Juzgados de Marchena, siete años de carencias sin solución
Infraestructuras judiciales
Las personas minusválidas declaran en el zaguán
Las víctimas no son aisladas de su agresor y los abogados despachan en plena calle
El patio de los juzgados de Marchena se hundió parcialmente hace unos días debido a unas filtraciones, pero desde 2014 el edificio ha sufrido unos incidentes que, de milagro, no terminaron en tragedia: en 2014 se cayó el techo de la sala de vistas sobre el estrado, afortunadamente de noche; en 2015 se desprendió la cornisa sobre un coche y en 2018 hubo cortes de luz continuos que obligaron a suspender la actividad judicial.
En estos juzgados se perdió el sumario por el triple crimen del cortijo de Los Galindos, ocurrido en 1975, pero esa es la menos mala de sus deficiencias: Este periódico ha podido comprobar que el adjetivo de tercermundista se queda corto para definir la infracción de las normas de salubridad, seguridad y accesibilidad.
Se trata de un antiguo convento del siglo XIX que en 1947 se habilitó para los dos juzgados de Marchena. Lo que antiguamente era la vivienda de los dos jueces titulares, en la planta alta, es ahora la oficina judicial, a la que se accede por una escalera estrecha y muy inclinada, por supuesto sin ascensor. Recientemente una funcionaria se cayó, al bajar con expedientes en los brazos.
El aseo -antiguo cuarto de baño de la vivienda del juez- no cumple las medidas de salubridad mínimas, han aparecido cucarachas y ratas y cuando se estropea la cadena los funcionarios se ven obligados a coger con un cubo agua de la bañera y volcarlo en el retrete.
Como mampara usan el biombo del forense
Los sucesivos jueces decanos de Marchena han denunciado desde 2016 que las carencias impiden desarrollar la actividad judicial con normalidad.
Una de sus quejas es que el edificio no está adaptado a la normativa en materia de violencia de género ni al Estatuto de la Víctima del Delito para asegurar el aislamiento de los denunciantes, que deben sentarse en la sala de vistas a “escasos centímetros de su agresor”.
Los juzgados no tienen mampara para la declaración de las víctimas y usan el biombo del médico forense, que además está roto, según otro de sus informes. Cuando deben aislar a una víctima, usan el despacho de la Fiscalía.
No existen calabozos y, si no llueve, los detenidos esperan custodiados en el patio del juzgado. Si llueve, esperan en un archivo que está junto al despacho del juez y desde el que “se puede escuchar perfectamente las conversaciones entre el juez y el fiscal”, según una de las quejas elevadas.
Pasillos y puertas impracticables para sillas de ruedas
En sus informes, los jueces decanos han denunciado que las barreras arquitectónicos impiden el acceso a las personas con discapacidad y de avanzada edad. Solo en la entrada al edificio desde la calle se puso el año pasado una rampa pero si una persona con discapacidad quiere acceder a un procedimiento que se guarda en la planta alta, “solo puede hacerlo por la buena voluntad del funcionariado, que accede a bajarlo a la planta baja”.
Esto se repite “casi a diario” en el juzgado número 2, con funciones de Registro Civil, cuya funcionaria se ve obligada a salir a la calle para atender a los que no pueden entrar con el carrito del bebé.
En ocasiones los jueces han tomado declaración a personas en silla de ruedas en la sala situada junto a la entrada de la calle, afirman a este periódico fuentes conocedoras de la situación.
La situación fue especialmente grave cuando se incorporó al juzgado número 2 una Letrada de la Administración de Justicia con una discapacidad del 87%: los pasillos estrechos le impedían llegar hasta su despacho en silla de ruedas, tampoco cabía por la puerta del baño ni podía acceder al archivo -una función propia de su puesto- porque se encuentra en la planta alta.
Los abogados despachan en plena calle con sus clientes
Las reducidas dimensiones de los juzgados obligan a esperar en la calle, a pleno sol en verano y bajo la lluvia en invierno. Allí los abogados preparan las declaraciones con sus clientes, ya que no disponen de ningún tipo de sala dentro del edificio.
Los juzgados tampoco pueden hacer ruedas de reconocimiento porque no hay local para ello.
Los arcos de seguridad se instalaron “después de mucho insistir” y de muchos años en los que los profesionales y la ciudadanía estuvieron “en absoluta desprotección”.
Las denuncias también son por inseguridad ciudadana: En 2016 hurtaron, en la misma puerta del juzgado, los logotipos delantero y trasero del vehículo de la juez titular, y en octubre de 2016 hubo dos hurtos dentro del juzgado.
Desde 2016 lo saben el CGPJ, el TSJA, la Audiencia y la Junta
Los jueces de Marchena elevaron en 2016 su primer informe al Servicio de Prevención de Riesgos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), repetido a la Junta de Andalucía en tres ocasiones: noviembre de 2016, enero de 2017 y mayo de 2017, en estos últimos casos acompañando escritos de los letrados y procuradores del partido judicial. En enero de 2017 fue informada la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y desde 2016 la conoce la presidencia de la Audiencia por los informes anuales sobre necesidades materiales.
Pese a ello, “no se ha adoptado ninguna solución o solo parcial”, han lamentado en sus sucesivos escritos.
Desde enero de 2017 la Junta de Andalucía anuncia que está buscando un nuevo local para los juzgados de Marchena, que ahora parece centrarse en un céntrico edificio que antes fue Centro de Salud y Tesorería de la Seguridad Social.
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