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La injusticia de tener un inocente en prisión

El joven que ha estado en prisión siendo inocente.

El joven que ha estado en prisión siendo inocente. / Juan Carlos Muñoz

Hay una pregunta que los abogados suelen hacer a los miembros del jurado popular: ¿Qué es mejor, un inocente en la cárcel o un culpable en la calle? Una cuestión difícil y que cuanto más se piensa, más complicada es resolver.

Manuel, nombre ficticio, se vio un día en el cuartel de la Guardia Civil de Mairena del Aljarafe, acusado de haber agredido sexualmente a una menor. Inmediatamente, María (también nombre supuesto) y su marido, comenzaron una ardua lucha por demostrar la inocencia de su hijo. Una batalla que ha durado dos años y que ha terminado con el archivo provisional de la causa al solicitar la defensa, la Fiscalía y la acusación particular el sobreseimiento provisional de las actuaciones.

"En esta historia hay dos víctimas y un culpable que está en la calle. Una menor que fue agredida sexualmente al menos en dos ocasiones, un joven que ha pasado un mes y un día en la cárcel y dos años investigado por ese delito y alguien, que fue quien realmente atacó a la menor y que ha quedado impune por ahora", explica el abogado José María Núñez, que ha llevado la defensa del joven acusado.

La vida de Manuel se volvió del revés el 9 de diciembre de 2021 cuando unos guardias civiles le entregaron en su casa una citación para que compareciera en el cuartel de la Guardia Civil de Mairena del Aljarafe.

Allí se encontró con que una menor le había identificado como la persona que le agredió sexualmente varias semanas antes. "Pensaba que me citaban como testigo por un accidente de tráfico que había presenciado", recuerda."En todo momento dije que no conocía a la chica por la que me preguntaban", insistió.

Por consejo de su abogado, no prestó declaración en la comandancia de Mairena del Aljarafe, sino ante el Juzgado de Guardia en Sevilla. Allí, según explica el letrado, la menor cuenta que contactó con su agresor por Instagram y que la recogía algunas veces del Instituto. "Justo coincidía con el horario laboral de Manuel, que no estaba estudiando entonces si no trabajando. Ella también contó que eran compañeros del centro educativo", afirma el letrado.

Según la menor, la segunda de las agresiones que sufrió se produjo en un descampado cerca del instituto de la adolescente y la primera en la casa de Manuel, que podía demostrar tanto por testigos como por las cámaras de seguridad de su casa que estaba en el trabajo en el primer caso y en su casa, con su madre y su hermano en el segundo.

Inmediatamente se propusieron pruebas como declaraciones de testigos y, por supuesto, las grabaciones de las cámaras de seguridad, "aunque la juez me dijo que en ese momento no, que si acaso, más adelante", comenta José María Núñez, acordando la jueza prisión provisional para Manuel, que es trasladado a Sevilla 1. En apenas unas horas pasó de estar en su casa a dormir en el módulo de ingreso de la cárcel. "Yo estaba tranquilo porque sabía que no había hecho nada", dice firme. Tras la cuarentana correspondiente pasó al módulo de máximo respeto en Sevilla 1.

"Allí nadie me creía cuando decía que estaba por violación. Había un hombre mayor que estaba encarcelado por fraude, que leía los papales de los presos y cuando veía mis papeles se reía porque no entendía qué hacía ahí teniendo las cámaras de seguridad para demostrar que no había sido", afirma.

Mientras, sus padres hacían todo lo que podían para ayudar a sacarlo de la cárcel. "Íbamos a verlo todas las semanas e intentábamos animarlo", recuerda María. El procedimiento es trasladado al juzgado de Sanlúcar la Mayor. "A pesar de que le adjunto el CD con las imágenes de la cámara de seguridad que demuestran que Manuel estaba en su casa con su madre cuando ocurrió la agresión según la menor, ni siquiera lo abren pero ratifican la prisión provisional".

Una serie de despropósitos tras otro hizo que todo lo que puede salir mal en un pleito, pasara. Desde el juzgado de Sanlúcar la Mayor, pasa a Violencia de Género. Allí, la comparecencia se centró en averiguar si víctima y acusado eran pareja. Se demuestra que ni se conocen.

Aquí se da la curiosidad de que el juzgado de Sanlúcar la Mayor emite una orden de alejamiento de Manuel con respecto a la menor a la que se opone José María Núñez porque “no la conoce y ni siquiera sabe cómo es”.

El letrado presenta entonces un recurso de apelación donde vuelve a pedir la excarcelación pero esta vez incluye capturas de pantalla de las cámaras de seguridad "para asegurarme de que el juez las ve". Inmediatamente, el fiscal pide la excarcelación y el 10 de enero de 2022 Manuel consigue la libertad provisional "por falta de avance significativo en la investigación judicial". Ahora bien, el joven sigue teniendo que ir a firmar al juzgado cada quince días. El 16 de enero de 2023 declara en el juzgado de Instrucción número 1 a petición de su propia defensa.

Sin embargo, a pesar de estar acordada la comparecencia de la víctima, quien declara es una de las responsables del centro de acogida donde está la menor. Ante estas situación y al no admitir el tribunal los testigos presentados por la defensa y la rueda de reconocimiento como única prueba, José María Núñez presenta un recurso ante la Audiencia, que es estimado por la Sección Séptima el pasado 30 de octubre. De este modo, el asunto vuelve al Juzgado de Instrucción 1 que acuerda el sobreseimiento provisional y el archivo de las actuaciones. Entre las razones de la magistrada se refiere al informe de la Fiscalia donde "si bien de lo actuado se desprende que ha sido cometido un delito, no hay motivos suficientes para acusar a una persona determinada, habida cuenta de que la rueda de reconocimiento no ha resultado determinante y que la propia perjudicada ha manifestado su voluntad de no continuar con este procedimiento judicial, con la finalidad de evitarle un mayor perjuicio".

El abogado de Manuel ha solicitado ya el sobreseimiento libre de la causa, es decir su archivo definitivo respecto a su cliente.

Manuel habla tranquilo de su paso por la cárcel, con un razonamiento tan lógico que aplasta. "Yo sabía que era inocente y que no iba a estar mucho tiempo allí", repite. Los padres no lo vivieron así. "Los hijos duelen mucho y verlo allí, en esa sala de visitas, con ese cristal tan sucio, sabiendo que era inocente y que no nos dejaban demostrarlo, era muy duro. Ha sido una mala pesadilla por la que no deseo que pase nadie", asegura María.

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