LA PELOTA DE PAPEL

El revuelto de dudas del Atlético

  • Los de Simeone se caen de la pelea por la Liga tras quedar a diez puntos del Real Madrid, primero

  • El porcentaje de triunfos, el más bajo desde la llegada del bonaerense (43%)

La llegada de Diego Pablo Simeone al banquillo del Atlético en 2011 sentó como una auténtica bocanada de aire fresco. El técnico argentino, pura garra, puro nervio, puro, en definitiva, fue capaz de trasladar su carácter guerrero como jugador a su nuevo rol como entrenador. Ya lo había hecho bien en Argentina, el reto en Madrid era mayúsculo: devolver al equipo de su corazón a pelear con los mejores.

Nadie duda de la relevancia que ha tenido el preparador bonaerense en los éxitos recientes del club. Ocho títulos nuevos lucen en sus vitrinas desde que tomara las riendas del primer equipo atlético desde que en diciembre de 2011, un día 23, tomara las riendas del plantel. Como si de un regalo de Navidad, ligeramente adelantado, se tratara.

El cholismo y el partido a partido ganaban adeptos mientras los triunfos acompañaban. Una particular forma de concebir el fútbol desde la fortaleza defensiva y la efectividad de cara a puerta, poco vistosa para el aficionado, que comienza a resquebrajarse conforme los puntos se escapan y alejan el objetivo. El resultadismo como mantra inamovible.

El innegable desgaste del tiempo parece haber aparecido en el Atlético de Simeone. Los madrileños atraviesan quizás el bache más importante de la prodigiosa época del argentino en el banquillo. Y los números lo atestiguan así. Con el boneaerense en el banquillo, nunca los rojiblancos han tenido una menor capacidad productiva como en esta primera fase de temporada, en los que han ganado 13 partidos de 30 (43,3%). Ni tan siquiera a los meses posteriores en su llegada.

De hecho, en la temporada 2011-12, sumó 19 triunfos en 31 choques, (lo que supone un 61% de victorias); en la 2012-13, 35 de 56 (62 %); en la 2013-14, 42 de 61 (68%); en la 2014-15, 31 de 56 (55%); en la 2015-16, 37 de 57 (64%); en 2016-17, 35 de 58 (60%); en la 2017-18, 34 de 59 (57%) y el pasado curso: 30 de 51 (58%) de duelos ganados.

Lo que en otros equipos podría entenderse como cotidiano, en el Atlético encadenar cuatro partidos sin ganar hace saltar las alarmas. Este equipo ya no está habituado a esas dinámicas negativas propias de otras épocas más oscuras y lejanas, y sí a pelear por los títulos con Real Madrid y Barcelona. Y las derrotas ante el equipo blanco en la Supercopa de España –en los penaltis– y ante la Cultural Leonesa –en la prórroga– en Copa del Rey envuelven en dudas el futuro más próximo del conjunto rojiblanco.

Las sensaciones que transmite el equipo no tienen nada que ver con las de otras temporadas. Antes, por ejemplo, un partido que fuera igualado hasta el minuto 60, se sabía que iba a caer del lado atlético antes o después. Ya fuera por un chispazo mágico de Griezmann, por la lucha de Diego Costa o por la clase de Fernando Torres, el partido se iba a terminar decantando a favor del equipo colchonero. Ahora, llegados ese punto de partido, al equipo lo rodea un runrún de cierto nerviosismo que invade a la grada y se transmite al equipo.

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Números en la mano, y a pesar de que todavía falta prácticamente la segunda vuelta de competición al completo, el Atlético parece haberse despedido de pelear mano a mano con el Barcelona y el Real Madrid por el título de Liga. Ese rol de tercer invitado en la batalla, siempre atribuido con razón al equipo colchonero debido a las fuertes inversiones que realiza en el mercado, parece destinado esta temporada al Sevilla, equipo que completa el podio tras los blancos y los azulgrana. Son diez puntos de ventaja los que sacan los de Zinedine Zidane (46) a los de Simeone (36) a estas alturas de competición. Y el próximo fin de semana, ambos se verán las caras en el Santiago Bernabeu. Ese partido decidirá si el Atlético todavía tiene fuerza para recuperar el terreno perdido y meterse en la batalla por la Liga o, por el contrario, queda desterrado y sumido, todavía más, en este revuelto de dudas que rodea a los rojiblancos.

Elimiandos en Copa del Rey, prácticamente sin opciones en la Liga, sólo la Champions aparece como luz en el fondo del túnel. Pero el reto de los atléticos será todavía mayor: tendrán en frente al Liverpool, vigente campeón, en una eliminatoria de octavos de final que se disputará a mediados de febrero. Para entonces tienen mucho que mejorar.

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