“Han nombrado un jefe de Gobierno: se llama Franco”
FRANCO: 50 AÑOS, 50 HISTORIAS [15/50]
En noviembre de 1975, sale a la calle ‘La gangrena’, novela con la que Mercedes Salisachs ganó ese año el premio Planeta creado por Lara en 1952, año que acaba la cartilla de racionamiento
Las dos primeras ediciones de La gangrena, novela con la que Mercedes Salisachs (Barcelona, 1916-2014) ganó el premio Planeta, aparecen en noviembre de 1975. Fue la última obra galardonada en vida de Franco, que aparece en diversos momentos de la novela. “¿Sabes, Carlos? Los nacionales han nombrado un jefe de Gobierno: se llama Franco. Ignoraba quién era”.
Mercedes Salisachs fue la quinta mujer ganadora del premio Planeta. La precedieron Ana María Matute, en 1954, con Pequeño Teatro; Carmen Kurtz, en 1956, con El desconocido; Concha Alós, en 1964, con Las hogueras, y Marta Portal, con A tientas y a ciegas. Tres barcelonesas, una valenciana y una asturiana. Cinco mujeres en un cuarto de siglo, desde que José Manuel Lara (1914-2003), sevillano de El Pedroso, instituyera el premio Planeta en 1952, precisamente el año que termina la vigencia de la cartilla de racionamiento.
Hoy, festividad de Santa Teresa de Jesús, se fallará en una cena la 74 edición del premio Planeta. Lara eligió esta festividad como tributo a su esposa, María Teresa Bosch (1919-2003), barcelonesa con la que contrajo matrimonio en 1941, en plena posguerra, después de una ajetreada vida del editor que había sido bailarín en la compañía de Celia Gámez y combatiente en la Guerra Civil. Las cinco últimas ediciones del Planeta las habrían ganado otras tantas mujeres de no haberse sabido que una de ellas, la que acompañaba en este repóker literario a Eva García Sanz de Urturi, Luz Gabás, Sonsoles Ónega y Paloma Sánchez-Garnica, era Carmen Mola, pseudónimo de los escritores Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Sánchez Mercero.
El primer ganador del premio Planeta fue Juan José Mira, con En la noche no hay caminos. Un escritor de Jaén que según contaba Juan Goytisolo en su libro de Memorias Coto vedado era comisario del Partido Comunista. Jaén triplica a Sevilla, la patria del editor, en ganadores del Planeta: además de Mira lo ganaron Juan Eslava Galán, de Arjona, en 1987 con En busca del unicornio, y Antonio Muñoz Molina en 1991 con El jinete polaco. El único paisano del editor que lo ganó fue Manuel Ferrand con la novela Con la noche a cuestas en 1968.
La Guerra Civil y sus protagonistas están muy presente en algunas de las novelas premiadas con el premio Planeta. Dos años antes de ganarlo, Mercedes Salisachs fue finalista con Adagio sentimental. Ese año, 1973, lo gana Carlos Rojas con la novela Azaña, inspirado en los recuerdos del ex presidente de la República en el exilio francés cuando evoca episodios como los sucesos de Casas Viejas, la huida por el Pirineo o sus controversias dialécticas con Juan Negrín. La Guerra Civil aparece de forma explícita en la novela ganadora de 1983, La guerra del general Escobar, de José Luis Olaizola, que retrata la semblanza del general Antonio Escobar, mando de la Guardia Civil, ceutí, que coherente con sus convicciones católicas permaneció fiel a la República y venció a los sublevados en Barcelona. Un héroe que evitó el fusilamiento del arzobispo de Tarragona, Vidal i Barraquer, y criticó que no se desarmara a las milicias anarquistas. Lo cual provocó unos desmanes criminales que describía George Orwell en su obra Homenaje a Cataluña.
En la novela se habla de las caras de Bélmez, las medallas de Mark Spitz y don Cicuta"
La guerra está presente en dos de las novelas finalistas: Llegará tarde a Hendaya (1981), de José María del Val, y Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo, de Francisco Umbral (1985). El efecto Poulidor (el eterno segundo del Tour de Francia) lo vivieron no sólo Umbral: también fueron finalistas Juan Benet, Fernando Fernán-Gómez, Alfonso Grosso y Fernando Quiñones, estos últimos en dos ocasiones. El año que Mercedes Salisachs gana el Planeta, el último en vida de Franco, Francisco Umbral obtuvo el premio Nadal en 1975. Un año después se concede por primera vez el premio Cervantes. Alternándose con autores americanos, los primeros ganadores serán poetas de la generación del 27: Jorge Guillén (1976), Dámaso Alonso (1978), Gerardo Diego (1979, compartido con Borges), Rafael Alberti (1983). Todos los vivos menos Vicente Aleixandre, que en 1977 recibiría el Nobel de Literatura.
En la novela de Mercedes Salisachs aparecen hechos significativos de los 60 como el pontificado de Juan XXIII, el auge del turismo en España, la guerra del Vietnam, el duelo dialéctico Kennedy-Kruschov o la pérdida del Protectorado de Marruecos. Ficción y realidad se mezclan cuando los personajes se trasladan a San Sebastián, ciudad donde la familia de la escritora se refugió al estallar la Guerra Civil. La gangrena, que es una metáfora de la descomposición del régimen, es un retrato sociológico donde la autora muestra sus dotes de observadora: “Fue una reunión muy elegante la de aquel día; se habló de todo, del primer hijo de los Cádiz (los duques de Cádiz), del viaje de los príncipes de España a América, de los famosos desplazamientos de Kissinger, de la vuelta de Perón, de las medallas de Spitz, de Liza Minnelli, de El Padrino, de Septiembre Negro, de la muerte del estudiante de Compostela, de don Cicuta, de las caras de Bélmez…”. La escritora viajó a la patria del editor para recibir en Sevilla el premio Ateneo de Novela por El volumen de la ausencia (1983) y el Fernando Lara con El último laberinto (2004). En 2009 recibió el premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio por Goodbye, España, donde novela la llegada el 7 de febrero de 1968 de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, viuda de Alfonso XIII, para asistir al bautizó de su bisnieto Felipe. El actual Felipe VI. Un viaje que hizo con el permiso de Franco, el que nunca dejó reinar a su hijo.
Franco nunca ganó el Planeta ni fue autor de la cartilla de racionamiento, que pone en marcha en la República Largo Caballero. Pero compartía por razones muy distintas con el editor José Manuel Lara la devoción por Santa Teresa de Jesús. La mano incorrupta de la mística de Ávila volvió tras la muerte del dictador al convento de las carmelitas de Ronda, de donde fue requisada en plena Guerra Civil por unos milicianos de la CNT. Una brigada de falangistas la encontraron en el cuartel de Guardias de Asalto de Málaga. La reliquia fue trasladada a Salamanca y así llegó a poder de Franco. Permaneció durante 40 años en el dormitorio del dictador, que hizo construir un mueble oratorio para colocarla dentro de una urna. La consideraba su talismán y se la llevaba cuando iba de vacaciones al Pazo de Meirás o al Palacio de Ayete. Es difícil imaginárselo en sus últimas horas recitando los versos de Teresa de Cepeda y Ahumada: “¡Ay! Que vida tan amarga / do no se goza el Señor. / Y si es dulce el amor, / no lo es la esperanza larga; / quíteme Dios esta carga, / más pesada que de acero, / que muero porque no muero”.
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