Coosur Betis 66-Unicaja 88

Causa y efecto: fichar

  • El Unicaja vuelve a ganar en San Pablo cuatro temporadas después a golpe de triple y al son de Brizuela

  • El Betis se hundió en el tercer acto

Al bético Conger se le apaga la luz ante la defensa de un jugador del Unicaja.

Al bético Conger se le apaga la luz ante la defensa de un jugador del Unicaja. / Juan Carlos Muñoz

El Unicaja pasó como un torbellino por San Pablo para volver a ganar en Sevilla, donde no lo hacía desde octubre de 2013, para asestar un duro golpe a un Coosur Real Betis (66-88) que nunca le tomó el pulso a la lluvia de triples del rival. El acierto exterior de los de Luis Casimiro (14/33) marcó el encuentro ante un equipo que volvió a las malas costumbres, a tirar y tirar incluso en malas posiciones y perdió su sello de identidad, el de levantarse una y otra vez, cuando en el tercer acto despegaron los malagueños. Se mantendrá el conjunto hispalense fuera del descenso esta jornada, pero para no sufrir hacen falta fichajes.

Porque Conger no marca las diferencias que debiera hacer un jugador con ficha extracomunitaria, Sipahi da una de cal y otra de arena, los ala-pívots se han convertido en tiradores, Slaughter no encuentra la regularidad deseada y falta un exterior más de referencia. Izundu es el descarte habitual, Nacho Martín no cuenta y Malmanis no da el nivel en ACB como cuatro (¿y convertirlo en un alero?). Hay una causa efecto clara entre la plantilla y la derrota. Moraleja: fichen.

Como el propio Betis, que se hundió en el segundo cuarto en unos pocos minutos, se recuperó en el tercero y en cuanto el rival le metió una marcha más al choque fue incapaz de pararlo. Y es que con 30-34 acertó Toupane, que abrió un parcial de 3-15 en cuatro minutos para llegar al descanso 16 puntos arriba (33-49). En la reanudación dos triples de Conger y Sipahi mostraron el camino de la reacción desde el triple con un 13-3 de salida: 46-52 y tras un error de Adams bola para acercarse. Pero una mala inversión en el juego de Sipahi llevó el balón a la esquina a Borg, que perdió la posesión y ahí se deshizo el conjunto verdiblanco para, incapaz de parar el vertiginoso juego del Unicaja, que castigaba cada error local volando en ataque.

Se acabó el partido con el Betis insistiendo desde el triple, pese a no tener el día, y el Unicaja castigando cada error verdiblanco con canastas fáciles que ampliaban la renta en cada ataque. Más 18 (53-71) para entrar en el último cuarto, en el que el equipo de Segura, ya con la fe agotada, bajó los brazos y bastante hizo con mantenerse con en la pista con las caras largas.

Le costó entrar en el encuentro al Coosur Betis y el Unicaja, a golpe de triple desde el inicio del choque, marcó diferencias: Alberto Díaz, Deon Thompson y Josh Adams golpearon desde el perímetro. Tuvo que parar el partido Curro Segura para que las cosas no se le escaparon de las manos y su llamada a capítulo, junto a la entrada de Oliver y Jerome Jordan cambiaron el panorama. Slaughter abrió la lata de los verdiblancos desde la línea de los 6,75 metros, pero los errores anteriores ya vislumbraban que no sería el día de los locales en esa faceta (4/14 al descanso). Pese a ello, del 2-10 se repuso el cuadro heliopolitano empatando el duelo (12-12), pero cuando llegaba los de Casimiro volvían a golpear. Preferiblemente desde el triple para mantener el mando.

La tercera personal de Adams, técnica incluida, pronto lo mandó al banquillo bajo la dura reprimenda de su entrenador, y el Betis aprovechó las dudas en la dirección de los malagueños para defender más duro y frenar por momentos al conjunto visitante. Pudo el Betis tomar la delantera, pero un robo de balón costó caro con el triple de Waczynski para que los costasoleños acabaran por delante el primer cuarto.

Pero el ataque sevillano no era fluido. Y cuando se movía bien, la pelota no llegaba a las manos adecuadas para lanzar. Cada error hispalense era penalizado por su rival hasta que un 2+1 de Niang despertó a los suyos, pero apareció Brizuela para marcar diferencias. En un suspiro, cuando parecía que el Betis se enganchaba al encuentro con un robo de balón culminado por el propio Slaughter con un triple frenando en seco en la línea, el escolta madrileño empezó a ver el aro como una piscina, en el lado contrario Almazán falló cuatro tiros seguidos –quizá otros debían asumir esa responsabilidad– para pasar del 30-34 al 33-49.

No es el Betis un conjunto que baje los brazos con facilidad y dos triples de Conger y Sipahi despertaron al equipo. La defensa era más intensa, las ayudas llegaban y en ataque se iba a lo práctico. Redujo la distancia hasta los seis puntos, pero cuando pudo meterle el miedo en el cuerpo al cuadro costasoleño una pérdida la aprovechó Brizuela para meter un triple y cortar la reacción local. Fue el principio del fin, porque al Betis se le apagaron las luces de pronto. Los tiros de media distancia y desde debajo de canasta dejaron de entrar y el Betis empezó a defender como atacaba. Sin fe.

Se acabó el partido. Lo intentó Segura con una zona, pero la herida ya estaba demasiado abierta y a un conjunto que era de los peores estadísticamente en triples como el Unicaja esta vez le entraba todo. Enfrente, el Betis, como siempre en los malos días, quería recortar la desventaja por la vía rápida: a golpe de triple sin sentido en vez de seguir jugando al baloncesto. El golpe es duro, por el rival y porque corta una reacción bética en resultados y en juego. Pero hay vida, mucha, y el objetivo de la salvación está al alcance. Eso sí, que fichen para que el sufrimiento sea el menor posible.

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