Coosur Real Betis-San Pablo Burgos | La crónica

Llegó tarde y se fue antes de tiempo (76-85)

  • El conjunto verdiblanco cede ante el Burgos en una cita en la que llegó a ir perdiendo por 18 puntos y se puso por delante en el último cuarto

  • Kravic, autor de un parcial de 1-12, sentenció a los locales

Randle da un pase ante McFadden.

Randle da un pase ante McFadden. / Raúl Caro (Efe)

Llegó tarde al partido y cuando lo hizo, se hundió de nuevo. Así perdió el Coosur Betis (76-85), que después de ir cayendo por 18 puntos (31-49) se metió en el choque y llegó a tener al Burgos contra las cuerdas (70-66) al inicio del último cuarto, pero con Ndoye en el banquillo, Jerome Jordan, primero, y después Kay, como solución de urgencia, fueron incapaces de parar a Kravic, imperial en la zona desde la maestría de unos bases que le daban la pelota justo en el sitio para que liquidara al conjunto sevillano con un parcial de 1-12. Los 12 puntos fueron obra suya mientras Joan Plaza se desesperaba en el banquillo por la oportunidad perdida. Otra más.

Cierra la primera vuelta el equipo hispalense con cuatro victorias. Una menos que la pasada campaña con un partido más disputado. Y con una plantilla que cojea. En la que para taparse los pies se descubre por arriba. Porque tiene importantes carencias. No puede hacer el técnico convocatorias de 12 jugadores, porque le faltan cupos de formación. Falta un cuatro que dé relevo a Kay, el sostén por dentro, porque Obi volvió a tirar la nueva oportunidad que le dieron. Y por él Ouattara se quedó fuera por decisión técnica, de manera que Borg tenía que hacer de tres, Pablo Almazán de cuatro y hasta Randle hizo de escolta.

Del 70-66 se pasó al 71-78 con Kravic anotando los 12 puntos del Burgos sin oposición

Y aun así tuvo sus opciones el Betis, que después de encajar 32 puntos en el primer cuarto y llegar al descanso 12 puntos abajo (43-55), llegó a remontar desde la defensa. Siete puntos recibió sólo en el tercer periodo y mantuvo esa intensidad atrás al inicio del acto definitivo, pero los triples no entraban (2/8 en este cuarto), Jordan tenía las manos blandas por dentro, los bases apenas dirigían ya (una asistencia en todo el cuarto) y nadie demostraba liderazgo en ataque. Feldeine no asumía galones y el entrenador optó por no darle ni un minuto a Ndoye, porque preveía que sufriría mucho ante Kravic. Lo hicieron todos en esta recta final.

Ndoye defiende la entrada de Renfroe. Ndoye defiende la entrada de Renfroe.

Ndoye defiende la entrada de Renfroe. / Raúl Caro (Efe)

Faltó energía en esos momentos y mentes lúcidas, aunque ningún jugador bético estuvo más de 30 minutos en la pista. Faltaron energías porque se tiró un cuarto, en el que nadie defendía creyendo que en ataque se podía aguantar el ritmo al equipo que más puntos anota de la liga. Gran error. Y el Burgos, a golpe de triples, muchos liberados, abrió hueco con un gran acierto (6/8 desde más allá de la línea de los 6,75 metros). Encajar 32 puntos es demasiado regalo (19-32).

Empezó a trabajar atrás el Betis y Randle, fresco, llevó la batuta para mantener a los suyos con 10 puntos al inicio del segundo acto. Pero enfrente Renfroe y Cook ordenaban y mandaban a los suyos de forma magistral, con un Rabaseda que estaba en todos lados y Horton haciendo daño. Obi no fue la solución y Ndoye apareció para, junto a Randle, comandar el ataque y hacer que al descanso lloviera algo menos (43-55).

El 0/6 desde la línea de los 6,75 metros de Feldeine y el 1/6 de Campbell, fueron una losa

Todo cambió tras el descanso y el rapapolvo de Plaza en el vestuario se sintió en la cancha. La defensa se impuso, por fin, y el Burgos se estrelló. Siete puntos anotó sólo, con 0/6 en triples. La intensidad bética hizo que los de Joan Peñarroya perdieran nueve balones en este tercer cuarto y lo aprovechó el Betis para ir limando punto a punto la renta, hasta cerrar el cuarto con una mandarina de Randle desde su campo y a una mano que empataba el encuentro (62-62).

Algo inimaginable pocos minutos antes. El cuadro sevillano llegaba con fuerza desde atrás y le dio la vuelta al marcador. Kay, un todoterreno que hace de todo, quizá más de lo que debería, puso el 70-66, pero a partir de ahí los verdiblancos se hundieron. Hicieron lo más difícil y no dieron para más. Un parcial de 1-12, con constantes fallos en ataques anárquicos y mal ejecutados, enterró las opciones de los locales, rendidos ante el poder interior de Kravic, que noqueó a un Betis sin fuerzas, sin ideas ni un líder en ataque. Llegó tarde al partido y lo entregó al final.

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