El Fiscal

El riesgo de una cuaresma con menos calor en las casas de hermandad

  • Que la vía telemática no sustituya nunca la valiosa y necesaria presencia del hermano en las dependencias

Nazarenos con sus papeletas.

Nazarenos con sus papeletas. / Antonio Pizarro (Sevilla)

Febrero es el mes que no trae la cuaresma, se alzan más y más altares de culto, intuimos ya algún que otro superviernes con varios vía crucis en las calles, hemos vivido las primeras y multitudinarias igualás de costaleros (¡170 aspirantes en la de la Abnegación de San Bernardo!) y, por supuesto, nos han llegado ya los calendarios de las papeletas de sitio. Ojo porque hay ya demasiadas facilidades para realizar determinados trámites sin necesidad de acudir a la casa de hermandad, lo que puede generar una suerte de cuaresma fría, gélida y algo despersonalizada. Es una comodidad poder cumplir ciertas obligaciones de forma rápida y segura por la vía telemática, como ocurre con la renovación de las sillas de la carrera oficial, por ejemplo, pero se corre el serio riesgo de perderse el contacto con el hermano.

Hay que comprender que muchas personas ven el centro como zona inaccesible, en el caso de las numerosas hermandades que radican en el casco antiguo. Verdaderamente hace mucho tiempo que el sevillano abandonó el centro al desaparecer la penetración máxima de los autobuses de Tussam hasta la Plaza Nueva y, por supuesto, al estar invadido por un turismo depredador. La figura del cobrador era una suerte de enlace entre muchos hermanos y la hermandad. La breve charla con este señor mientras recortaba los cartoncitos de los trimestres sin abonar daba para informarse sobre el estado de salud de un hermano, la muerte de la madre de otro o simplemente cambiar impresiones sobre la cuantía de la cuota extra para levantar la casa de hermandad, pagar los gastos de la coronación canónica o sufragar el nuevo manto. La masiva domiciliación bancaria extinguió la figura del cobrador, salvo algunas excepciones. Y era lógico, todo hay que decirlo, porque el cobrador se llevaba un porcentaje de los ingresos.

Sin ganas de ir al centro, sin cobrador y con la vía telemática abierta en muchos casos mediante la reserva de la papeleta, hay muchos hermanos que ya no hacen esa visita tan entrañable a la casa de hermandad. La sola cola de espera era una ocasión para la convivencia. Hay fotografías de reparto de papeletas de sitio de los años 70 y 80 hasta con botellas de tinto en la mesa y todos los señores trajeados. Eso ya no se ve hoy. Nos dan idea del calor que se vivía en aquellas horas de cuaresma interior. ¡Cómo olvidar las tardes de reparto que disfrutaba Ramón Pérez de los Santos en la casa de hermandad del Museo! Uno de los trámites más bonitos era ver cómo la mayoría de hermanos lo reconocían y lo saludaban. El saludo afectuoso a Ramón formaba parte del rito de sacar la papeleta de sitio para muchísimos cofrades del Lunes Santo. 

Sacar la papeleta suponía ponerse al día en el pago de los recibos, pasar por la urna donde se entrega el donativo para las flores de la Virgen, interesarse sobre la opción de pedir una vara y hasta recibir una amonestación porque el año pasado se vistió una túnica que no guardaba el decoro debido. Todo era contacto, calor, convivencia... No es que haya desaparecido, pero en muchos casos se ha enfriado. Se podría aplicar una analogía con las entidades financieras, que prefieren que usemos la aplicación digital antes que recibirnos en la sucursal y hablar en persona. Pero no, seguro que en nuestras hermandades el fin no es disuasorio, sino dar facilidades a los que están lejos y cargados de obligaciones. El caso es que el efecto es ya el que apuntamos: el capirotero ha pasado de presentarse dos días en la hermandad (el de la retirada de la papeleta y el de la salida de la cofradía) a hacerlo solo uno. ¡Y dicho sea o con todo respeto y gratitud al capirotero, figura imprescindible!

Francisco Vélez, Juan Carlos Cabrera, Manuel Marvizón y Manuel del Cuvillo, en el acto del viernes. Francisco Vélez, Juan Carlos Cabrera, Manuel Marvizón y Manuel del Cuvillo, en el acto del viernes.

Francisco Vélez, Juan Carlos Cabrera, Manuel Marvizón y Manuel del Cuvillo, en el acto del viernes. / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

La plata de un olivo muy especial para Marvizón

Al maestro Marvizón le han dado el Olivo de Plata de la Hermandad de la Redención. Un acierto de la junta de gobierno que preside Manuel del Cuvillo. Seguro que Manolo se emocionó mucho, pues esa hermandad está hermosamente ligada a su vida familiar desde que la plaza era de López Pintado y el cura don Eugenio. No se comprende a los artistas sin su entorno ni trayectoria. No se entiende a Marvizón sin Charo Padilla y... la Redención. Dios los bendiga a todos.