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Hundido y más que tocado (96-68)

  • El Betis Energía Plus, colista de la ACB, encajó en Andorra la octava derrota tras ofrecer una digna imagen en la primera parte y otra muy indigna en la segunda

  • Blazic, verdugo de los hombres de Quintana

Moussa Diagne, del MoraBanc Andorra, disputa una pelota con Oderah Anosike, del Betis

Moussa Diagne, del MoraBanc Andorra, disputa una pelota con Oderah Anosike, del Betis / EFE

Octava jornada y octava derrota del Betis Energía Plus, que volvió a recibir una paliza de escándalo. Esta vez lo hizo en su visita a la cancha del Andorra, al que le aguantó apenas una mitad antes de caer con estrépito en la lona. El knockout deja a los verdiblancos colistas de la categoría tras el triunfo del Burgos frente al UCAM Murcia, un puesto merecidísimo tras comprobar el estado de bloqueo en el que se halla un colectivo del que se han borrado jugadores llamados a ser decisivos en el equipo.

Más de cinco minutos tardó el Betis Energía Plus en anotar los primeros puntos. El atasco en ataque era evidente: ninguna canasta de diez intentos hablaba a las claras de un discreto ataque que había estado compensado hasta el momento por una defensa más agresiva que en anteriores ocasiones. Algo de motivo había en la inclusión de Alfonso Sánchez en el quinteto incial.

El equipo bético se mostraba muy irregular. Anotaba canastas difíciles y fallaba tiros liberados. Nelson, en este último apartado, negó con hechos las estadísticas que lo sitúan como uno de los mejores lanzadores verdiblancos. Mientras, McGrath sufría en la defensa a un espídico Albicy y a Anosike le faltaba contención para evitar las dos faltas en cinco minutos. Su salida, sin embargo, propició la entrada de Golubovic, que hacía daño en la pintura local.

Un reverso del cinco verdiblanco, en la primera jugada del segundo cuarto, reducía a seis la ventaja andorrana (21-15). Otras dos canastas del pívot montenegrino tanto debajo del aro como desde los tres metros tuvieron gran parte de culpa para que el Betis se acercara a cuatro puntos después de un parcial de 3-10.

Cundía la esperanza por unos momentos. La defensa apretaba, sobre todo el freno sobre Albicy impuesto por Franch y Úriz. Cruz, recién salido desde el banquillo, enchufaba dos triples de categoría. Dos canastas posteriores de Kelly y Colo culminaban a continuación un parcial de 2-10 que hacía creer a los béticos que había partido (38-35). La ilusión valía todavía a esas alturas del pulso. Parecía que el Betis se había adaptado al fin a un juego de alternancias y de un golpe tras de otro.

Sin embargo la ilusión se convirtió en fantasía. Fue comenzar la segunda mitad y empezar a desvanecerse el hechizo. No había otra. Los carruajes fueron convirtiéndose en calabazas y los jugadores verdiblancos, que semejaron por momentos a príncipes, sufrieron la transformación de cada jornada en sapos.

Las ayudas defensivas que tan bien habían carburado en el segundo cuarto desaparecieron. Blazic aprovechó para adueñarse del ataque del Andorra. Cada acción suya era una lección de acierto, ya fuera combinando las penetraciones con tiros mortíferos desde el exterior. El desconcierto provocado por el esloveno cundió el ejemplo entre los suyos. Jelinek y Walker, pupilos de excepción de su compañero, cumplieron como dignos imitadores. La ventaja se hacía máxima (14 puntos) a falta de un minuto para la conclusión del tercer cuarto.

Mientras, los jugadores de Quintana empezaron a vagar en la pena. Los hombres importantes, Kelly y Bongou-Colo, iniciaban su recital de errores no forzados. Ni Cruz ni Golubobic eran capaces de enmendar el entuerto total en el que se había convertido el juego del cuadro bético. El hundimiento era ya un hecho. La máxima diferencia local hasta entonces lucía en el marcador tras una gran penetración, otra más, de Jaime Fernández a falta sólo de los últimos 10 minutos: 15 puntos.

Apenas tuvo historia el último periodo. Las máximas ventajas andorranas caían como rocas en la cabeza de los verdiblancos, sin espacio ya en sus mochilas para soportar tanto peso: 16 puntos a falta de nueve minutos, 20 a falta de ocho y 25 a falta siete, provocado por una bandeja, la enésima, de Blazic. Los jugadores cajistas, mientras, se arrojaban por el precipicio a base de pérdidas de balón (Kelly acabó con cuatro) y de errores imposibles en posiciones cómodas de tiro (de un 58 % de acierto en tiros de dos en la primera mitad el equipo bético terminó con un 36).

El partido había acabado a falta de seis minutos. No había competición. Los jugadores se dedicaron a completar un correcalles recreativo mientras algunos trufaban sus estadísticas. El abatimiento de los béticos era visible. El equipo está hundido y más tocado.

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