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El capitán para el liderato

  • Con el Emana más enchufado de los últimos tiempos, el ascenso es ya casi una realidad · Ni la falta de eficacia ni las concesiones atrás frenan la avalancha bética

Asegura Pepe Mel que le gusta espolear a Emana para que enseñe lo mejor del mucho fútbol que lleva en sus botas y, según lo visto en las dos últimas semanas, parece que ese objetivo también ha sido conseguido. El camerunés, centro de las críticas tras desaparecer en la última media hora del encuentro disputado en Vallecas, ha exhibido lo mejor de su repertorio primero ante el Celta la pasada semana y, sobre todo, ayer en Chapín. Con el Emana más enchufado de los últimos tiempos, incluso partiendo desde la banda izquierda, el Betis ha recuperado el liderazgo en la categoría, algo que nunca debió perder.

Desde que el equipo saltó al césped se empezó a sentir la influencia que Emana tendría en el desarrollo del encuentro. Justo antes de que Miranda Torres señalara el inicio, Emana mandó a los suyos a reunirse en círculo para lanzar la última arenga, con el brazalete de capitán como señal de que el mando era suyo. Y en esta ocasión los ánimos del camerunés no sólo se quedaron en la retórica sino que desde la primera acción demostró que el balón iba a ser su mejor aliado. Un lanzamiento a portería evitado por el codo de Redondo o un eslalon marca de la casa que habilitó de gol a Salva Sevilla fueron las primeras escaramuzas de Emana, los primeros avisos de que el partido estaba en sus botas.

Tras el gol del Xerez, y a diferencia de lo ocurrido ante el Rayo Vallecano, Emana asumió de nuevo el rol principal, olvidando por completo esas molestias en el tobillo derecho que con tanto mimo se viene cuidando en las últimas semanas. Su asistencia a Jonathan Pereira para culminar la remontada y su remate para conseguir el tercer gol bético venían a evidenciar su papel preponderante en el partido. Su posterior celebración, dirigiéndose al millar de aficionados que acompañaron a su equipo, sólo confirmó que ayer sí existió comunión entre el camerunés y el Betis.

Ni la falta de eficacia que el cuadro verdiblanco tuvo como rémora en los primeros 45 minutos o las concesiones defensivas que permitieron los dos goles del Xerez pudieron frenar la avalancha bética, que se materializó en el segundo tiempo con diez minutos de locura que dejaron sentenciado el encuentro. Ni la posterior expulsión de Jonathan Pereira, pero que debió estar precedida de la de Redondo, puso en peligro la victoria del Betis, tan merecida como ese liderato de la categoría que ayer recuperó.

"Sólo pido humildad", manifestó el propio Emana, estandarte del equipo para los que se acercan al Betis desde la lejanía y que ahora también lo está siendo en el terreno de juego. La misma petición del camerunés la realizó Mel, perfecto conocedor de cómo se vive el fútbol entre los béticos y que ese paso de la tristeza a la euforia desmedida puede ser lo más peligroso a lo que se enfrente el Betis de aquí al final de temporada.

Siete puntos de diferencia con el Celta cuando faltan 27 por disputar parecen suficientes, no sólo por la distancia física, sino por las sensaciones que desprende el fútbol de uno y otro equipo. El equipo vigués ni siquiera acaparó el juego siendo el local ante el Valladolid y el Betis no desperdició la ocasión de poner tierra de por medio con su más directo rival adueñándose del balón desde el inicio. Con Emana como capitán, y no sólo por el brazalete, el ascenso está mucho más cerca.

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