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¡Qué ofrenda a Puerta, diez años después!

  • Los goles de Gameiro, el nuevo héroe, y Mariano, en un calco al del mito de Nervión, honran la memoria del joven que inició la hermosa senda

El You'll never walk alone frente al Himno del Centenario. Gerry Marsden contra El Arrebato. El rojo como denominador común. Al tapete la pasión de dos de las ciudades más futboleras del mundo, con las hinchadas de sus eternos rivales torciendo con descaro por el de enfrente. Sevilla contra Liverpool. Una final soñada por miles de sevillistas, los mismos que admiraban, desde el sótano oscuro de la mediocridad, las proezas del equipo de Bill Shankly y Bob Paisley, de Kenny Dalglish, de Ian Rush, de Graeme Souness, de los Kennedy, en aquellos lejanos 70 y 80..., el equipo de las tragedias de Heysel y Hillsborough. El mismo equipo que levantó una mítica final de Champions ante el Milan en 2005, antes de que Puerta rompiera los esquemas. Fútbol puro. Fútbol Club contra Football Club.

La mejor manera de honrar la memoria del joven nervionense que descerrajó la caja de la gloria del Sevilla, polvorienta desde 1948, fue la que mostraron en otra noche mágica Gameiro y Mariano en el décimo aniversario de su legendario gol al Schalke 04. El delantero francés encauzó la final de Basilea con su atento robo a Malyshev y su primer tanto. No fue un gran golpeo. Simplemente fue el tanto de un goleador hambriento. La misma hambre que mostraba Puerta por hacer grande el escudo de su Sevilla. Luego, Gameiro calmó los nervios, tras el golazo de Eduardo -ya marcó en Nervión el 0-1 en aquel precioso Sevilla-Arsenal de 2007- a pase del inquietante Marlos. El Sevilla había abusado de su portentoso sprint y precipitaba las contras, hasta que alguien mandó templar y parar. Mariano, Coke, Banega, Krychowiak en un pase excelente... y Gameiro. Allí estaba el menudo galo, un Asterix sevillista, para hacer el 2-1, con la pierna zurda. Nadie podía manchar su homenaje.

Todavía estaba vivo el Shakhtar Donetsk y Mariano se sumó con un disparo calcado al de aquel jueves de Feria. Circulación de izquierda a derecha en esta ocasión y el brasileño, viendo adelantado a Pyatov, ve el mismo pasillo que encontró Puerta ante Rost para hacer estallar Nervión aquel 27 de abril de 2006 imborrable. La comba fue idéntica, pero con la diestra. El balón entró empujado por el aliento de los 41.000 sevillistas que colmaron el Sánchez-Pizjuán, como le gusta decir a Pablo Blanco, el que más veces ha vestido la camiseta con la que cayó Puerta, cada vez que recuerda su gol. Parecía que iba fuera, pero iba dentro, nadie podía estropear el homenaje.

El Sevilla, que el año pasado superó al Liverpool en títulos de la UEFA, 4-3, está en otra final europea. Se verá las caras con otro equipo legendario, pentacampeón de la Copa de Europa, tricampeón de la UEFA. Palabras mayores. Liverpool-Sevilla, con Alberto Moreno, otro zurdo admirador de Puerta, enfrente. Casi nada.

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