El Fiscal

La autonomía de las cofradías

  • Continúa la progresiva pérdida de influencia de las hermandades en el ámbito civil

Nazarenos por la calle Laraña

Nazarenos por la calle Laraña / M. G. (Sevilla)

LAS cofradías han sido históricamente muy celosas de su independencia. Tanto frente al poder eclesiástico como frente al civil, sin olvidar también los recelos con respecto al Consejo de Cofradías desde que existe como tal. En los últimos 25 años han ocurrido dos hechos que curiosamente han minado esas ansias de ser libres: la promulgación de unas normas diocesanas que declaraba a las hermandades como asociaciones públicas de la Iglesia (diciembre de 1997), cuando es perfectamente defendible el carácter privado, y los desórdenes públicos sucedidos hasta en cinco madrugadas de Semana Santa, lo que fortaleció el papel de la Delegación del Gobierno y del Ayuntamiento para intervenir una celebración en la que hasta entonces tenían un papel subordinado de alguna manera a los intereses de las cofradías.

Recordaba estos hechos a raíz del escaso o nulo pronunciamiento de las propias cofradías acerca de la Semana Santa y la pandemia. Nadie ha dicho nada, nadie ha querido decir lo que todos pensábamos, nadie ha querido apostar por la suspensión de la celebración con carácter oficial. Al final tuvo que ser un arzobispo dimisionario, que clama a la Santa Sede por su sustitución, quien tomara la decisión. ¿Pero la de 2020 no se suspendió en una reunión celebrada en la Alcaldía entre Juan Espadas, monseñor Asenjo y Francisco Vélez? Esta vez dejaron sólo al prelado. Pareciera que casi todas las instancias con competencias prefirieron hacerse el sueco. Se puede explicar en los políticos, siempre reacios a las malas noticias.

¿Pero no tenía nada que decir ninguna cofradía ni, por supuesto, el propio Consejo de Hermandades? La comodidad de hoy, el mirar hacia otro lado, el silencio a corto plazo, puede generar efectos perniciosos a medio plazo.

No es de recibo que nadie haya querido saber nada. ¿Acaso tenían y tienen alguna esperanza en que el proceso de vacunación vaya más rápido de lo anunciado? Por si acaso, demasiados se han sacudido la responsabilidad. No se entiende que las cofradías no se haya hecho oír de alguna forma. No se explica que hayan permitido la demora en la suspensión como si esta celebración no tuviera nada que ver con ellas. Lo dijo en su día un presidente como Adolfo Arenas: “O nos organizamos nosotros, o nos organizan desde fuera”. ¡Bravo, don Adolfo! Pues el arzobispo ha dictado. Y todos han callado.

Así ocurre lo que ocurre, por ejemplo, en días de lluvia. Que la cofradía que retorna tras refugiarse en un templo, tiene que ir por donde le dicta el Cecop. Y las hermandades quedan como marionetas. Incluso antes de Semana Santa, es la autoridad civil la que dictamina prácticamente todo. Las cofradías han perdido toda la autoridad en asuntos logísticos. Y probablemente la causa sean los excesos de las últimas décadas, con tantas procesiones extraordinarias que han sido tomadas a pitorreo, cuando no miradas con cierto desdén por quienes de verdad tienen el poder en la ciudad. A las cofradías se les ha perdido el respeto, no digamos ya ese temor que antes generaban en algunos dirigentes políticos, por la superpoblación de pantuflos. Hay demasiada gente en cargos cofradieros que son para no ser tomados en serio. Por eso ocurre cuanto ocurre en demasiadas ocasiones.

Y este criterio vale tanto para el Consejo como para cofradías en particular con poder de liderazgo en la sociedad. Por eso nos alegramos tanto de que el Gran Poder diera el primer paso a la hora de emitir un comunicado contra la ley de eutanasia. Las cofradías no pueden estar pensando en el dinero de las sillas, en cuál será el primer paso que veremos en la calle o en el encargo a medio terminar en el taller de orfebrería, mientras en el exterior de esa burbuja se está decidiendo sobre cuestiones tan trascendentales. Las cofradías debieron anticiparse a una suspensión anunciada. Se les ha visto el plumero.

¡Tendremos cachitos!

Se lo anunciamos en esta página. El Consejo tira para adelante con el sucedáneo de pregón con tal de recibir la subvención municipal para este acto. ¡Todo por la pasta que estamos tiesos! Tendremos antiguos pregoneros releyendo algunos de sus pasajes. ¡Marchando una de cachitos morados! Lo bueno sería que hubiera comentarios originales, como se hace en Nochevieja en La Primera. ¿Se imaginan? Es que ya estoy viendo esos rótulos tan geniales sobreimpresionados en la pantalla. El tipo está levitando, Éste no ha salido de nazareno en su vida, Él inventó el ripio, Mueve más los brazos que un controlador aéreo, ¡Pestiño, al rico pestiño!, Algo así debe ser un Domingo de Ramos en Leganés, Es un verdadero hombre de Iglesia (bostezos), Chilla más que un gato con la cola pisada...

¿Y el cartelista?

No terminamos de entender una cosa. ¿Por qué no se hace algo similar con el cartel? Ah, no. Al cartelista se le quema aunque no haya cofradías en la calle, pero al pregonero no. Al pregonero se le espera otro año más. ¿Por qué sí habrá cartel en 2021 pero no el pregón? ¿Acaso es porque con el cartel no se recibe subvención alguna, más allá de la ayuda de la Caja Rural que cede su salón de actos y pone la tortilla?

Más de carteles

La junta de gobierno de la Corona, que preside Alejandro Mateo como hermano mayor, ha apostado por Ricardo Suárez para el cartel anunciador del vía crucis de 2021, único gran acto cofradiero que habrá la próxima cuaresma. Se espera, por supuesto, algo innovador y que se salga de los habituales criterios de postalita y superpoblación de elementos. Si el Consejo acertó con la designación de la imagen, ¿qué quieren que digamos sobre la designación del cartelista?Seguro que no nos deja indiferente.

El pertiguero

Primer golpe. ¿Quién le ha pedido al Consejo que mantenga la “ilusión” por el día del Pregón? Segundo golpe. Detallazo del Gran Poder con Asenjo al distinguirlo como hermano mayor honorario. Don Juan José recordó sus comienzos “viscosos” con las cofradías. Tercer golpe. Sin púrpura, pero con los máximos honores en San Lorenzo. Y ciriales arriba. Qué cosas pasan...

El Lagarto de la Catedral: "Cuando se trabaja para una entidad eclesiástica se debe tener cuidado con lo que se publica en las redes sociales a riesgo de que te hagan borrar inconveniencias. Y conste que estos fallos son cometidos a veces por personas cabales que se dejan llevar por impulsos. Don Marcelino es muy buen controlador"