Tres horas de un encuentro inédito
Francisco visita a Benedicto XVI en su residencia de Castel Gandolfo, en una cita que reúne por primera vez en la historia a dos papas

Por primera vez en la historia de la Iglesia, al menos desde que se tienen referencias escritas, un papa en plenos poderes y otro emérito se reunieron, se fundieron en un abrazo y rezaron juntos "como hermanos". Un encuentro inédito que protagonizaron ayer el papa Francisco y el pontífice emérito Benedicto XVI.
Quizás nunca llegue a conocerse qué secretos se han intercambiado el papa que es con el papa que sigue siéndolo, ni si Francisco, el primer pontífice latinoamericano de la Historia, le ha pedido consejo a su predecesor sobre los temas que habrá de afrontar en su pontificado, ni si Benedicto XVI le ha confesado a Jorge Mario Bergoglio cuál fue la última razón que le movió a renunciar a ser la cabeza visible de la Iglesia católica. Sin embargo, una certeza se alza como verdadera en este primer -¿será el último?, ¿habrá más?- encuentro: la cita deja para los anales de la historia una imagen inusual y simbólica, nunca antes vista, la de dos santidades, vestidas de blanco, fundidas en un abrazo y también, postrados de rodillas en el mismo banco con el recogimiento de la oración.
El encuentro se produjo en la residencia de Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma, donde vive Joseph Ratzinger desde que el pasado 28 de febrero renunciara al papado, en una decisión cuyo precedente se retrotrae hasta 1418, con el papa Gregorio XII. Hasta este bello rincón italiano a orillas del lago Albano viajó Francisco, diez días después de ser elegido cabeza de la Iglesia católica.
El papa Bergoglio partió del Vaticano a mediodía en un helicóptero que aterrizó en el helipuerto de la residencia pontificia un cuarto de hora después. Allí le esperaba, apoyado en un bastón, el papa Ratzinger y ambos se fundieron en un abrazo "bellísimo", según las palabras del portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Benedicto XVI vestía una sencilla sotana blanca y se cubría con un anorak también albo, su sucesor, Francisco, iba también con sotana blanca y lo único que les distinguía era la esclavina blanca y la faja del mismo color que éste llevaba.
En coche se dirigieron hasta el palacio apostólico y Francisco se sentó en la parte derecha del automóvil, el lugar tradicional que ocupa el papa, mientras que Benedicto se colocó a la izquierda. Delante iba el prefecto de la Casa Pontificia y secretario del papa Ratzinger, Georg Ganswein.
Una vez en la residencia se dirigieron a la capilla para rezar. Benedicto XVI le cedió el puesto de honor a Francisco y éste lo rechazó diciéndole "somos hermanos", un gesto al que siguió otro: el rezo de rodillas frente a la Virgen de Czestochowa. Tras la oración se reunieron a solas en la biblioteca privada, donde conversaron durante 45 minutos. Al encuentro le siguió una comida junto a sus secretarios privados, Georg Ganswein y Alfred Xuareb.
Otra imagen, llena de simbolismo, queda de este encuentro: la de los dos papas frente a un cuadro de la Virgen de la Humildad, un regalo con el que el papa Francisco obsequió a Benedicto XVI en este primer encuentro juntos. Cuando se lo entregó, Bergoglio, quien intercaló el "tú" y el "usted" a la hora de hablar, dijo a Ratzinger: "Pensé en usted", dijo Francisco a Benedicto. "Nos ha dado muchas muestras de humildad y gentileza en su pontificado". Benedicto, tomando las manos de quien encabeza ya un papado lleno de retos, le respondió con un afectuoso "Grazie, grazie".
El helicóptero en el que regresó Francisco partió de Castel Gandolfo a las 14:42. El Papa fue despedido en el helipuerto por Benedicto XVI. La visita duró casi tres horas.
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