Los que me conocen, saben que nunca he sido un ferviente defensor del Colegio de Abogados, ni de un corporativismo mal entendido. Dicho ello, en la situación en la que nos encontramos, no tengo por menos que reconocer y agradecer públicamente al Colegio de Abogados de Sevilla su actitud de apoyo a los letrados hispalenses, así como su actuación frente a una Administración política, diletante y sobrepasada por los acontecimientos.

Por fin, he podido sentirme representado por el Colegio de Abogados, y más allá de vetustas épocas en los que parecía que acudir a representaciones públicas, ágapes y procesiones religiosas (no puedo en este caso olvidarme de mi admirado Jose Antonio Bosch) eran buena parte de las actuaciones colegiales, en este duro momento, el Colegio de Abogados de Sevilla ha estado a la altura a la hora de defender a la profesión y sus profesionales. La protección al Letrado, es su máxima, cuando no el único objetivo del Colegio, combinándolo con la normal integración de la profesión en la sociedad.

Dicho esto, me atrevo a rebatir los argumentos expuestos en este medio por un joven compañero. En la discrepancia está la riqueza del análisis de las situaciones a las que a nos enfrentamos, y, es obvio, que las opiniones son libres. Y partiendo de ese criterio, debo expresar, lo injusto del artículo publicado.

No, dilecto compañero, las posturas del Colegio de Abogados, las posturas del Consejo General de la Abogacía no son egoístas, ni frente a la sociedad y mucho menos frente a la abogacía. El ataque es injusto y desproporcionado, desconociendo la realidad práctica de la profesión.

Los abogados, somos operadores jurídicos necesarios, imprescindibles como el resto. Se nos podrá tildar de muchas cosas, pero ¿Egoístas?, NO. ¿Somos egoístas cuando indirectamente trabajamos para la administración en el turno de oficio y cobramos tarde y mal? No compañero, no lo somos. ¿Somos egoístas cuando acudimos a los Tribunales y tenemos que esperar en los pasillos de los edificios judiciales, horas y horas de nuestro tiempo, que por supuesto no cobramos? No compañero, no lo somos. ¿Somos egoístas por querer compartir con nuestras familias el único periodo legalmente establecido de vacaciones, para poder disfrutar de ellos sin el agobio diario de plazos, vencimientos, vistas y reuniones? No, compañero, no somos egoístas. Somos trabajadores por cuenta propia, en la mayoría de los casos que tenemos derecho a compaginar trabajo y vida personal.

El confinamiento no está siendo un periodo vacacional, nada más lejos de la realidad. Todos continuamos con nuestro trabajo, poniéndonos al día, y por supuesto continuamos en el servicio de nuestros clientes por aquellas vías posibles. ¿Y sabes algo, compañero? La mayoría sin cobrar un solo euro en todo este tiempo.

Es ciertamente fácil hacer chistes y criticar una profesión, a veces, denostada, como es la abogacía, pero los abogados sevillanos y de este país, entre los que tú te encuentras, somos responsables y en nuestras espaldas descansa buena parte del edificio judicial y de la estabilidad social de los ciudadanos de este país, luchando denodadamente por defender sus derechos y libertades. A veces con acierto y otras no tanto, pero un estado democrático nos necesita, exactamente igual que a los propios Jueces, Fiscales, Letrados de la Administración de Justicia y funcionarios.

Es por ello que quiero reivindicar la defensa institucional llevada a cabo por el Colegio de los abogados ante el irresponsable comportamiento de un Ministerio de Justicia que desoye la decisión unánime de pleno del Consejo General de la Abogacía Española. Si quieren una justicia moderna y efectiva inviertan en justicia. Inviertan en medios y en personal, hagan crecer el número de Juzgados y por ende de Jueces. Medios, más medios sí, pero hacer demagógicamente descansar el funcionamiento de la justicia en la parte más débil, los abogados NO, Así no, compañero NO.

Postdata: Hago extensivo el contenido de este artículo para nuestros indispensables compañeros Procuradores, cuyas circunstancias son idénticas, cuando no peores aun que las nuestras.

Los brindis al sol, no, gracias. Ustedes me entienden.