El derbi sevillano · frente a frente

Sin gasolina, mandó la mente

  • El guión goleador de la ida se repitió con el orden cambiado. Cuando el bajón físico llegó, la clarividencia del vasco a balón parado pudo con el empuje del vallecano.

El derbi jugado en el Sánchez-Pizjuán parecía ser un calco del partido disputado en el Villamarín. Sólo se había cambiado el orden de los factores, que no el producto, ya que los goleadores habían sido Negredo y Beñat. La diferencia es que en esta ocasión el vallecano adelantó al Sevilla y Beñat empató, de falta al igual que en la ida, al borde del descanso. Pero todo era así hasta el minuto 92, cuando Beñat dispuso de otra falta peligrosa al borde del área y desniveló la balanza que quedó equilibrada en la ida.

Todo apuntaba a que iba a ser de esos partidos en los que Negredo se mete en el bolsillo a su parroquia. No se habían disputado ni 5 minutos cuando el vallecano metió la primera de la que dispuso arrancando en línea tras una buena jugada de Trochowski. El duelo del delantero internacional sevillista con Paulao fue espectacular, llevándose la pelea la mayoría de las veces Negredo, pero sufriendo un desgaste que le pasó factura en la segunda mitad.

También se puede decir que Beñat marcó la primera que tuvo, la diferencia es que fue en el 43, cuando una falta provocada por Santa Cruz terminaba en la portería de Javi Varas, entrando para colmo por su palo. El portero sevillista tenía grabada en la retina la falta de la ida y se movió para llegar al balón en caso de que éste fuera por encima de la barrera. Beñat también se acordaba y esta ocasión disparó al palo del portero sevillista, logrando el empate justo antes del descanso.

En la seguna mitad el protagonismo de ambos bajó. A estas alturas del curso la gasolina es la justa y su incidencia en el juego lo notó. Negredo ya no era un quebradero de cabeza para los centrales, intentaba bajar a recibir y abrir, pero en el único balón que tuvo dentro del área fue estorbado lo justo por Chica y su disparo se fue a córner.

Sabiendo dosificarse, Beñat se colocó casi toda la segunda mitad por detrás de Iriney primero y de Cañas después. Con esto el Betis logró adelantar su presión, mientras que el vasco respiraba, hacía coberturas y movía al equipo desde atrás. Pero si por algo seguía en el campo es porque es de esos jugadores que a balón parado puede dar el triunfo al Betis.

El descontrol en el que se convirtió el partido por la necesidad del Sevilla de ir a por el triunfo provocó que Fernando Navarro hiciera una falta en el borde del área a Pereira con el tiempo cumplido. El estadio enmudeció. Una falta al borde del área se había convertido en algo casi tan peligroso como un penalti. Si el estadio enmudeció, Javi Varas tragaba saliva. El fútbol, en la práctica totalidad de las veces, es una cuestión de estados de ánimo y Beñat le tenía la moral comida al portero sevillista. No hay que ser adivino para saber que por la mente del portero de Pino Montano pasaban la falta de la ida y la de la primera mitad. En la de Beñat todo lo contrario. El vasco tenía la confianza necesaria para permitirse el lujo de tirar una falta rasa esperando el salto de la barrera. Fue lo que pasó, su balón sólo pudo ser seguido por la mirada de Javi Varas y, además del triunfo, se llevó en su haber el ser el jugador más determinante de los derbis de la temporada.

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