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José María Castillo, teólogo

"La religión debe solucionar los problemas, no crearlos"

  • Este teólogo, crítico con el Vaticano, perdió su cátedra en la UGR, a instancias del actual Pontífice. Aboga por acabar con el celibato y por que las mujeres se ordenen sacerdotes.

-Laicos enfrentándose con papistas. Detenidos, heridos... ¿Qué nos pasa?

-Es un indicador de la tensión que ha generado la visita del Papa, de la fractura que existe entre religión y sociedad. Pero también nos habla de la violencia e intransigencia que nos rodea, venga de donde venga.

-Preséntese: ¿Es católico, apostólico y romano?

-Sí, sin matizaciones.

-¿Romano también? Roma le expulsó.

-No me expulsó. Me comunicó en 1988, sin juicio previo, que estaba prohibida mi enseñanza en la cátedra de la Facultad de Teología de Granada que en aquel tiempo ostentaba.

-¿Qué hizo? ¿Qué dijo?

-¿Quiere creer usted que, tanto tiempo después, todavía no lo sé?

-Quizá cosas muy parecidas a las que decía a principios de los 60 un joven teólogo apellidado Ratzinger.

-Ratzinger publicó dos libros de enorme influencia en los años 60. Quizá hoy nos resultaran muy superados, pero lo cierto es que  Introducción al cristianismo y El nuevo pueblo de Dios decían cosas y aportaban documentos que el Vaticano de hoy no permitiría.

-¿Benedicto XVI censuraría al teólogo Ratzinger?

-Sin lugar a dudas.

-Dígame algo de aquellos libros y que provocaría tanto escándalo.

-El teólogo Ratzinger era un firme defensor de poner los poderes del Papa en su lugar. No era escandaloso. Lo decía también el Concilio Vaticano II, que va a cumplir 50 años. Pablo VI intentó llevarlo a cabo, pero la curia no lo permitió. De hecho, el Papado tiene más poderes que entonces.

-¿En Roma hay más papistas que el Papa?

-Muchos. No seamos ingenuos. El Papa es un hombre con una edad, con una salud muy limitada. ¿Quién manda allí? El Vaticano es un organigrama muy complejo y oculto. Apenas se sabe nada de él.

-¿Y cuándo el Ratzinger liberal dejó de serlo?

-Nos tenemos que situar en los años 60. Entonces se hablaba de la anticiencia, la contracultura, los teólogos de la muerte de Dios, el poscristianismo. En Alemania, donde ejercía Ratzinger, esas teorías tenían mucha fuerza. Hablamos de un hombre con un talante estudioso, piadoso, psicológicamente tímido. Estalló mayo del 68. Sucedieron muchas cosas que cambiaron el pensamiento del joven teólogo Ratzinger.

-Volvamos a la actualidad. ¿Qué opina de esta concentración de la juventud católica en Madrid?

-Juan Pablo II levantó un proyecto muy interesante que consistía en una concentración de ámbito mundial para recuperar a las nuevas generaciones en sus hábitos y convicciones, reunirlos y ayudarlos en sus creencias y sus conductas. Era, sin duda, una excelente iniciativa.

-¿Algún pero?

-Reunir jóvenes de los cinco continentes cuesta mucho dinero. Evangelizar a golpe de talonario no es defendible. ¡Si Jesús prohibía a los apóstoles hasta llevar calderilla en sus viajes!

-Eran otros tiempos.

-Para estas cosas no hay tiempo ni circunstancias. El dinero es un fetiche del poder, tiene una seducción que el Evangelio deplora. No se puede servir a Dios y al dinero. El dinero es el enemigo de Dios.

-Bueno, pero la evangelización tiene un coste. Es inevitable.

-Lo evitable es la ostentación y el boato. El Papa es el vicario de Cristo y no me figuro a Jesús recibido por poderes y autoridades. Fueron los poderes y las autoridades los que ordenaron su martirio.

-Sitúeme a Jesús en el mundo de hoy, en el 15-M, en la primavera árabe.

-Jesús entendía la fe como un conjunto de convicciones que se traducen en una ética y el motor de cambio de una sociedad. En ese sentido, se podía entender como un político, pero Jesús no era un político, era un profeta. El 15-M y la primavera árabe son manifestaciones políticas en las que la religión tiene un papel o secundario o inexistente. Hablamos de cualquier religión. En un mundo como el árabe, con gran religiosidad, la religión no ha sido determinante en las revueltas. Tan religiosos eran los defensores de Mubarak como sus detractores. Cómo se presenta a Dios en todas las religiones  actualmente no es de recibo.

-¿A qué se refiere?

-Pensar que lo divino está en conflicto con lo humano. Prohíben cosas que limitan la felicidad del ser humano. No tiene sentido. Es necesario humanizar la religión, humanizar a Dios. Dios no está al servicio de los intereses de unos pocos.

-¿Esto es lo que origina las manifestaciones contrarias al Papa en Madrid?

-No hablo de este caso concreto, pero en Madrid todo ha empezado por complicarle la vida a la gente, cerrando calles, incomodando a comerciantes. La religión no está para complicarle la vida a la gente, no está para crear problemas, sino para resolverlos.

-En un artículo usted escribió que el Papa tendría que haber celebrado estas jornadas en Somalia. Su idea ha tenido mucho éxito, pero, en realidad, Mogadiscio está lleno de religiosos.

-Es la religión en la que creo y por la que lucho. Pensemos que la actividad de Jesús era curar enfermos y alimentar a la gente con hambre. Salud y alimentación, los dos grandes problemas inmediatos y, a partir de ahí, hablaba de Dios y de la salvación, pero lo primero era lo primero. En este mundo se producen alimentos para 10.000 millones de personas y mil millones de personas pasan hambre. Ese es el gran problema de este mundo, no ningún otro.

-¿De qué se confesaría en un confesionario portátil?

-Me sorprenden esas imágenes. Es la confesión como espectáculo... Pienso que es una muestra de que la Iglesia está en crisis y sabe que lo está. Mire, en la Universidad de Granada habrá unos 60.000 universitarios. ¿Cuántos van a misa? Muy, muy pocos. Sacar los confesionarios a la calle es una estrategia de publicidad. 

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