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La paradoja de un Sevilla sin veneno

  • Tres de los cuatro grandes han caído en Nervión, pero el fútbol de Emery sigue sin satisfacer a todos

En otro contexto, haber ganado a Madrid, Barcelona y Valencia en el primer tercio de la Liga habría supuesto la plena satisfacción de la exigente grada sevillista. Pero el actual Sevilla, frustrada la aventura de la Liga de Campeones, en buena medida por caer en un grupo mortal de necesidad, continúa sin colmar las elevadas expectativas que levantó en verano. Cuando va a embocar diciembre, este equipo que tiene en Logroño la gran ocasión de romper su negativa racha a domicilio, no termina de enganchar a la gente. Porque el sevillista que esperó colas y cacheos y que vibró en el intenso comienzo del partido terminó preguntándose por qué no fue capaz el equipo de Emery de vapulear a un Valencia roto y con nueve...

Es la paradoja de un Sevilla sin veneno, sin ese colmillo retorcido o esa mala uva necesarios para machacar a un contrincante con el que en los últimos años ha vivido una enconada rivalidad. Muchos de esos aficionados que se preguntan por qué su equipo no aprovechó para sacar una renta goleadora mucho mayor también se preguntaban qué habría pasado en Mestalla si dejan al Sevilla con nueve. O qué será del goal average particular si es necesario en la apretada lucha que se atisba por meter los codos de nuevo en Europa, aunque sea en la segunda competición.

La falta de contundencia del actual Sevilla puede responder a la falta de seguridad de un equipo que se ha visto abocado a jugarse el pellejo cada tres o cuatro días. En la Liga no puede fallar más, y en Europa sólo le queda una bala... Demasiada presión para un grupo de futbolistas que, uno por uno, parece hacer un examen final cada vez que juega, ya sea por la necesidad de reivindicarse de Llorente o Immobile, o por la obligación a demostrar su valía de N'Zonzi o Konoplyanka... o por las dudas del propio Emery para dar el pasito adelante porque no se termina de fiar de los suyos.

Curiosamente, en un partido con decenas de centros y jugadas en el área y nada menos que 17 córneres, tuvo que sacar la eficacacia un debutante, un jugador sin el glamour de las estrellas, el fichaje menos ruidoso de Monchi. Escudero golpeó el balón con seguridad, con verdad, sin miedo al error. Con lo que le falta a este Sevilla sin confianza ni veneno.

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