A falta de la guinda en la parcela ofensiva, el Sevilla prácticamente cerró la plantilla tras la llegada de Spahic, por lo que desde la directiva sevillista los esfuerzos se centraron en intentar dar salida a los descartes de Marcelino, unos jugadores sobre los que el técnico asturiano no ha parado de señalar tanto en los amistosos, como en los entrenamientos o en las ruedas de prensa, la necesidad de su salida para poder trabajar con la comodidad que una plantilla corta proporciona.

Y a la lista de los Acosta, Alfaro o Romaric ahora toca añadir el nombre de Dabo. El ex del Saint Etienne no ha convencido a Marcelino en la pretemporada y de ahí que se le esté intentando buscar acomodo lejos de Nervión. Si en la concentración del equipo en Costa Ballena las rectificaciones del técnico al lateral eran constantes, la situación se ha bloqueado en las últimas fechas, puesto que Dabo fue el único jugador de los convocados que no disputó ni siquiera un minuto en el Trofeo Antonio Puerta, y además ha sido el único de los disponibles que no ha sido convocado para el amistoso de esta noche ante el Nápoles.

Pese a poder adaptarse a los dos laterales y ser éste el puesto más castigado por las bajas, junto con el centro del campo, desde que el equipo volvió al trabajo, Dabo sólo ha disputado minutos sueltos en los amistosos. Ni la lesión de Coke, ni la disputa de la Copa América por parte de Cáceres o la convocatoria de Luna para el Mundial sub 20 han permitido al francés hacerse con un sitio en ninguno de los laterales del equipo. De hecho Marcelino ha preferido adaptar a Alexis al lateral derecho con tal de que el malagueño, con el que sí se cuenta, acumule minutos aunque no sea en su demarcación natural. Del mismo modo ha preferido utilizar al canterano Samuel para dar descanso a Fernando Navarro en el flanco izquierdo.

De esta forma Dabo parece que será el siguiente en abandonar la disciplina sevillista. Dentro de lo que cabe, es un futbolista con cartel, por lo que no tiene prisa en decidir su futuro. Tampoco tiene prisa el Sevilla, ya que al ser un jugador que vino con la carta de libertad su contratación se ha amortizado esta temporada. A principios del verano el Aston Villa se interesó en él, pero la retirada por problemas cardíacos del técnico galo Gerard Houllier hizo que el interés se enfriara. En los últimos días se le ha vinculado a la órbita del Espanyol y del Getafe, aunque desde el entorno del jugador se prefiere una salida al extranjero, preferiblemente a las islas británicas o Francia.

Tampoco tardará en salir Alfaro, cuyo fichaje por el Mallorca está prácticamente cerrado por una cantidad cercana al medio millón de euros, y sólo falta que los dos clubes hagan oficial el traspaso. La operación es rentable para las dos partes, ya que el futbolista consigue mantenerse en Primera mientras que la entidad sevillista ingresa un dinero, menor que el que podría haber conseguido en otros veranos, pero que soluciona el problema de un jugador que acababa contrato el próximo 30 de junio.

Más complicado está el tema de Romaric tras haberse parado la operación con el Bursaspor, aunque al igual que Alfaro se ha quedado sin dorsal en la plantilla, por lo que de no encontrar acomodo de aquí al cierre del mercado no podrá disputar ningún partido oficial. El jugador tiene asumido que debe marcharse, pero el extraño comportamiento del equipo turco ha hecho que el costamarfileño se muestre reticente a hacer las maletas en esa dirección. Pese a todo, desde el club se siguen moviendo los hilos adecuados para encontrarle un destino que, al igual que en el caso de Alfaro, satisfaga a todas las partes, aunque la celeridad por parte del Sevilla está siendo mayor que en el caso de Dabo, puesto que conforme pasan los días menor es la cuantía que el club podría ingresar por el ex del Le Mans.

Sin declaraciones fuera de tono pero con hechos tremendamente claros, Marcelino va poco a poco consiguiendo su objetivo de una plantilla corta, en la que la reducción de fichas profesionales permitirá la participación activa de numerosos canteranos en los que el técnico parece tener depositada una confianza mayor que en algunos profesionales.