Justicia tardía

Un juicio en 2027 para dilucidar una incapacidad permanente absoluta: "Pienso cosas que no debería pensar"

  • Nicolás García ha solicitado la gran invalidez porque tiene nula movilidad en una muñeca, dieciséis tornillos entre esa zona y la espalda y depresión crónica

  • "La Justicia tardía no es justicia", lamenta el afectado, que toma 21 pastillas al día y no puede estar "diez minutos ni de pie ni sentado"

  • Isabel, víctima de la Justicia tardía: “Me han condenado a la ruina”

Nicolás García Pérez, el vecino de Sevilla Este al que se le ha señalado un juicio de incapacidad permanente absoluta para febrero de 2027. / Juan Carlos Vázquez Osuna

Nicolás García Pérez, de 53 años, madrileño y vecino de Sevilla Este desde hace casi un cuarto de siglo, tenía un 53% de discapacidad la última vez que fue evaluado después de sufrir un accidente laboral y perder toda la movilidad en la muñeca derecha en 2021. Desde entonces no sólo no ha mejorado, sino que ha sido operado de la espalda y ha entrado en una espiral depresiva igualmente diagnosticada que "muchas veces" lo ha llevado a pensar "cosas en las que no se deberían pensar". A pesar de su cuadro, la Seguridad Social sólo le concedió la incapacidad permanente total. Eso significa que lo considera apto para trabajar en alguna actividad distinta a la habitual suya, transportista, y que cobra 688 euros de pensión contributiva. Él, con informes "contundentes" en la mano, reclama la incapacidad absoluta, pero la Justicia funciona como funciona y el juicio ha sido señalado para febrero... de 2027. "Una Justicia tardía no es justicia", proclama.

El protagonista de esta historia era repartidor de una famosa panadería de Valencina de la Concepción desde 2014. En 2021, al cerrar la puerta del copiloto para coger un albarán, tropezó y cayó, con tan mala suerte que aterrizó sobre la palma de la mano derecha. Entonces no fue al médico. "Me dolía a veces, me tomaba un voltarén y me ponía una muñequera", recuerda. Al año y medio, sin embargo, el dolor pasó a ser insoportable, así que fue a revisión y desde entonces está de baja. "Me dijeron que tenía necrosado el hueso escafoides y que debían operarme, con la mala fortuna de que el doctor de la Unidad de la Mano que me atendió falleció por el covid", lamenta.

Nicolás fue intervenido en el hospital Virgen Macarena más tarde. "Estuve cuatro horas en el quirófano, me cortaron el cúbito y me pusieron nueve tornillos y una placa. Pero ahora me tienen que volver a operar porque el cúbito se ha desplazado y está tocando el radio", explica. La extremidad, por tanto, es difícilmente recuperable. "Tengo cero grados de movilidad en la muñeca", afirma. Antes de operarse, el tribunal médico de la Seguridad Social determinó que tenía 30 grados. Fue entonces cuando le concedieron la incapacidad total (IPT).

La grave lesión de mano no es la única. Después aparecieron los problemas de espalda. "El médico evaluador me dijo que no era invalidante, pero me han tenido que operar dos veces", replica. Fueron el 23 de enero de 2023 y el 9 de enero de 2024. A los tornillos de la mano se le sumaron otros siete en la espalda "que hacen de cuña entre las vértebras". Y por si fuera poco, presenta otro problema en el brazo izquierdo: "Saben que tengo un nervio pillado pero no a qué altura. La mano izquierda tiene una tembladera que no puedo con ella", detalla. "El traumatólogo me ha dicho que mejor no me opere más. Yo no rechazo los tornillos, pero no quedo bien y es un riesgo. De hecho, me ha explicado que seguramente me voy a quedar un poco cojo", cuenta.

Nicolás muestra la cicatriz que tiene en la espalda tras operarse de una lesión vertebral. Nicolás muestra la cicatriz que tiene en la espalda tras operarse de una lesión vertebral.

Nicolás muestra la cicatriz que tiene en la espalda tras operarse de una lesión vertebral. / Juan Carlos Vázquez

Entre una cosa y otra, Nicolás acabó entrando en el túnel de los horrores internos. "Caí en una depresión y tengo diagnosticados trastorno adaptativo y distimia, que es una depresión más pequeña pero crónica. Tengo momentos muy malos y momentos que estoy no bien pero mejor. Pierdo los papeles, contesto mal, paso de todo, me meto en la cama y no quiero salir, sin ganas de nada", confiesa.

Dos años después de obtener la IPT, Nicolás solicitó la absoluta y volvió a ser revisado en el centro evaluador que la Seguridad Social tiene en la calle Sánchez Perrier. "El doctor no me hizo nada. Con todos los males que llevaba, no te pueden evaluar en cinco minutos", protesta. Y en agosto de 2023 recibió la resolución denegatoria de la gran invalidez. Entonces interpuso una reclamación administrativa que fue desestimada y a continuación presentó la demanda.

El pasado 24 de enero, el Juzgado de lo Social número 8 de Sevilla notificó la fecha del juicio: el 3 de febrero de 2027 a las nueve de la mañana. "No lo veo normal en el estado en que estoy", denuncia Nicolás. Para empezar, al margen del estado físico, por las circunstancias económicas: "Ahora estoy cobrando 688 euros de pensión contributiva está porque al tener 53 años recibo el 55%. Si tuviese 55 años, cobraría el 75%, que serían unos 900 euros. Y con la absoluta serían 1.300 euros. Creo que lo que quieren es ahorrarse la diferencia entre eso y los 688", conjetura.

Siendo el dinero importante, lo fundamental sin embargo es su calidad de vida. O la ausencia de ella. "Tomo 21 pastillas diarias", asegura mientras muestra su pastillero. Si no tomase pastillas, no sé cómo estaría. Llegué a ponerme dos parches de fentanilo y no era persona, estaba como salen en Estados Unidos, sentado que no sabía lo que hacía, quería decir algo y no me salía, pensaba que tenía a mi padre al lado, estaba delirando", rememora. Ahora ya no toma eso, pero el médico le ha recetado tres nolotiles y unos 400 miligramos de prevalina al día.

"Y todo generado a partir del problema de la mano. No puedo limpiarme ni el culo, con perdón. No tengo giro de muñeca, me cuesta afeitarme y muchas cosas de la vida las voy haciendo poco a poco. No puedo ir a comprar, no puedo coger peso, no puedo meter una botella de dos litros de agua en el carro... Me pone malo no poder ayudar a mi mujer, Marisa. Las que me están sacando un poco del pozo son ella y mi hija Eva", agradece.

Nicolás ha ido al juzgado a intentar que le adelanten el juicio, pero ha sido imposible. "El secretario me ha dicho que le da vergüenza sacar esas vistas tan tardías, pero que es lo que hay. He estado en el Decanato de jueces y en el Defensor del Pueblo Andaluz, pero tampoco pueden hacer nada", prosigue antes de lanzar otra denuncia: "Tengo claro que teniendo padrino te bautizan en los juzgados. Una vecina me dijo que a un sobrino suyo le habían puesto un juicio para 2026 y que por mediación de una amiga se lo habían colocado a finales de 2024. Como yo no tengo contactos, a esperar los tres años cuando no estoy en condiciones. Esto lo veo un crimen, no sé dónde voy a estar dentro de tres años", enfatiza.

"Piensas cosas que no debería pensar, pero es muy duro. Antes regalaban las incapacidades absolutas y ese es el problema, que ahora pagamos justos por pecadores. Por lo visto conceden incluso las totales sólo por vía judicial. Esa sí me la dieron porque con los tornillos que llevo no puedo abrir una puerta de un camión, no puedo descargar...", enumera. Y no sólo eso. "Tengo informes de la doctora que me operó de la muñeca que dicen que estoy totalmente incapacitado para trabajar manualmente. Y el de la operación de espalda advirtió de que estoy incapacitado para hacer cualquier esfuerzo. No puedo estar diez minutos ni de pie ni sentado", agrega.

"Con esos informes que se han presentado a la Seguridad Social, ¿cómo han sido capaces de denegarme la absoluta?", se cuestiona. No es la única pregunta que se hace. “En el Centro de Valoración y Orientación para Personas con Discapacidad, que es uno solo para toda la provincia, me dijeron que están tardando 24 meses para ver a las personas, revisarlas y darles el grado de discapacidad. Yo reclamé en marzo de 2023 y ahora están llamando a los de abril de 2022. Y eso sí que depende de la Junta de Andalucía. Pero si los médicos de cabecera, que es lo básico, dan cita a un mes vista, menos les vamos a preocupar las personas que estamos con problemas con menos visibilidad. La falta de medios es brutal”, apostilla.

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