"Lo viejo, lo nuevo" Santiago Gutiérrez Por Manuel Fernando Macías

retrato subjetivo

"Lo viejo, lo nuevo" Santiago Gutiérrez Por Manuel Fernando Macías

17 de diciembre 2015 - 01:00

MILITANTE es el que lucha. Quien pelea. Quien hace, a su manera, la guerra; palabras que hoy pueden no ser correctas, que pueden llegar a asustar a aquellos que, paradójicamente, miran televisores que retransmiten guerras, leen periódicos que hablan de la guerra, sin asustarse; porque esas, aunque maten realmente, están lejos, no duelen, no hieren. Esta otra, la guerra de aquí, se declara por la creencia en las palabras, en la ideología que muchos dan por muerta, pero que finalmente es quien modifica constituciones a espaldas de su pueblo, quien recorta, quien condena a la pobreza a miles de compatriotas, quien privatiza o deja a los ayuntamientos a los pies de la miseria.

Decía Gramsci que cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, se producen los monstruos. Y es posible que la situación política actual nos conduzca al nacimiento de un monstruo colosal que, dolorosamente, será el encargado de dirigir las políticas del Estado. Lo viejo, lo nuevo.

Pero en esta parte de la tierra que habito, que habitamos Santi y yo, lo viejo acabó de morir y lo nuevo acabó de nacer. Nuestra militancia ha consistido en combatir el nacimiento de nuevos monstruos, dentro y fuera. Y eso viejo que se fue, eso nuevo que llegó, conforma una cadena de la que Santi, mi compañero y mi candidato de IU-Unidad Popular al Congreso de los Diputados, es un eslabón.

Voy a decir poco de sus gustos, de su privacidad. Me opongo a la política amarilla. Pero afirmo que ni Santiago Gutiérrez, ni yo, ni los que hemos crecido juntos en este proyecto político, en esta tierra, hemos creído jamás en tribunos. Y cuando digo tribunos me refiero a estrellas, a galácticos, a personalismos exagerados que, quién sabe por qué razón, enraízan a veces en la esfera de lo público. No es Santi un tribuno aunque vaya a ocupar una importante tribuna. Y si lo fuera, lo sería de la plebe, del pueblo, de la gente, de quienes creen todavía, aún, todavía.

Santiago y muchos más hemos luchado durante 20 años. Él desde que tiene 18, que yo recuerde. Por eso hoy, cuando se habla de ayuntamientos del cambio, de procesos de (re)municipalización, de reparto de empleo, de que paguen quienes más tienen; de participación directa y ciudadana, de mesura en los sueldos de alcaldes y de concejales, de suministros mínimos vitales, de derechos humanos que no sean papel mojado, de que el político sea el ciudadano cualquiera que es quien tiene que ser el político, yo echo la vista atrás y veo a mi equipo de Gobierno en Medina Sidonia. Y veo a Santiago Gutiérrez entre ellos, defendiendo sus ideas que son, o se parecen mucho, a las nuestras, a las de la inmensa mayoría de las personas que quieren algo nuevo para su país y para su provincia.

Creo que él representa esa novedad. Pero también esa herencia. Por formación, por compromiso y por experiencia. Y porque hacen falta que canten pájaros nuevos las verdades al barquero. Pero sobre todo porque es posible gobernar a ras de suelo, junto a la gente y no sobre la gente, sin marcar el camino pero teniendo claro el paso, equivocándose (equivocándonos, claro) mas sin perder de vista esa mochila que en Cádiz han sido los versos-discursos de Alberti, la oposición a la ocupación americana de nuestro suelo, la defensa del astillero, la lucha de los jornaleros y de los pescadores o la necesidad de atender a quienes vienen por aquí porque no se puede vivir ya en demasiados sitios de la Tierra.

Mi retrato, como ven, no es demasiado subjetivo. Está aderezado, contiene colorantes, por lo que desobedezco al buen periodista que me encargó redactarlo. Ese mismo, hace justo un año, escribía un artículo que me pareció más que interesante. Hablaba de lo difícil que era ser de Izquierda Unida. Tiene razón, es difícil serlo, tal vez nadie lo sepa mejor que nosotros. Pero también sabe, porque sabe, que a pesar de todo seguiremos siéndolo, a pesar de las travesías del desierto que hemos cruzado y que por ello no hacen que consideremos el desierto nuestro hábitat natural. Santiago Gutiérrez ha cruzado muchos desiertos. Ahora es el momento de hacer que su voz, que nuestra propuesta, se convierta en un oasis donde el agua vuelva a refrescar las gargantas de la izquierda de Cádiz. Estamos convencidos de que el día 20 de diciembre, este esfuerzo nos borrará la sed.

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