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Valencia y su olor a pólvora

  • El Sevilla visita Mestalla necesitado de un golpe de mano que restituya la fe en el proyecto de Míchel... y de Monchi. Es probable que salga el equipo inicial de la noche ante Osasuna.

Un partido en Mestalla con la noche bien cerrada es una situación bien familiar para el Sevilla, que hoy afronta el último jalón de su pésima primera vuelta con las necesidades que le ha inyectado su dolorosa inconsistencia. Ganar a Osasuna la noche de la Cabalgata de Reyes dio oxígeno a los sevillistas y a Míchel más que a nadie, pero han sido tantos los tropiezos del equipo desde que la Liga echó a andar, que las urgencias aún colean, y mucho, ante un rival... ¿directo? Se verá.

No hay respiro para este Sevilla triste y pálido. Los deberes se le han acumulado, sobre todo por su ineptitud como visitante. En cinco de sus seis últimos desplazamientos en el campeonato (salven el empate sobre la campana ante el Espanyol), los sevillistas doblaron las rodillas sin paliativos. Y en la mayoría de los casos, en rodeos que no se encuentran entre los más inaccesibles: Vigo, Zaragoza, Bilbao, San Sebastián. Sólo el Vicente Calderón queda fuera de esa lista de salidas en las que un cualificado aspirante a visar el pasaporte europeo suele pescar los tres puntos. Pero ese rosario de fracasos lejos de Nervión (agravados por los tropiezos locales ante Valladolid y Málaga) ha puesto en solfa la capacidad de la actual plantilla sevillista para aspirar no ya a la ansiada Liga de Campeones, sino también a ese premio, hasta hace poco menor, de la Liga Europa.

El Sevilla avista el ecuador de la Liga con una indigna cosecha de 22 puntos en 18 jornadas. Cifras de opositor a la permanencia y nada más. Por eso, ganar en Mestalla no va a hacer que el sevillismo apruebe el balance de la primera vuelta de su equipo. Pero supondría un mayúsculo impulso para afrontar la segunda rueda con otro ánimo y, quizás, supondría el punto de inflexión que por Nervión llevan esperando semanas y semanas. Son los de hoy tres puntos para volver a creer en el proyecto de Míchel sobre la hierba, que es el que pergeñó en su despacho Monchi, bajo el poder ejecutivo de Del Nido.

Pocos son los sevillistas que creen en el éxito del plan. Y ahora que el mercado de invierno se ha abierto, se han multiplicado los debates que perturban el trabajo diario de Míchel y su grupo en la ciudad deportiva. Se habla sobre la relativa competitividad de la plantilla actual del Sevilla y del temor a viajar por el filo del abismo hasta mayo; se habla sobre la necesidad de obtener dinero fresco (cash) para afrontar unos pagos inmediatos, que pueden forzar la salida de alguno de los escasos jugadores de primer nivel que aún mantiene el club y por tanto, mermar aún más el potencial del grupo; y se habla, por supuesto, de la necesidad de que tras el debut de Stevanovic ante el Mallorca, lleguen más refuerzos en zonas que parecen más cogidas con alfileres que la banda derecha del ataque.

En medio de esa grillera que es el sevillismo, con agrios debates bajo una inquietud común, Míchel pone en juego otra vez su escuálido crédito en otra semana de órdago, al todo o nada. La victoria ante Osasuna fue clave para no atornillarse en el grupo de los torpes, pero el déficit en juego (también ante el Mallorca, en el trámite copero del miércoles) y en puntos sigue latente ahora que el equipo afronta dos salidas seguidas en la Liga (Valencia y Getafe), más la ida de los cuartos de la Copa, en Zaragoza, incrustada entre ambas.

Si el Sevilla no fragua su sistema de contención al tiempo afila su juego de ataque, es probable que dentro de una semana, o diez días a lo sumo (cuando Jiménez comparezca por Nervión con su Zaragoza, cosas del destino) el proyecto de Míchel haya terminado de desmoronarse. Para evitarlo, es probable que el entrenador madrileño vuelva a apelar al once que saltó ante Osasuna, con Kondogbia, eso sí, más pendiente de respaldar en la contención a Medel por delante de la zaga que de enlazar arriba, donde Rakitic tendrá que unir líneas y ser la fuente de fútbol que nutra a Jesús Navas, Reyes y Negredo.

El Valencia también empezó con zozobra, pero parece que Valverde reconstruye con acierto el mecano bajo un entorno que nunca fue fácil, con ese olor a pólvora. ¿Saldrá por fin un Sevilla consistente y capaz de prender la mecha, como en los dos años anteriores? Más le vale.

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