Tras las espléndidas remontadas de los nuestros y el gol de Luuk de Jong en Orriols, el ático de la tabla cobra aún más interés a la par que se compacta. Impresionante fin de curso el que tenemos por delante, pero esta jornada será recordada como una de las que más hayan contribuido a ese grado de interés. Cuatro puntos de distancia para que haya premio para tres de esos cuatro litigantes hacen que estemos ante un tramo final fantástico.

A la remontada que el Sevilla logró el Viernes de Dolores frente a un buen Granada se sumaba la del Betis junto a la Bahía en un partido que debió ser menos complicado de habérsele dado validez al autogol de San Emeterio. Pero ni el árbitro ni los del laboratorio VOR se percataron de que cuando Fekir entra en escena, el balón había traspasado la línea de gol. Ese gol hubiera simplificado la tarea sin tener que esperar a que los providenciales cambios surtieran efecto.

Eso fue el sábado, pero es que el Domingo de Ramos nos depararía otra remontada que fue resuelta por un futbolista cedido. Una cesión providencial para el Barça y de amargo sabor para el que lo prestó, pues ese gol en el último momento sirvió, ni más ni menos, para que el destinatario le arrebatase la segunda plaza al remitente. Por cierto, el caso de Luuk es digno de estudio, ya que en el mercado invernal se lo quisieron quitar de encima y ahora resulta cuasi milagrero.

Y a todo esto, los ladridos de la Real Sociedad se acercan tras su triunfo, también remontando, en Elche. Así vemos que cuando el Cachorro esté saliendo de la Catedral saltará el Betis a la cancha donostiarra para pelear por no abandonar esa quinta plaza a la que también aspiran los de Imanol. Esto está que arde, pues aunque el título parece decidido, las plazas continentales son señuelo más que sugerentes como para que estemos ante un fin de curso de cafinitrina bajo la lengua.