Llagostera demostró que no es casualidad que sea uno de los mejores equipos de la segunda vuelta. 

El ascenso se encuentra más cerca, sí, pero todavía necesitará el Betis seguir remando. La falta de oficio le privó ayer de dos puntos que casi lo hubieran colocado en Primera, pero enfrente se encontró con un equipo respondón. Ni la positiva reacción tras el descanso fue suficiente; ni el mejor Rubén Castro fue decisivo. La Primera División todavía vale más esfuerzos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios