Sueños esféricos
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El Betis de las cuatro victorias se ha transmutado en un equipo fantasmagórico, incapaz de levantarse ante cualquier contratiempo y que si antes ganó partidos desde la temeridad ahora los pierde temeroso, más preocupado por mantener su portería a cero, algo que ahora parece imposible, que por apretar a un rival que ofrecía síntomas de extrema debilidad como el Racing. La terapia que Patricia Ramírez, la psicóloga del equipo, realiza semanalmente con los jugadores, parece ahora más adecuada para Pepe Mel. El técnico necesita una sesión de diván, aclararse qué equipo pretende y colocarlo sobre el campo.
Uno de los síntomas que sirve de indicador de la enfermedad de este Betis pasa por el continuo cambio, que no rotación, de jugadores. Si un día, como ante el Rayo Vallecano, se confecciona un once en torno a Salva Sevilla, ahora el virgitano se ha quedado fuera de las convocatorias de las últimas dos jornadas. Si Pozuelo realizó 45 minutos esperanzadores ante el Levante, el canterano volvió a desaparecer durante tres partidos y ayer se le otorga la responsabilidad de la camiseta titular en el momento más complicado de la temporada. Y así se podría seguir contando a jugadores como Jefferson, Momo, Tosic o Matilla, a los que se le han dado minutos en un encuentro determinado para hacerlos desaparecer al siguiente. Hasta 27 jugadores ha empleado ya Pepe Mel en diez jornadas de Liga y ese equipo que se recitaba de memoria en la racha de victorias parece ahora incluso imposible de descifrar para el más fiel aficionado.
La segunda señal que invita a la preocupación pasa por la orientación de los cambios que se realiza desde el banquillo. Ante el Granada o el Mallorca se alabó la valentía de Mel, quien no se conformó con empates que parecían cercanos, y transmitió esa ambición a su equipo, que consiguió victorias en los estertores. Ahora todo es bien diferente. Si en Cornellà el recurso fue colocar a Nacho y Juanma como interiores, al más puro estilo medroso de Antonio Tapia, ayer el técnico sólo realizó las sustituciones cuando su equipo ya marchaba por detrás en el marcador, a la desesperada y con un Racing pertrechado sobre las cercanías de su área.
Precisamente, la comparación con los vicios del pasado también se refleja en el mal momento actual. El equipo desprende un aire de esfuerzo y solidaridad, pero que se quedan en castillos de arena al menor contratiempo. Como la temporada pasada, el Betis se ha cegado ante la portería contraria, y sólo lleva anotado un gol en los seis últimos encuentros. Si la temporada pasada la reacción comenzó ante el Albacete, la Ponferradina y la Unión Deportiva Las Palmas -los dos primeros acabaron en Segunda B y el tercero se salvó sobre la bocina-, no parece que la Primera pueda colocar en el camino rivales más adecuados para romper una mala racha como el Rayo Vallecano, el Espanyol o, sobre todo, este Racing que camina por la máxima categoría con algo menos que lo justo.
No es cuestión de señalar a Pepe Mel como único responsable de la situación, pero sí que el regreso del Betis depende de las decisiones que éste tome en los próximos días. La estancia del entrenador verdiblanco en el diván, ya sea de la psicóloga o de su cuerpo técnico, se hace indispensable para que el Betis recupere el camino de la victoria. Mientras tanto, Miguel Guillén, José Antonio Bosch, Vlada Stosic o Rafael Gordillo -quien ya no es presidente, pero mantiene la ascendencia sobre las decisiones deportivas- bien harían en preparar un mensaje coherente para la afición.
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