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Claudia Bellante, periodista y escritora

"Es cierto que un pequeño cambio puede generar todo un huracán"

Claudia Bellante.

Claudia Bellante. / M.G.

Claudia Bellante es periodista y cineasta independiente. Forma parte de la International Women's Media Foundation. Procedente de Milán, el confinamiento de marzo la pilló junto a su familia en España y residen desde entonces en Chiclana. Acaba de publicar con Edebé la colección Latido de Alas: una serie de títulos dirigidos a público adolescente en los que narra algunas de las historias que ha ido viviendo como reportera, reflejando episodios de unión y superación. Así, por sus páginas pasan Las cholitas de Bolivia, Las músicas de Indonesia, Las sirenas de Jamaica y Los estudiantes de la frontera.

-¿Cómo surge dar forma a una colección de libros vocacionales para adolescentes?

-Yo he dedicado mi vida a hacer reportajes pero, cuando nació mi hija, pensé que hubiera sido bonito contarle cómo era mi trabajo y las historias que iba conociendo. Una buena forma de hacer esto podría ser, pensé, a través de relatos inspiradores, con unas ilustraciones potentes. Y podía ser una forma, también, de dar salida a historias que, en principio, eran complicadas de contar.

-Las historias subrayan no una cualidad excepcional o intrínseca, sino la importancia de los apoyos.

No todo en la vida depende de tener una cualidad excepcional: el entorno es aún más importante"

-Sí, tenía claro que no quería que fueran historias singulares de un personaje único, con capacidades excepcionales, que no todo el mundo tiene. A veces son cosas que pueden parecernos hasta rutinarias, como ir a un club de natación sincronizada pero que, en determinados contextos puede llegar a ser actos revolucionarios o arriesgados. Y unos actos, muy importante, que provocan cambios a su alrededor. En todo ello es fundamental, siempre, la amistad, la unión entre un grupo de personas.

-Cuando lo que fomentamos mayoritariamente es el destacar uno, el asegurarte lo tuyo.

-Sí, pero es que es cierto que no todo en la vida depende de que tengas una cualidad específica. Puedes tenerla y, si no te dejan desarrollarla, quedarse en nada. La idea es que uno pueda reconocerse en otros y que cualquier cosa que haces puede tener consecuencias.

-Por eso Alas de mariposa como nombre de la colección.

-Claro. Quería que estuviera presente esa idea de que una pequeña acción puede generar un huracán en todo el mundo. Quería también lanzar un mensaje que diluyera lo distinto: porque, al fin y al cabo, todos tenemos los mismos deseos o las mismas cosas que nos gustan. Y también quería hablar de lugares donde los niños no van con sus padres de vacaciones, o que tampoco los conocen porque están lejos, pero que existen.

-¿Tenía controladas todas las historias cuando comenzó el proyecto?

-Pues sabía de los estudiantes de la frontera entre Venezuela y Colombia, pero no sobre el terreno. Así que usé el adelanto de los libros para dar el salto, y me colé allí con una ONG que trabaja en la zona de paso, en el puente Simón Bolívar. Quería analizar un poco qué sucede cuando un Estado se derrumba por completo y no hay nada, tampoco escuelas. En este contexto tan dramático, hay muchos padres que insisten en ir a pesar de todo, en cruzar una frontera que es peligrosa y que a veces cierran, con controles, en la que a veces tienes que pasar por debajo... Ahí puede pasar de todo, desde perder los zapatos hasta que te violen. Es una lección sobre prioridades y oportunidades que debería enseñar mucho a nuestros gobiernos.

-Y quizá el caso más icónico sea el de las cholitas.

-En gran medida, se ha convertido en un espectáculo turístico pero queda como algo excepcional; aquí hablamos de luchadoras, pero hay niñas aimaras en todas partes: política, Policía, periodismo.. Su forma de aparecer tiene mucho que ver con la reivindicación de haber sufrido tanto como indígenas y como minoría. Vestidas con sus polleras, con esas faldas, que han sido siempre elementos de pobreza y marginalidad, suben al ring y al Parlamento. El mismo Alto, que ahora tiene edificios increíbles con arquitectura propia... todo forma parte de un fenómeno muy grande de visibilización, y a través de ellas se podía contar todo eso. Todo surge con Morales, claro, que les dio a los aimara el espacio que les debían.

-Y no las conocemos, pero qué impactante resultan las metaleras de Indonesia.

-Hay muchas mujeres y niñas que quieren hacer música, a las que les fascina el metal y que, aunque la prensa occidental quiera venderlas a veces como símbolo de lucha contra el Islam, no van por ahí. Pero, dentro de todo esto, este tipo de música sigue siendo un campo muy machista donde hay muchos más grupos que son hombres. Además, muchas veces, en las escuelas, sean coránicas o no, se le da poca importancia a la parte artística de las personas: hablamos de un país muy joven, con una competencia muy alta, que se está desarrollando de forma muy rápida, y se da prioridad a otras cosas. La cuestión es que estás chicas han terminado haciendo lo que les gusta, saliendo de un sitio muy pequeño a una ciudad tan grande como Yakarta, a pesar de las críticas y de que una parte de la población no tolera esto.

-En las historias es común, también, la figura de un mentor.

-Claro, en el caso de estas metaleras es un profesor que les sirve de guía y les da el coraje para andar un camino que ellas no podrían desarrollar per se. Algo similar ocurre con las sirenas de Jamaica de natación sincronizada y la figura de su entrenadora, Olga, que hasta que no construyó una piscina en su propia casa, enseñaba en los hoteles: algo tan normal como irte por las tardes a hacer deporte llega a cambiarles la vida, porque no entran en problemas como embarazos adolescentes, que son allí comunes.

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