Alimentando monstruitos en el circo de Tebas

La pregunta es ¿por qué no se llevan el clásico a Miami? Pero todos los años...

Lamine Yamal protesta mientras Rodrygo está en el suelo.
Lamine Yamal protesta mientras Rodrygo está en el suelo. / Chema Moya / Efe

27 de octubre 2025 - 06:44

PARECíA de un tiempo a esta parte que la figura del divo andaba erradicada del mundo del fútbol, aunque, visto lo visto a lo largo de la historia, parece imposible. Hizo lo suyo el diabólico invento del Balón de Oro, con todos los estragos que los premios individuales –y más de esa envergadura mediática– en un deporte colectivo podía hacer en los más jóvenes. Quizá ese mirar siempre al suelo de Messi nos tenía engañados, pues contaban que de puertas para dentro era un endiosado manipulador de vestuarios. Nos bastaba con irritarnos con los arrebatos infantiles de Cristiano Ronaldo, guarnición obligada a la voracidad profesional y competitiva del portugués.

El clásico, ese espectáculo que Javier Tebas querría que se repitiera ocho veces al año, nos recordó la imbecilidad persistente de los monstruitos que alimenta el circo que le vende a asiáticos y americanos a costa de aficionados, clubes y futbolistas españoles y que consienten presidentes trincones en las asambleas de LaLiga.

La imagen de Lamine Yamal y Vinícius al finalizar el partido en el Santiago Bernabéu ofreció un triste teatro que ya no se ve ni en los patios de colegio. La estrella del Barcelona, que no es consciente de lo que tiene en sus botas, juguetea con la posibilidad de acabar en juguete roto si no reconducen su compotamiento fuera de los terrenos de juego y ya también dentro de ellos. Lo del brasileño no es nuevo. Le consienten que falte el respeto a todo el mundo, entrenadores, rivales, compañeros... con absoluta impunidad y permitiendo que encima se proclame la víctima.

Y todo el aderezo extra acaba de componer un cuadro digno del mayor esperpento posible que produce una repulsa perenne en el aficionado que, si pudiera ser, querría que pierdan los dos, Real Madrid y Barcelona. El propio Tebas lo proclama: hay consigna de que no se vea lo que no interesa, más si los protagonistas son sus monstruitos. Pero si es en un Betis-Sevilla, no. La pregunta es ¿por qué no se llevan el clásico a Miami? Pero todos los años...

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