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La estabilidad perdida

  • Las bajas y los vaivenes tácticos desdibujan el esquema, 4-2-3-1, y el once del récord de la primera vuelta. La lesión de Reyes y las cuatro derrotas fuera, coincidencia sintomática.

Hace apenas una semana, en la dulce resaca de la victoria in extremis sobre el Espanyol, el Sevilla de Unai Emery celebraba un nuevo récord. Su equipo, aun con la agonía que significó aquel gol de Iago Aspas, había alcanzado la cifra inédita de 42 puntos en las primeras 20 jornadas. Dos semanas atrás había dejado otro hito destacable, el récord de puntos en la primera vuelta, sin contar el aplazado del Santiago Bernabéu. El Sevilla alcanzó 39 puntos en 18 partidos y firmó la mejor primera mitad del campeonato en cuanto a puntos. Sin embargo, en el escaso margen que va de la solvente victoria sobre el Málaga por 2-0 el 18 de enero a la feísima derrota ante el Getafe del domingo, 8 de febrero, el equipo de Emery ha perdido la estabilidad y, con ella, parte del crédito ganado a pulso.

Varios son los factores que han condicionado este cambio de rumbo que ha descabalgado al Sevilla de la cuarta plaza y ha apretado la lucha por la Champions con la esperada unión del Villarreal de Marcelino a la pugna. El cúmulo de partidos, entre los de Copa y el aplazado de la jornada 16 con el Real Madrid, ha puesto en evidencia la fortaleza de la plantilla y el criterio de su entrenador a la hora de repartir esfuerzos y gestionar las rotaciones. A Emery se le han acumulado las bajas en este periodo y resulta muy sintomática que la ausencia de Reyes, que se lastimó en la primera parte de la ida copera de Cornellá, haya coincidido con ese bajón que ha pegado el equipo y que lo ha llevado a sumar la primera derrota ante un rival teóricamente, y clasificatoriamente, inferior, el Getafe.

Incluyendo la ida copera ante el Espanyol, día en el que Reyes se lastimó en la primera parte y ya no salió tras el descanso, el Sevilla presenta un pésimo balance de cuatro derrotas, las cuatro a domicilio (Cornellà, Mestalla, Madrid y Getafe), y dos victorias en casa precisamente ante los periquitos, el frustrante 1-0 que supuso la eliminación de la Copa, el primer varapalo del curso, y el susodicho y agónico 3-2 con gol postrero de Iago Aspas.

Durante este periodo, Emery ha visto cómo se le han ido acumulando las bajas. Tremoulinas, justo después de reaparecer y cuando parecía que iba a aportar profundidad y desborde desde el lateral izquierdo, sufrió otra dolencia distinta a la anterior, ahora en el tobillo. Gameiro sufrió una rotura muscular al igual que Reyes. Krychowiak padeció un esguince de tobillo por una dura entrada en Mestalla de Gayà. Beto compartió con el polaco el efecto traumático de una violenta entrada de un rival, en este caso Benzema. Y en Getafe Mbia y Iago Aspas pagaron la fatiga física con sendas lesiones musculares cuyo alcance aún está por definir. Precisamente en el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz causaron baja por sanción Carriço, Aleix Vidal y Vitolo, lo que terminó condicionando negativamente la elección del once titular y el plan estratégico de Emery.

Desde el récord de la primera vuelta, logrado ante el Málaga, las bajas y las soluciones adoptadas por Emery han ido desdibujando el esquema básico y estable del 4-2-3-1. El culmen a esa involución negativa fue el esperpento táctico de Getafe, un 4-4-2 de partida que terminaría convirtiéndose en un inoperante y feble 4-3-3 con el equipo partido en dos e Iborra actuando como el tercer delantero junto a Bacca y Iago Aspas.

El entrenador sevillista, otras veces elogiado por las soluciones tácticas y la capacidad para sacar partida de la estrategia, ha convertido varias soluciones de emergencia en algo normativo: Coke actuó como medio centro con éxito en Almería, gol incluido, en la segunda parte debido al estado físico de Pareja y la ausencia de Mbia, que estaba en África. Pero su recurso en la ida copera en Cornellà, ante la necesidad de rotar para la final de Mestalla, fue ya un capricho de difícil explicación, y en Getafe perseveró en el yerro tras la lesión de Mbia. Algo parecido se puede decir de la ubicación de Iborra en la mediapunta, que puede ser una solución puntual... si no hubiera delanteros.

A esta búsqueda de extrañas soluciones el Sevilla ha unido la pérdida de seguridad defensiva, condicionada por las bajas y el irregular estado de Pareja: de los cinco partidos sin encajar un gol entre el 7 de diciembre (Sevilla-Eibar, 0-0) al 18 de enero (Sevilla-Málaga, 2-0) a los 9 goles recibidos en cuatro partidos.

En ataque, influye el menor rendimiento de Bacca, pero también la baja de Reyes. Sin él, el Sevilla echa de menos a quien abra las vías y maneje el juego ofensivo. Denis Suárez atraviesa un periodo de irregularidad y Banega carece de ritmo y continuidad. El regreso de Reyes, y la paulatina recuperación de efectivos, debe resucitar a un Sevilla que echa de menos el estable 4-2-3-1.

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