El anuncio es precipitado y sorprende en plena campaña. Juan Espadas ha dejado caer hoy en un encuentro radiofónico que está traer a Sevilla al Papa Francisco. ¿Y eso? Se preguntarán algunos. De entrada despista, forma parte de ese perfil versátil, dual, del socialista que lo mismo aturde al PP que a la izquierda más radical. Es un guiño, sin duda, a los sectores conservadores del electorado. 

El equipo de Espadas, no obstante, enmarca el anuncio en una estrategia ambiciosa que el gobierno socialista viene trabajando desde hace ya bastante tiempo y que tiene que ver, igual que con la religión, con el turismo.

En su empeño por rentabilizar al máximo este sector y las posibilidades de crecimiento económico que ofrece para la capital, Espadas se quiere meter de lleno en un segmento, sorprendentemente, que todavía no ha explotado en condiciones ningún gobierno municipal: el turismo religioso. Ni todo es turismo de lujo ni tampoco de despedidas de soltero. Sevilla es un potencial para quienes buscan turismo religioso y eso no es nuevo. Ya en época de Juan Ignacio Zoido se apostó por abrir esa vía.

Hace cuatro meses, Sevilla presentó en la Feria Internacional del Turismo (Fitur) el cartel de la Semana Santa y eso era ya parte de una estrategia mucho más ambiciosa para explotar el filón de un riquísimo patrimonio histórico y una gran tradición que coloca a la capital entre los principales referentes mundiales del catolicismo.

Un año antes, la Semana Santa de 2018 fue retransmitida al mundo por la cadena estadounidense Univisión, que desplazó hasta la capital a sus principales estrellas y situó a Sevilla en ese mapa religioso.

El equipo de Espadas mantiene que la visita del Papa Francisco sería un buen espaldarazo para esta línea de trabajo y sería bien acogida por una ciudad que guarda mucha y buena relación con el cardenal Carlos Amigo y un recuerdo amable y positivo de la visita de Juan Pablo II, que estuvo en Sevilla en dos ocasiones, en 1982, con ocasión de la canonización de Sor Ángela de la Cruz, y 1993, con motivo de la clausura del Congreso Eucarístico.