El otro partido

Tapando los agujeros que África dejó

  • Chevantón fue el más activo de los que ahora tienen su gran oportunidad

Nadie es imprescindible. Ésa es una de las premisas de José María del Nido, y el tiempo, hasta ahora, no le ha quitado la razón, aunque las pérdidas a las que él se refería, las de aquellos que optaron por tomar otro camino, no se corresponden con las de los futbolistas que se ven obligados -aunque también les suponga un orgullo- a cumplir con sus países.

Hay ausencias que, por el peso específico de quienes se trata, se acusan especialmente, contratiempos que, en mayor o menor medida, y dependiendo del llamado fondo de armario de la plantilla, merman el potencial de cualquier entidad. Ayer comenzó el mes sin Kanoute y Keita -también sin Kone, aunque la aportación de éste no puede ser comparable, de momento, a la de sus compañeros-, los dos jugadores mejor valorados del Sevilla actual junto al enrachado Luis Fabiano. Independientemente del resultado final del encuentro, en el que la imagen ofrecida por el bloque de Manolo Jiménez no desentonó en absoluto con la de las últimas jornadas, la baja del delantero y del centrocampista indiscutibles, que ya se encuentran con su selección preparando la próxima Copa de África, provocó un lógico vacío en el Sevilla, que en ciertos momentos echó en falta el físico y el toque de Keita que tanto impone en la medular, así como la referencia atacante casi infalible que ejerce habitualmente Kanoute.

Poca culpa tiene el Sevilla del mayor de los despropósitos del imperfecto calendario del fútbol internacional, aunque él, como a otros tantos equipos perjudicados por semejante desorden, tiene la obligación de minimizar los efectos entre sus activos de segundo orden. Afortunadamente, el nivel medio del plantel sevillista aminora contratiempos de este calibre, tanto como el empeño de un conjunto empeñado en no ceder ante los primeros vientos en contra el estatus que se ha ganado de un tiempo a esta parte. Si alcanzó cotas tan altas no fue por dos jugadores concretos, por lo que tampoco se desmoronará por la no presencia de otros tantos, por determinantes que sean.

Es ahora cuando ciertos jugadores pueden reivindicarse, cuando han de demostrar que, efectivamente, pueden ser considerados como algo más que como relevos de los titulares. El campo de juego es el mejor sitio para hablar. Si todo profesional, hasta el más contrastado, tiene que demostrar su valía día a día, más aún deben hacerlo aquéllos que sólo visten una elástica de titular cuando la coyuntura lo propicia.

No se trata de buscar revulsivos, sino de contrarrestar prestaciones, y hay nombres propios muy evidentes: Maresca, Renato, Chevantón y Kerzhakov. Dos alternativas por puesto, cuatro jugadores con argumentos ya conocidos. Maresca fue titular y Renato lo sustituyó antes del cuarto de hora del segundo período. Ninguno de los dos impuso su presencia. Kerzhakov reemplazó a Chevantón, y no creó tanto peligro como el uruguayo, ansioso por derrotar a quien lo sentenció. Corrió como el que más. Un testarazo suyo poco después de la reanudación se estrelló con violencia en el larguero. Pudo haber sido el gol de la victoria.

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