La caja negra

Diez cosas que no tiene Sevilla

La playa de Matalascañas (Huelva)

La playa de Matalascañas (Huelva) / Alberto Rodríguez (Huelva)

Esta vez no repasamos las carencias ya tradicionales, algunas incluso históricas, como son la conexión ferroviaria entre el aeropuerto y Santa Justa, la red completa de Metro, la finalización de la SE-40 con túneles a su paso por el Aljarafe o el Estatuto de Capitalidad. Ahora enumeraremos diez carencias menores o secundarias, según se miren, pero que todos en algún momento hemos echado en falta alguna vez. Si el domingo pasado analizamos las diez cosas feas de Sevilla, ciudad habitualmente asociada a la belleza, a la fuerza de la luz y al tópico del color especial, esta vez lo haremos con esos detalles, infraestructuras o bendiciones de la naturaleza que no hay en Sevilla.

  1. Un gran café. Hace años que carecemos de un establecimiento hostelero de referencia para tertulias literarias, convocatorias culturales, pasar la tarde, encontrarse con personas afines en el cultivo de aficiones intelectuales comunes y por qué no, ver y dejarse ver. El Gijón en Madrid, el Novelty en Salamanca, el Gran Café en la calle Alfonso en Zaragoza... El pasado en blanco y negro sí nos revela la existencia de ese gran café. Yen tiempos más recientes fue Jesús Quintero quien intentó algo parecido junto al Casino de la Exposición, e incluso en Placentines. Hoy hay bares de todos los ambientes, tabernas, restaurantes... Pero no ese gran café de ambiente social-intelectual propio de ciudades con personalidad. Hemos logrado negocios con estrellas Michelín, pero no esos sitios de grandes ventanales y mesitas pequeñas para el café. 
  2. Una playa. Javier de Burgos dejó a la provincia de Sevilla sin costa en la división territorial que hizo de España. Sevilla se quedó cerca de tener su trozo de mar, pero... Tenemos que hacer nuestras las playas próximas, que las tenemos ricas y variadas. Y, sobre todo, cada vez más cerca por la mejora en las conexiones por carretera. Ni punto de comparación el viaje de Sevilla a las playas de Huelva en coche en los años ochenta y noventa que ahora, con una A-49 completa por mucho que suela padecer una alta densidad de tráfico. Con Cádiz es antigua la conexión por autovía, aunque durante muchos años haya sido de peaje. Tuvimos la playa de María Trifulca, de recuerdo en estampas en sepia. Y hasta algún proyecto de playa artificial que planteó el alcalde Rojas-Marcos en una campaña electoral. A falta de playa, siempre nos queda el río. No es poco.
  3. Una televisión local pública. Existió Onda Giralda, fundada por Monteseirín y cerrada hace diez años por Zoido. Cumplió una gran función, sobre todo con las fiestas de primavera, con el hito de ofrecer en directo todas las entradas y salidas de las cofradías, cuando Antonio Silva era su director. Se llevó a la televisión el modelo de éxito de la radio. Incluso tuvo una programación de noche en directo con contenidos variados al igual que las cadenas generalistas. Pero la crisis económica y los legítimos planes de los nuevos gobernantes acabaron con la emisora pública. Hoy hay emisoras privadas que cubren esas necesidades y parece poco probable que se recupere aquella iniciativa.
  4. La figura de Barrabás. En Semana Santa podemos presumir de muchas cosas, pero no de tener la figura de Barrabás en alguno de los muchos pasos de misterio. En los últimos veinticinco años hemos recuperado hasta pasos alegóricos, conocido nuevas hermandades y vividos dos Santos Entierros grandes, pero nunca nadie ha echado en falta a este personaje al que el pueblo indultó. Tenemos dos figuras de Poncio Pilato, numerosos centuriones y soldados romanos, sanedritas, lacayos, mujeres y niños, esclavos negros... pero en Sevilla no hay más Barrabás que algún bar así llamado.
  5. Carnaval. Sevilla sigue con sumo interés el concurso del Carnaval de Cádiz por la retransmisiones de Canal Sur. Vemos la final en directo y al día siguiente solemos tener la oportunidad de admirar las agrupaciones ganadoras en la Plaza de San Francisco gracias a la Fundación Cajasol. Pero, salvo alguna vez en la Alameda de Hércules, no se nos ha ocurrido meternos a organizar un carnaval. Tal vez porque la Semana Santa y la Feria ya nos tienen saturados y también porque sería difícil competir con Cádiz y, en el fondo y en la superficie, Sevilla adora a Cádiz. ¿Para qué meterse en un Carnaval si el mejor está a poco más de una hora en coche? Y hasta se puede ir en un cómodo tren.
  6. Piscinas públicas. Somos la ciudad del calor, somos legatarios de la cultura árabe de cuidar la sombra y el agua, herederos de las tramas urbanas de la judería que generan zonas umbrías, pero carecemos de una cantidad razonable de piscinas públicas si se tiene en cuenta que Sevilla está próxima a los 700.000 habitantes. El repaso a la oferta pública para baños de ocio es sencillamente impresentable. Casi tanto como el desprecio a la sombra en una ciudad que ha practicado durante muchos años un urbanismo duro o moscovita en los espacios públicos.
  7. La costumbre de poner tapa con la cerveza. Fuera de Sevilla pides una cerveza, un vermú, un refresco o un vino y te ponen de acompañamiento un pequeño aperitivo sin necesidad de pedirlo. En Sevilla te tocan algunas aceitunas o unos cacahuetes (jamón de mono) en el mejor de los casos. Cobramos barata la cerveza, pero se suele servir en soledad. La tapa (el sólido o empapante) se pide y se cobra aparte.
  8. La Champions. Valencia estuvo en su día muy cerca de tener el máximo título de fútbol: la Liga de Campeones de Europa. Sevilla ha visto nada menos que siete títulos de la Europa League y una Supercopa de Europa logradas por el club de Nervión. El Betis fue el primero en participar en una Champions, en la temporada 2005-2006. Pero nunca hemos visto a uno de los dos clubes jugar la gran final. El Sevilla ha sido el que ha llegado más lejos al disputar dos veces unos cuartos de final: en la temporada 1957-58 (Copa de Europa) y en la 2017-18.
  9. Sombra en la principal Avenida. La de la Constitución es la gran asignatura pendiente desde que se reurbanizó la Avenida, se cerró al tráfico por el tranvía y se abrió en 2007 de acuerdo con un nuevo modelo que prima el Metrocentro, el carril bici y los veladores. Recorrer la Avenida a pie estos meses es una suerte de penitencia.
  10. Cardenal. Monseñor Amigo dejó de ser arzobispo efectivo de Sevilla en el año 2009. Desde entonces no tenemos un prelado en el ejercicio de sus funciones con el rango de cardenal. Es cierto que se trata de un título que se concede a la persona, no a la diócesis, pero la de Sevilla ha sido tradicionalmente una sede cardenalicia. Monseñor Asenjo ha sido el primer arzobispo de Sevilla en doscientos años que no es cardenal al llegar a la Archidiócesis, estando en ella o justo al cambiar de destino. El Papa actual es más de periferias que de sedes históricas. Bueno Monreal fue proclamado cardenal en 1957. Murió en 1982. Sevilla tuvo que esperar a 2003 para que su sucesor, Carlos Amigo Vallejo, recibiera la birreta cardenalicia.