Seguramente, la presencia o no de público en las gradas de los espectáculos deportivos sea una anécdota más dentro de la desgraciada situación que está viviendo el mundo por culpa del maldito virus conocido como Covid-19 y que nos tiene aterrorizados a todos los humanos casi sin excepción. Valga esta introducción para explicar que en absoluto se pretende convertir estas líneas en una diatriba contra nadie, a la vista de la cifra de contagios y muertos que día tras día se registran en los medios de comunicación.

Sin embargo, sí llama la atención la discriminación que tiene lugar en los distintos espectáculos deportivos y lo complicado que es atenerse a la coherencia para explicar las circunstancias. Resulta que uno ve los partidos de la Copa del Rey que se disputan un jueves y las gradas, mal que bien, de forma más ordenada o menos para explicarnos mejor, albergan aficionados. Un solo día después, en el fútbol de los viernes que organiza la Liga tras conseguir en los tribunales lo que no quería la Federación Española, en las gradas de esos mismos litigios no hay ni un solo aficionado por las prohibiciones correspondientes.

Igual ha sucedido con la misma competición en el rugby, por ejemplo, en el que una semana después de que el Ciencias Olavide visitase al Cisneros madrileño con un montón de aficionados en las gradas de la Complutense los sevillanos tenían que jugar a puerta cerrada en el Campo de la Cartuja, aunque después ya han podido entrar sus hinchas.

El templo de Anfield también registraba en el partido navideño contra el West Bromwich la presencia de hinchas de los 'Reds', como se puede comprobar debajo de estas líneas, en pleno pánico europeo hacia las cepas que se detectan en Gran Bretaña. Y en el derbi del sábado en Heliópolis seguro que no habrá ni un bético ni un sevillista. Dentro de ser una anécdota en esta triste globalidad, “mí no entender nada”.