Empresas y empresarios

Adiós a dos referentes del mundo empresarial

  • Álvarez Colunga y Cuevas fueron dos personas convencidas de la Utilidad del diálogo y de la negociación.

El último trimestre de 2008 fue el de la desaparición de dos referentes indiscutibles del mundo empresarial. Rafael Álvarez Colunga y José María Cuevas, desde sus respectivos ámbitos, contribuyeron a generar un clima de diálogo con los sindicatos que desembocó en fructíferos acuerdos de concertación social, tanto con gobiernos del PP como del PSOE.

Álvarez Colunga (Morón de la Frontera, Sevilla, 1937) falleció el 20 de diciembre en un accidente marítimo frente a las costas de Mazagón (Huelva), tras explotar la embarcación que patroneaba. Ese día se fue el hombre que logró la apertura definitiva a la sociedad de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), que presidió entre mayo de 1996 y febrero de 2002. A lo largo de su mandato firmó tres acuerdos de concertación con la Junta y las centrales sindicales, pero quizás su mayor logro fue lavar de forma definitiva esa imagen tradicional del empresariado andaluz tan vinculada al "señoritismo" y a la explotación.

El primero de los tópicos señalados, el del "señoritismo", ya se encargó él mismo de desarmarlo con su propia personalidad. De trato afable, campechano y despreocupado, este farmacéutico por vocación y agricultor por tradición familiar se mostró siempre como una persona cercana, incluso para los propios dirigentes sindicales. "Yo siempre les he considerado como colegas", dijo en una ocasión, "yo les digo que son trabajadores por cuenta ajena y yo lo soy por cuenta propia". Era amigo de Felipe González, que le invitó al congreso del PSOE en el que abandonó el marxismo, y sentía cierta simpatía por los comunistas, a los que cedió en la transición un piso de su propiedad cuando eran clandestinos. A pesar de ser tío de Javier Arenas, sus críticos le achacaron una cierta complacencia con el PSOE, atenuada quizás por una tendencia a la incorrección política que le hacía decir lo que pensaba sin tensar nunca la cuerda. Con esta actitud vital consiguió ganarse el respeto de todos, correligionarios y adversarios.

José María Cuevas (Madrid, 1935) murió de un edema pulmonar el 27 de octubre, mientras dormía plácidamente en su cama. A diferencia de Álvarez Colunga, no era nada campechano. Afable sí, pero también con fama de frío, distante, serio y duro, especialmente cuando se trataba de negociar. Pero detrás de esa fachada se escondía otra cosa, bien resumida en la frase que pronunció en su discurso de despedida de la CEOE, el 14 de febrero de 2007, tras 23 años en el cargo: "Si tuviera que elegir solamente un consejo para dar, éste sería: negociad siempre, y cuando la negociación sea imposible, seguid negociando". Y así hizo siempre, por mucho que sus opiniones, a favor de flexibilizar el mercado y del despido libre, distaran mucho de las de los sindicatos.

El pragmatismo fue su faro, y reflejo de ello son el Acuerdo Económico y Social de 1984, que pacificó en gran medida el sector industrial, la reforma de la Seguridad Social de 1996 y la reforma laboral de 1997, acordada con el Gobierno y los sindicatos. También estampó su firma en las últimas revisiones para la estabilidad del empleo y en la reforma del sistema de pensiones de 2006. Y tuvo, cómo no, momentos duros, como la huelga general del 14 de diciembre de 1988 contra Felipe González o la ruptura con los sindicatos en 2001, que fue el detonante del la reforma laboral de Aznar, conocida como "el decretazo", y que terminó también en huelga general.

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