Ciclismo | Tokio 2020

Tokio 2020: la última frontera de Alejandro Valverde

Alejandro Valverde, durante una etapa del último Tour de Francia.

Alejandro Valverde, durante una etapa del último Tour de Francia. / GUILLAUME HORCAJUELO / EFE

En la falda del Monte Fuji, una cima sagrada para los japoneses, se encuentra la última frontera de Alejandro Valverde. El murciano, a sus 41 años y tras una carrera jalonada de éxitos, aspira el único que le falta: una medalla en los Juegos Olímpicos, en el que será su quinto intento.

Campeón del mundo en Innsbruck (Austria) 2018 y podio mundial en otras seis ocasiones, ganador de la Vuelta a España 2009 y en otras seis en el cajón, tercero en el Tour de Francia 2015, así como vencedor de clásicas como la Lieja-Bastoña-Lieja o la Flecha Valona, al campeón español sólo le falta un hito: una medalla olímpica.

Ni siquiera un durísismo Tour de Francia en el que se quedó con la miel en los labios en la vigésima segunda etapa que acabó en Andorra La Vella, por detrás del estadounidense Sepp Kuss y sufrió con el frío en algún tramo, hicieron desechar su plan al ciclista murciano: acabar la Grande Boucle y encaminarse después a Tokio.

Serán sus quintos Juegos, una cifra al alcance de pocos deportistas. En ciclismo el récord lo tienen con siete Juegos la japonesa Seiko Hashimoto, presidenta del comité organizador de Tokio 2020, que compitió en ciclismo en pista y patinaje de velocidad; y la longeva ciclista francesa Jeannie Longo.

De Atenas 2004 a Tokio 2020

La historia de Valverde con los Juegos arrancó en Atenas 2004, cita en la que fue el único español que acabó la prueba (en el puesto 44) que ganó el italiano Paolo Bettini. Fue una jornada desafortunada para la selección española: Igor Astarloa, que llegaba como campeón del mundo en ejercicio, se cayó en la primera vuelta del circuito, y también lo hicieron Óscar Freire -que por entonces ya atesoraba dos de sus tres campeonatos mundiales- e Iván Gutiérrez, que abandonaron antes del final, al igual que Igor González de Galdeano.

En Pekín 2008, el campeón murciano logró el que es su mejor resultado olímpico: duodécimo en la carrera que coronó a su compañero Samuel Sánchez, quien se impuso en el grupo de cinco que llegó a meta al italiano Davide Rebellin y al suizo Fabian Cancellara. La vigilancia con Bettini dejó sin oportunidad a Valverde.

El de Londres 2012 fue un circuito poco propicio para sus habilidades. De hecho, parecía cantada la victoria de Mark Cavendish. Pero los que dieron la campanada fueron el kazajo Alexandr Vinokourov y el colombiano Rigoberto Urán, oro y plata respectivamente. Valverde acabó decimoctavo en sus terceros Juegos.

Y en Río 2016, en un circuito duro y más acorde a sus características, no tuvo el golpe de pedal y trabajó para su compañero Joaquim Purito Rodríguez, quinto en una carrera en la que se impuso el belga Greg van Avermaet. El murciano acabó trigésimo, a más de 9 minutos del ganador.

Los Juegos como un regalo

Será su última oportunidad en una cita olímpica -no a nivel ciclista, porque Valverde pretende correr en 2022-, pero el español no quiere ponerse la presión del metal y se toma la competición como un premio. "Está claro que estar en los quintos Juegos Olímpicos para mí es un honor y lo vivo como un regalo. Del recorrido ya hemos tenido alguno duro, el de Pekín que ganó Samuel, y junto con ése, este es el siguiente más duro... No va a hacer falta atacar, yo creo que va a ser por eliminación", explicó Valverde.

A la dureza de esa ascensión, que se corona a 30 kilómetros de la línea de meta, se sumará el intenso calor, acrecentado con la humedad e incluso con probabilidad de lluvia, que se espera en los alrededores del Monte Fuji. "Hemos visto el recorrido, con el calor y la humedad va a ser muy duro. Va a ser importante tener un compañero por delante", agregó Valverde, que deja a un lado la presión de la medalla. "No se trata de una carrera de pueblo, son los Juegos Olímpicos, todos lo vamos a dar todo, pero no quiero tener más presión de la debida", dijo semanas atrás, en la segunda jornada de descanso del Tour.

Para ayudarlo en el empeño, el seleccionador español, Pascual Momparler, ha configurado un equipo hecho "para ir al 1.000 por 1.000 con Valverde", con Ion Izagirre, Gorka Izagirre, Omar Fraile y Jesús Herrada, que serán sus compañeros en esta empresa. "Este es el equipo de Innsbruck, un equipo muy compenetrado, que sabe correr sin pinganillo", recalcó el seleccionador sobre unos corredores que, salvo Gorka, estuvieron todos en el exitoso Mundial de 2018.

De ellos, Gorka asumirá un rol esencial: el de escoltar y al mismo tiempo presionar al Bala para que dé su máximo en Tokio "Es el único corredor capaz de admirar a Alejandro Valverde a la vez de presionarlo y forzarlo a hacer cosas que el propio Alejandro, en carrera en un momento dado, no tiene ganas de hacer", explicó Momparler al dar la lista del equipo olímpico, en el que optó por el guipuzcoano en lugar del vizcaíno Pello Bilbao, en buen momento de forma con su reciente noveno clasificado en la general del Tour.

Un circuito exigente con una cima a 15 kilómetros de meta

La ruta elegida para estos Juegos es un recorrido de 234 kilómetros, desde el Parque Musashinonomori de Tokio, hasta las estribaciones del Monte Fuji, para acabar en el circuito internacional de automovilismo situado en la falda de la montaña. Cuenta con cinco ascensiones y unos últimos 30 kilómetros que serán claves.

La subida al paso de Mikuni, una ascensión de unos 10 kilómetros con rampas de entre el 10 y el 15%, y el paso por Kagosaka son los últimos dos obstáculos antes de un descenso de unos 15 kilómetros hasta el circuito de velocidad, que tiene un pequeño repecho a la entrada. Terreno abonado para escaladores y buenos bajadores, además de caníbales de la carretera como el esloveno Tadej Pogacar o el belga Wout van Aert, en el que tendrá que fajarse Valverde para alcanzar su última frontera.

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