El programa que cambió los cánones de la información

El espacio humorístico, conducido por Flo y Javier Capitán, introdujo una nueva forma de ver la realidad política a través del humor y la crítica más mordaz

El equipo de 'El Informal': Flo, Felisuco, Javier Capitán, Patricia Conde y Miki Nadal.
Dani Rodríguez

30 de julio 2014 - 01:00

Revolucionó la forma de presentar los informativos a través de un formato irónico, a veces hasta sarcástico, ameno y repleto de humor. Globomedia se decantó por llevar a la parrilla de Telecinco una apuesta arriesgada, pues hasta entonces nunca se había optado por contar la actualidad de una forma tan peculiar, obviando seriedades y los cánones de los informativos clásicos para adentrarse en una retórica cargada de humor y llena de denuncia.

El Informal llegó un 13 de julio de 1998 para encuadrarse, sigilosamente y con disimulo, en la programación estival. La propuesta se asentó de lunes a viernes hasta el 5 de abril de 2002. Casi cinco años en los que Florentino Fernández y los suyos acompañaron a millones de españoles con el cometido de hacerles desconectar de la rutina informativa. Quién iba a imaginar que por esas fechas, en las que parte de los españoles estaban de vacaciones, el programa fuese a alcanzar un éxito de tanto calibre, convirtiéndose en líder indiscutible de la franja horaria del prime time de la televisión.

La fórmula, no obstante, no tiene nada de mágica. El conductor de este poderoso tanque, Javier Capitán, se rodeó de un equipo nacido para hacer reír, en el que participaban profesionales de la comedia como Florentino Fernández, Miki Nadal y Felisuco y la reportera callejera Inma del Moral. Más tarde Patricia Conde sustituiría a su compañera para encargarse de la cobertura de acontecimientos políticos, culturales y deportivos, con entrevistas a algunos famosos a los que se les ponía más de una vez contra la espada y la pared.

Todos poseen una dilatada trayectoria en el humor. Capitán era conocido por sus imitaciones de personajes de actualidad, a pesar de que su papel en el programa consistía en aparentar ser un hombre serio, el estereotipo de "jefazo". En el otro extremo se encontraba Flo, quien se encargaba de realizar doblajes de vídeos, así como de la creación de personajes nuevos y coletillas para el programa.

Además, la reliquia de Mediaset estaba formada por varias secciones, entre las que destacaron Pffff (Pifias)... Mentales, La inquietante hora de Landau, Ciencia Patós o Parecidos razonables. En cada una de ellas se abordaban asuntos diferentes con un estilo propio, impreso por cada uno de sus colaboradores, y que proporcionaban variedad y color al contrainfomartivo.

Manejar aquel proyecto que ponía en serios aprietos al poder político y que no dejaba títere con cabeza fue pan comido. Todo acompañado de doblajes, coletillas pegadizas y reportajes sobre un hecho noticioso, pero jugando siempre con las opiniones y parodiando filmes y acontecimientos de otros programas. Si algo convirtió a El informal en toda una referencia en la parrilla española fue su tono descarado y reivindicativo.

Otra de las novedades que implementó, además de ser todo un acierto, fue su realización en plena calle; como aquella vez en la que el programa se emitió desde un escaparate en la ciudad de Madrid ante varios transeúntes rebosantes de curiosidad por ver cómo eran en la realidad sus presentadores favoritos.

Imposible olvidar también las celebraciones tan peculiares cada cien programas. Sus protagonistas llevaban a cabo todo un despliegue de medios para montar una verdadera fiesta a través de videoclips con los que parodiaban versiones de grandes artistas. Sus remakes musicales, como Pelo pa tras, Me quiero reír o Si la cosa está mal, voy a Sacedón, no fueron los únicos alicientes del espacio de Telecinco; hubo hueco para las imitaciones, muchas de la mano de Flo, donde se recuerda con especial cariño la que hizo de Cristina Tárrega con todo un atrezo a su espalda.

El Informal supo abrirse hueco en la pequeña pantalla ofreciendo a sus espectadores un recorrido por la crítica política y el sarcasmo, una mezcla que hoy en día adoptan programas como El Intermedio.

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