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Las carencias están ahí

  • El oportunísimo triunfo en el debut de Manzano no debe esconder que el Sevilla sigue teniendo problemas en la creación · Cigarini no rompe en la posición de los tres cuartos, donde Kanoute sólo rinde a ratos

Un Sevilla más ordenado, más compacto, con más gente por detrás del balón, pero igualmente vulnerable en cuanto abre sus líneas para salir en busca del rival. Gregorio Manzano tuvo un feliz debut como entrenador sevillista, en el que era además su estreno continental, que fundamentó en la idea básica del orden. Sin embargo, ese triunfo llegó a tambalearse porque el equipo continúa teniendo carencias en el centro del campo, tanto en la suma como en la resta. La apuesta de Cigarini, oportunísimo en el gol del triunfo, no funcionó y el técnico jiennense tuvo la capacidad para verlo a tiempo. Sacó a Kanoute, quien mejor podría leer el rol de lo que en Italia llaman trequartista, si no fuera porque la edad no perdona.

Ahí, en los tres cuartos, es donde está llamado a actuar el jugador cedido por el Napoli, pero su físico provoca casi un vacío en una zona fundamental para darle salida al equipo, para desahogar y distribuir el juego y no caer en manos del primer rival medio ordenado y aguerrido que tenga el Sevilla enfrente.

Manzano parece haberse dado cuenta a la primera. De ahí su lógica reacción al sustituir al italiano nada más reanudarse el partido tras el intermedio. Si no hubiera mediado su gol, incluso podría haberlo dejado en el vestuario en el descanso. Porque lo cierto es que, en muchas fases de esa primera parte, el Sevilla parecía jugar con un hombre menos por la falta de presencia de un futbolista cuyo rendimiento físico debe mejorar para tener el ritmo que se requiere en esa posición, para hacerse con el mando y no diluirse en los balones divididos y en el cuerpo a cuerpo.

Manzano logró su primer triunfo con dos días y medio de trabajo. La lectura de su llegada, así pues, no debería menoscabarse por ninguna circunstancia, máxime cuando el Sevilla, con su triunfo en Westfalenstadion, se reenganchó a la Liga Europa y cobró una vital inyección anímica para afrontar otro duelo crucial mañana, ante el Atlético y en Nervión, donde tantos sinsabores se han producido en lo que va de campaña.

Pero el problema está ahí. Los recién cumplidos 33 años de Kanoute juegan en contra de las prestaciones de un futbolista al que ya le falta la frescura para mover su elegante y esbelta figura. Siempre ha sido la mejor opción para actuar ahí en la mediapunta. E incluso sigue aceptando ese rol aunque para ello sacrifique su llegada al gol. Sin embargo, y pese a su encomiable generosidad, ya le falta el pegamento que tenía y con el que galvanizaba el juego del mejor Sevilla. Y tampoco puede ayudar en la resta.

Encontrar la solución será el gran caballo de batalla de Manzano, quien para ello ya podrá contar desde mañana con el recuperado Renato y cabe esperar que pueda ayudar al equipo, aunque es otro, como Kanoute, al que hay que dosificar. Porque lo cierto es que la apuesta por colocar a Guarente junto a Zokora parecer ser la mejor salida para dotar de armazón y orden a un equipo al que ya en Dortmund se vio, a ratos, más cohesionado, menos largo, como el propio Antonio Álvarez reconoció que estaba bajo su dirección. Pero ninguno de los dos, más dotados para lo táctico que Cigarini, está capacitado para llevar el peso del juego creativo, el tempo, el ritmo del partido.

Una incógnita que debe despejar Manzano es el papel que le dará a Romaric, si va a contar con él. También está condicionado físicamente, pero podría rendir en esa zona de tres cuartos. De hecho, sus mejores comparecencias durante su muy cuestionada trayectoria sevillista las desarrolló cuando estuvo arropado por otros dos medios. Otra opción sería meter a tres mediapuntas, con Perotti o Alfaro por el centro. El jiennense tiene trabajo por delante. Mañana será su puesta de largo en Nervión y luego asoma el parón liguero para, ocurra lo que ocurra frente al Atlético, abundar en esa idea de cohesionar al equipo, de juntar sus líneas y de convertirlo en un verdadero bloque que funcione como tal.

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