Isabel Díaz Ayuso: "Cualquiera en mi lugar, defendiendo mis valores, también recibiría bofetadas"

El Zaguán

Sonríe y atiza con la misma facilidad, tiene perdida la esperanza en la reunificación de la derecha e insiste en la necesidad de ejercer de muro de contención del comunismo y el comunismo

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El Zaguán de Carlos Navarro con Isabel Díaz Ayuso / José Ángel García

Esta vez no concertamos una entrevista al uso, sino una charla informal, como corresponde a la sección El Zaguán. Pero la actualidad se impone siempre. Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 1978) es puntual, paciente y disciplinada con el formato que se le propone. Ha visitado Sevilla para amadrinar los premios anuales de la revista Escaparate. Sonríe y atiza con la misma facilidad.

–Ha sido puntual en su llegada a Sevilla. ¿Ha funcionado el AVE o es que ha venido por carretera?

–Sí, la verdad es que no las tenía todas conmigo. El AVE se ha detenido un momento a la altura de Puertollano y pensé que empezaba el parón. Pero se puso en marcha pronto. Y hemos llegado puntuales.

–En Sevilla hemos perdido el esmero y la puntualidad en el AVE, como en Cataluña se ha perdido el espíritu del 92. ¿O soy un pesimista?

–La falta de inversiones en infraestructuras claves que vertebran España nos lleva a esta situación. Es una pena porque detrás está el trabajo de grandes ingenieros, de grandes técnicos, de grandes profesionales que son la marca España que no debería perderse por nada del mundo.

“Si la política es un continuo campo de batalla, los mejores no querrán dar el paso”

–¿Qué ocurriría si le pido que me responda en catalán?

–De hecho, pensé que si llegábamos tarde podríamos poner una queja en catalán. Si no, le voy a meter un puro a la empresa. Son más de 250 empleados. Lo que consiguen con todo esto es que una riqueza cultural como una lengua co-oficial se convierta por un lado en una herramienta política divisoria y por otro en una lengua incómoda, cuando debería ser todo lo contrario. Tengo familia catalana. Me parece una maravilla que en una reunión, en una mesa se pueda pasar del catalán al español con facilidad y naturalidad. Y cuando una persona es bilingüe tiene una capacidad inmensa para una o dos lenguas más. En lugar de ser algo que es propio de España se convierte en antipático para muchos. Perdemos todos.

Isabel Díaz Ayuso, en los salones del Hotel Hesperia de Sevilla / José Ángel García

–El turismo invade las grandes ciudades. Se dice que en Sevilla hay fechas en que si se encuentran dos sevillanos por Sierpes hasta se dan un abrazo. ¿Nos estamos pasando? Hay efectos realmente devastadores.

–Nosotros en Madrid apostamos por el turismo de calidad. Y entiéndame. Toda persona y todo turismo valen lo mismo. Trabajamos para un turista que tiene un gasto medio extraordinario, que disfruta de grandes eventos. Y trabajamos para que ese turismo se reparta por otros rincones de la Comunidad de Madrid y otras provincias, porque para mí es muy importante que crezcan Ávila, Segovia o Guadalajara, Toledo, Cuenca… Porque somos hermanos, somos una gran nación.

–El otro día oí un discurso de Alfonso Guerra en el Alcázar de Sevilla denunciando que padecemos un “narcisismo fatuo”. “La gente fríe un huevo y lo publica en Instagram”. Eso incluye también a la clase política. ¿No se ha frivolizado la política? ¿Ha perdido fuste intelectual?

–Hay una mezcla de muchas cosas. Grandes políticos serían ahora incapaces de dar un paso adelante, intelectuales, gente que nos llevó hasta la España de la Transición. A raíz de la entrada de Podemos, del 15-M, todo ha empeorado mucho. Si a esto le añadimos, efectivamente, que nos creemos los más importantes cuando hacemos las cosas, pues sí que se da esa circunstancia que refiere.

“Todos diríamos ‘me gusta la fruta’ si el presidente se mete con tu hermano en el Congreso”

–¿Cree que soy un ingenuo si albergo la esperanza en que la política recupere algún día el prestigio?

–Tendría que ser así. Y para eso hace falta que nos replanteemos un poco si esto tiene que ser un campo de batalla continua. Porque si no, los mejores no van a querer estar aquí.

–Hay un compañero suyo de partido que considera que deberíamos volver a una “política aburrida”, tener derecho a ella, retornar a aquellos tiempos en que, por ejemplo, la apertura del Año Judicial casi no era noticia, o cuando no conocíamos los nombres de los magistrados. ¿Deberíamos volver a esa “política aburrida”?

–A veces estamos en ella, pero se demuestra que no importa. Todos los días pronuncio discursos y pongo en marcha medidas que no tienen apenas repercusión y son fundamentales. Por ejemplo para que los enfermos de ELA cuando pierdan la voz, en lugar de que se ponga la voz de una máquina, que para ellos es algo muy doloroso, sea su propia voz la que la máquina reproduzca, para lo cual hemos registrado un banco de voces. O abrimos nuevos colegios de educación especial, o hacemos avances contra la diabetes, o para el corazón o los recién nacidos… Y a nadie le importa. Al final la agenda la marcamos entre todos de una manera incorrecta. Y le damos importancia al chisme y a lo negativo.

Isabel Díaz Ayuso. / José Ángel García

–Tiene usted muchos partidarios en los veraneantes madrileños del Puerto de Santa María. En las tertulias de playa discuten sobre si su discurso tendría el mismo éxito fuera de Madrid como lo tiene en su Comunidad. A lo mejor es que, por puro egoísmo, sus paisanos la quieren siempre en el despacho de la Puerta del Sol… ¿O tiene usted el temor de que su discurso fuera de Madrid no tenga el mismo triunfo?

–Para mí el temor sería que Madrid no fuera querida fuera de su región, pero es todo lo contrario. Y así lo percibo cuando viajo y cuando tantos españoles de todas partes vienen a Madrid unos días y te dicen lo bonita que está, lo mucho que les gusta su casa… Eso es lo que importa. ¡También le digo que no debo estar tan mal cuando mis adversarios a nivel nacional están tan irritados conmigo! ¿No? Pero eso no me tiene que importar. Lo único que quiero pensar es que somos regiones hermanas, de un gran país, de una gran nación y que somos presidentes de comunidades autónomas y, por tanto, representantes del Estado. Y todo lo que ocurre en toda España es cosa de todos. Y si eso es lo que se percibe, es lo que me importa.

“Somos un dique de contención del secesionismo y el comunismo”

–¿Usted sí está convencida entonces de que su discurso tiene éxito más allá de Madrid?

–Por lo menos lo tiene en las personas que representan los valores que yo defiendo. No veo a un votante del PP o del centro derecha liberal queriendo que le suban los impuestos, que se metan en la educación de sus hijos, que se ataque la propiedad, que se fomente la ocupación, que se pacte con personas que son capaces de acabar con la libertad y con la vida, que son los dos bienes más preciados que tiene el hombre. ¡No conozco a ese votante! Si no le gusto será por otras cuestiones, no por los valores que defiendo.

–¿Considera que representa una “derecha desacomplejada” y por eso es la fijación del sanchismo? A veces parece el pararrayos del sanchismo. O su bestia negra.

–Hay un equipo que no deja de crecer. Hay un momento en que conseguimos la mayoría absoluta. Y seguimos creciendo, luego hay un proyecto que representa a todos los ciudadanos, de izquierda y de derechas. Gobernamos para todos con unos valores claros, eso sí. Las políticas de ellos son fracasadas en las regiones donde gobiernan. Somos un dique de contención del secesionismo, del comunismo y de todas las políticas bolivarianas que el Gobierno está poniendo en marcha cada día a través de numerosas normas. Entonces somos ese muro de contención. Como se va contra Madrid, contra la Corona, contra la Historia, contra la Transición, contra todo lo que nos da sentido como nación, cualquiera puede entender que no es solo una cuestión personal, pues cualquiera en mi lugar estaría recibiendo unas cuantas bofetadas.

“Mi temor sería que Madrid, no yo, no fuera querida fuera de la región, y eso no ocurre”

–¿Usted sufre mucho en el cargo? ¿Le merecen la pena las tensiones y estar todo el día en el disparadero?

–Hay que mirar a quién representas y qué labor tienes por delante. Si pienso en mi, pues evidentemente no sé si esto está pagado, pero cuando la gente te da las gracias hace que todo valga la pena. Y somos muchos los que queremos las cosas de otra manera. Pienso en ellos, no solo en mi.

Isabel Díaz Ayuso. / José Ángel García

–¿No cree que todo político debe ir siempre a los debates electorales y acudir a todos los medios de comunicación?

–Dependiendo de los debates y dependiendo de los medios, sinceramente. Soy periodista, creo en la libertad de prensa, creo en el debate, creo en la transparencia. Por ejmplo, cuando hago ruedas de prensa permito que me pregunten todos los medios todos los días. Pero hay situaciones que se se convirtien en encerronas. Entonces tiene que haber unos pactos mínimos, una rendición de cuentas mínima, no estoy de acuerdo con las encerronas. Ahora mismo hay programas de la prensa que yo llamo del régimen a los que no sé sería capaz de ir, porque para no hablar de política o de temas vitales, sino a humillar a otros políticos... No voy a formar parte de eso. Yo desde luego permito preguntas de todos. Me he forjado en debates, en tertulias y en programas de muchas cadenas.

–La última vez me dijo dos cosas. Que en la vida no se consiguen los objetivos si no se es pesado y que le gustaba visitar Cataluña con frecuencia porque lo consideraba casi un acto debido.

–Hay que ser pesados para que las cosas salgan en muchas ocasiones, en la mayoría de las ocasiones. Y no hay que dejar que el Estado no tenga su presencia en todos los rincones de España. Y pese a las cada vez mayores discrepancias que tenemos con el Gobierno autonómico de Cataluña, hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría de los catalanes votan opciones de todo tipo, pero no puedes hablar por todos. Un Gobierno no define a todos los ciudadanos, aunque ahora está muy de moda cancelar a la gente por su nacionalidad o por el Gobierno que tienen.

–Teniendo mayoría absoluta, ¿no le ocurre que llega a casa y antes de dormir piensa: para qué habré dicho esto o lo otro, para qué lo del ‘me gusta la fruta’? ¿Se arrepiente mucho en privado?

–Muchas batallas no se dan pensando en una cuestión electoral. Simplemente defiendes aquello en lo que crees, a pesar de la erosión que te pueda conllevar. Lo peor es lo que no haces por cobardía o por cursilería. El cursi es el que hace o dice solo para quedar bien. Cosa distinta es ir arrasando y pensando que tiene uno la razón absoluta. Eso tampoco. En el caso del “me gusta la fruta”, le puedo asegurar que si hace una encuesta, una inmensa mayoría de ciudadanos diría que si están en como invitados en un debate en el Congreso de los Diputados y el presidente del Gobierno, que utiliza la tribuna de oradores en un debate que sigue todo el país, insulta abiertamente a su hermano con nombre y apellidos, todos para sus adentros dirían: “Me gusta la fruta”.

Isabel Díaz Ayuso con el autor de la entrevista, Carlos Navarro Antolín. / José Ángel García

–¿No nos enredamos a veces con los argumentos en defensa de los Toros al difundir estudios de impacto económico y otros infomes? ¿No debería bastar con afirmar que la fiesta nacional es un acto de libertad?

–Eso desde luego. Pero esto no se trata de si a mi me gustan o no los toros. En mi caso se trata de que albergo la primera plaza del mundo, es una herencia cultural que estoy obligada a dejar en mejor estado a las siguientes generaciones, como otras herencias y patrimonios culturales o naturales. Además da la casualidad, ¡cachis!, de que me gustan los toros. Y creo que son cultura, historia, son parte de lo nuestro, son valores, generan un porcentaje elevadísimo de nuestro vocabulario, de nuestras expresiones. Son España. Ahora me estoy leyendo el libro sobre Juan Belmonte de Chaves Nogales, quien no siendo taurino hace una descripción maravillosa del mundo del toro. España no se entendería sin los toros.

“Argentina estaba sufriendo las mismas prácticas totalitarias que ahora en España”

–¿Por qué cree que la izquierda ha despreciado banderas como la de los toros? Antes era normal ver a dirigentes de izquierda en los tendidos y callejones.

–Alguno va de tapadillo como el que hace algo ilegal. Conozco a políticos que tenían un blog taurino y lo han borrado no sea que lo cancelen en su propio partido. Creo que cuando uno no respeta la libertad empieza a ser preso por cobardía. Mezclan el presunto amor por la naturaleza con otras cosas, lo disfrazan. Van contra España, van contra lo que nos da sentido como nación, van contra la prosperidad, van contra la libertad en todas las facetas. Y todo lo van disfrazando de distintas cuestiones. Tuvieron una prisa inmensa por cerrar la Monumental de Barcelona y no creo que nada haya ido a mejor en cuestión de libertades en Cataluña. Hay siempre cosas detrás, pero lo disfrazan de buenas intenciones para que el debate sea negacionista, el si no eres lo que yo te digo, que todo se reduzca al 'no eres buena persona si no vienes por aquí'. Te reducen el debate al sí o al no, al bueno o al malo para que forzosamente te tengas que posicionar donde te dicen de manera totalitaria

–¿Ha creado cierta izquierda un potente marco mental que usted rompe continuamente y, al hacerlo, limita las opciones de Vox?

–No estoy en eso. Es decir, no pienso si esto o aquello me quita un voto por un lado o por otro. No viviría ni disfrutaría. Hoy en la Asamblea de Madrid, antes de entrar, le he dicho a mi portavoz y a mi secretario general: “Disfrutemos el momento, esto es muy bonito. Tenemos la posibilidad de gobernar para todos los madrileños”. No tomo una decisión pensando en cuántos escaños o en cuántos votos se pueden perder. Hay que ser coherentes en la defensa de los valores en los que creemos y confiar en ellos. Y si perdemos algo, pues a lo mejor algún día nos tenemos que ir. Esto no es para siempre. Pero sin miedo, ni complejos. Hacemos las cosas conforme a como pensamos y creemos que es lo mejor. No podemos no disfrutar de ciertos momentos.

“Hubo prisa en cerrar la Monumental, pero no se ha ido a mejor en las libertades en Cataluña”

–Se niega a perder la capacidad de disfrutar en política.

–Sí, me niego. No tendría sentido y no sería generosa. Y empezaría a hacer las cosas de manera huraña, egoísta. Nada que saliera así funcionaría a la larga.

–¿Premiar al presidente Milei, a la Vuelta de España y a su ganador es una muestra de valentía, de provocación de osadía, o un poco de todo?

–Fue un reconocimiento a la nación argentina. Creo que Argentina es una nación hermana, que fue de las más ricas del mundo y que ahora está sumida en un 50 por ciento de pobreza. Argentina ha hecho una defensa por el cambio y la libertad. Argentina estaba sufriendo las mismas prácticas totalitarias que España, a las que nos vamos acostumbrando en cuanto a los ataques a las empresas, los jueces. El ganador de la Vuelta se tiene que subir en un cajón de hielo en un párking de noche en un hotel. ¿Eso es España? Me niego. Mucho mejor si se le puede volver a premiar a la luz del día, que sea reconocido donde ha ganado, que es en Madrid, como es debido, ante el pueblo de Madrid y ante todos los españoles que quieran estar ahí y cualquier turista. Nos harán un gran favor despues de la imagen que ha dado España en los telediarios de medio planeta.

–Tal vez mi argumento pueda resultar frío. Pero a la hora de fijar las estrategias en los casos que afectan a su entorno, ¿no sería conveniente que cada cual se defienda de lo suyo?

–Los casos de mi entorno, no. Es un caso, una operación de Estado que ha emprendido el presidente Sánchez contra mi novio. Hablemos claro. Utiliza al fiscal general del Estado y a la Abogacía del Estado que no tiene otra cosa mejor que hacer que meter las manos en una inspección fiscal a un particular porque sale conmigo y sobre unas fechas en las que ni siquiera éramos novios. ¡Esto es lo que hay! No es una cuestión de mi novio o no. Es que hay un español, un ciudadano, un particular que se va a tener que sentar frente a un fiscal general que se representa a sí mismo en un caso de posible operación de Estado, como se está viendo. Se usa el poder del Estado, de la Administración que pertenece a todos los españoles, para ir contra un rival político.

–Veo que tiene clara su estrategia. No se arrepiente de haber asumido esa defensa.

–En dos años, en los que no se ha hablado de otra cosa de mi cuando me han querido hacer daño anímico, lo único que él dijo una vez fue la verdad. Y es que tenía una posible multa de Hacienda que se devolvió. A partir de ahí, yo no utilizo a mis consejeros, no utilizo los medios, no utilizo al abogado del Estado como hace el Gobierno, ni a las instituciones ni a la Fiscalía. Mi novio entra en los juzgados de la Plaza de Castilla acosado por una nube de cámaras, como se ha visto, y él se defiende solo, se paga su abogado, se paga sus recursos, habla por él. Yo no estoy defendiéndole, defiendo que cualquier ciudadano no tenga que pasar por el acoso y sobre todo por un proceso ilegal por culpa de quien debería proteger la legalidad en cualquier juicio. Y todo es por tener una relación con un político. Esto es un caso de Estado. No hay un Gobierno de Europa que tenga a un fiscal general imputado y que borra delitos junto al presidente del Gobierno, al unísono. Esto no va de mi novio, esto va de todos los españoles, de su Estado de Derecho.

–¿Alguna vez ha pensado qué le gustaría hacer cuando deje la política? ¿Volvería a ser tertuliana?

–Ahora pienso en cómo va a salir todo lo que estamos sembrando en este equipo, pero sí pienso en cuestiones personales que me gustaría recuperar. Idiomas, animales, un poco cierto estilo de vida... Pero no en el proyecto laboral. No tengo la vista puesta más que en que lo de ahora salga bien.

–¿Se darán las circunstancias para que la derecha se reunifique como en su día ocurrió bajo el impulso de l patrón Manuel Fraga?

–Está siendo difícil. Va a ser cada vez más complicado. Dependiendo de en qué sitios. En algunos ayuntamientos donde operan las relaciones personales va a ser más fácil, o incluso más difícil. Los proyectos comienzan a ser cada vez más distantes. Y ya no lo sé... Se está virando en algunos casos a unas agendas que no eran propias del centro-derecha español, entonces lo veo ya cada vez más difícil.

–¿El populismo de hoy es la reacción a una política asfixiada por lo políticamente correcto?

–Cuando uno se vuelve cursi y dice lo políticamente correcto constantemente y no apela a la verdad, al interés general y a la razón, es verdad que empiezan a salir los bufones por todos lados. El populismo llama a más populismo. Y el extremismo a más extremismo.

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