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Álvaro Begines | Cineasta y músico

"Aquí falta una industria del cine y que crean en nosotros"

Álvaro Begines posa con un actor durante el rodaje.

Álvaro Begines posa con un actor durante el rodaje. / Marcos Medina

El aburrimiento fue el germen propicio para que Álvaro Begines se hiciera artista. Hace ya 30 años este informático de Los Palacios se entretenía haciendo programas en la tele de su pueblo y cortos caseros. Luego surgió No me pises que llevo chanclas, un grupo de amigos que hacía canciones para divertirse. Y en ambos proyectos el éxito fue sorprendente. Se formó como cinesta en la escuela de San Antonio de los Baños de Cuba y en la Media Business School de Ronda. Con una decena de obras como director, guionista y productor, entre su filmografía destacan ¿Por qué se frotan las patitas?, Un mundo cuadrado, Por humor a la música, Antes de la quema y A cambio de nada. Cuenta con 18 premios, entre ellos, dos Goyas por esta última cinta, el debut como director de Daniel Guzmán. Su último trabajo, el documental Cachita, del que es director y guinista, ha obtenido 14 candidaturas a los Premios Goya y tres nominaciones a los Premios del Cine Andaluz. Distinciones que comparte, entre otros vecinos de Los Palacios, con su hija Carlota, directora de arte, a quien acompaña también en sus creaciones musicales. Hoy en su pueblo es más complicado aburrirse, celebra que cuenta con festivales propios de música, como el Tomate Blues, y ya echa en falta un festival de cine marismeño.

–Fue uno de los creadores del agropop. ¿También está creando un estilo cinematográfica? 

 –Espero que sí, ya se está notando con las nominaciones y los premios. Este año somos seis vecinos de Los Palacios con candidaturas a los Premios Goya. [Además de su documental también cuenta con siete candidaturas Barzaj, del palaciego Alejandro González Salgado]. Mi pueblo es muy particular, de aquí han salido muchos artistas y que han contado cosas muy de aquí. Y esto te marca. El concepto del cine es ir de lo pequeño a lo universal. Siempre digo que Dulcinea es famosa porque era de El Toboso.

–No es fácil vivir del arte y usted lo ha conseguido.

–Estudié Informática y me dedicaba a eso y nunca pensé que pudiera vivir de ello. Cuando empezamos a salir con Los Chanclas me di cuenta que sí y descubrí la libertad del creador. Hacer lo que te gusta y ganar dinero con ello es muy complicado, la verdad. Sobre todo, en el cine donde, además, hay mucha competencia ahora.

–Ahora existe un cine andaluz de mucho nivel.

–Hay formación, referentes, un talento que se puede encauzar. Antes te tenías que ir a Madrid o Barcelona. Quizás lo que falta es más apoyo por parte de las administraciones públicas. El cine no anda solo. Es un arte caro que carga con la etiqueta injusta de subvencionado.

–Usted se formó fuera pero apostó por quedarse en su pueblo.

–He trabajado fuera y mucho en Madrid, con las coproducciones, allí está la industria, pero mi base está en Los Palacios. Si algo conforma la personalidad de alguien es el sitio donde vive y la gente que te rodea. Y hay una parte de tontería en el mundo de la música y del cine que a mi no me gusta y que aquí queda lejos. Me gusta ser uno más del pueblo y hablar con quien se te pone al lado del campo, lo cupones... y me parece eso mucho más interesante para crear historias que unirte a un gremio donde todos hablan de lo mismo.

–Se formó y empezó como director y guionista y ahora está en la producción. ¿Este camino ha sido una necesidad?

–Sí. Trueba lo contaba muy bien: cuando hizo Ópera prima y le dieron un Goya, él pensó que se quedaría en casa esperando a que fueran a contratarle pero como no llegaban, se hizo productor. Nosotros teníamos una productora pequeñita que hacía videoclips y publicidad y poco a poco fuimos creciendo haciendo cortos, produciéndolos... hasta que no puedes parar. Yo voy combinando las funciones, por ejemplo lo hago en Cachita. Producir también tiene una parte que también es muy creativa y no había contemplado nunca. Ahora hay una figura, la del showrunner: elige a los actores, la producción, es guinista... Ese puesto me gusta mucho.

–¿Qué pretende transmitir con su trabajo?

–Cada proyecto es un mundo. Pero siempre pretendo que lo que hago se sienta. Sólo así se entiende. Puede que no entiendas nada de flamenco, pero escuchas a alguien y te entra un escalofrío... Busco despertar ese sentimiento.

–Aunque lo que se haga sea comedia o puro entretenimiento.

–Más que director o cineasta, que conlleva siempre algo de pamplina, una etiqueta que tiende a ponerte siempre algo más de lo que eres, me denomino entretendor. A mí me gusta entretener a la gente, que se divierta y sienta emociones.

–Sin embargo, ha tocado muchos géneros.

–He hecho mucho documental, a veces por encargo para la televisión, y eso me ha formrado muy bien. Nuestra vida es muy corta para hacer cine. El que más ha hecho 20 películas y no hay tiempo para hacer ni aprender tanto.El cine es muy empírico, por mucha escuela que te den, no es suficiente. El documental me ha permitido abarcar, por ejemplo con Cachita, un proyecto con mucho empaque, contar una historia de siglos. La esclavitud desde el siglo XV-XVI hasta el XX.

Álvaro Begines. Álvaro Begines.

Álvaro Begines.

Cachita daría para mucho, incluso una serie.

–Yo creo que sí. Hay un mundo oculto, por muchos intereses, la historia de la esclavitud. Sabíamos que aquí había esclavos, pero desconocemos la dimensión real de la esclavitud negra. En Andalucía teníamos uno de los traficantes mayores del mundo. Todo empezó leyendo una novela del siglo de Oro donde continuamente salían personajes que iban acompañados por sus esclavos.Empecé a indagar, a Sevilla le llamaban el ajedrez (uno blanco y uno negro) y en Cádiz era tremendo; descubrí a tres autores especialistas y, al final, llegamos a saber por qué se ocultó todo eso, las claves están en el documental.

–La historia se cuenta a través de tres personajes.

–Pedro Blanco era el negrero que trabajaba con los mongos, mercados de esclavos, en África y que tenía mucha conexiones con gente importante aquí. Juan Latino, un negro esclavo que llegó a ser catedrático de la Universidad en Granada. Y Cándida la negra, que llegó a una aldea de gitanos en Cádiz tras naufragar el barco donde iba. Esta mujer vendía picón por las calles del Puerto de Santa María y murió en los años 40. Cada uno te da para una película o una serie, hay un planteamiento incluso.

–¿No cree que hay cierta burbuja de series?

–Totalmente, pero es una oferta que se va consumiendo y es una buena salida para el que se dedica a la ficción.

–¿La pandemia va a cambiar el mundo del cine?

–Sí, ya han cerrado muchos cines, la gente se ha acostumbrado a ver cine en casa. Pero va a persistir, también  decían que el teatro se iba a acabar y ahí sigue. Se seguirá viendo, pero de otra forma. El cine se lleva hoy metido en el bolsillo, en el móvil. 

–¿Qué le falta a Andalucía para ser una meca del cine?

–Nos falta crear industria aquí y que crean en nosotros. Hoy toda la iniciativa es privada y particular y eso está bien, te da libertad, pero viendo la cantidad de trabajo que genera este mundo... pues tenemos rodajes de todo tipo, se necesitaría invertir en platós, en producciones que dejen muchas horas de trabajo aquí y eso necesita inversores grandes. A veces nos teneos que ir fuera a rodar. Yo creo que ese momento llegará porque la base de todo es el talento y eso ya está. En Andalucía no tenemos la habilidad de vendernos bien para obtener el beneficio que deberíamos. Falta gente que emprenda grandes negocios.

–¿Y los premios ayudan?

–Ayudan a que te conozcan. Los Goya nos lo damos entre nosotros para hacernos promoción. Desde las candidaturas ya estamos difundiendo el cine que hacemos. Pero debemos creérnoslo más. Hay muchos incentivos para quien quiera invertir en el mundo del cine, pero no se le da la difusión necesaria. Los premios no hay que tenerlos muy delante, eso es lo que hiciste bien, pero uno es el próximo proyecto.

–¿Cuál es el suyo?

–Estoy en una película de ficción con un guión para dirigirla yo y en un documental que estoy produciendo,  una historia de un edificio, rara, pero que me llega mucho.

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